Según informaron desde la Agencia Provincial de Seguridad Vial se están ajustando los últimos detalles para la preadjudicación y posterior colocación de 19 radares fijos y 9 móviles que funcionarán a lo largo y ancho de la provincia, en los puntos más “complicados” y que presentan un mayor índice de siniestralidad en las rutas, autovías y autopistas. Una vez terminados todos los pasos necesarios para su puesta en marcha, en un lapso de seis meses estarían funcionando a pleno, estimaron oficialmente. Además, se trabaja en la aplicación de un software que sirva a modo de registro para las faltas que se cometan y que actuará como “sistema madre” conteniendo todos los datos de las distintas infracciones que se penarán usando Unidades Fijas (UF) –el precio de un litro de nafta súper– como valor de referencia.
El director de la agencia, Jorge Tarquini, remarcó a este diario que se está estudiando la colocación de los aparatos. “Los puntos elegidos serán los de mayor circulación y los más conflictivos o peligrosos; es algo que aún estamos definiendo. Seguramente habrá lugares donde tendremos una mayor concentración como puede ser el caso de las autopistas por el flujo de tránsito. Esto se realiza tomando como base los datos que vamos manejando y analizando diariamente. Luego todo se conectará a un software mediante el cual se centralizará toda la información y se podrán aplicar las multas en casos de que se constaten infracciones”, explicó.
“La colocación de los equipos se realizará por etapas y en el caso de los equipos móviles estarán acompañados por personal de la Agencia Provincial de Seguridad Vial que a su vez cumplirá tareas preventivas”, añadió el funcionario.
Como dato de importancia hay que recordar que en las autopistas las velocidades máximas permitidas son de 130 kilómetros por hora para los automóviles, 90 para los micros y 80 para los camiones. En el caso de las rutas es de 110 kilómetros por hora para los autos, 90 para los ómnibus y 80 para los camiones.
Tarquini destacó que la radarización “es parte de un proceso que se viene llevando adelante desde hace bastante tiempo”.
“No es sencillo pero nunca se dejó de avanzar, a paso lento pero se avanza. El objetivo es disminuir a su más mínima expresión el tema de los accidentes de tránsito, algo que preocupa, que trae muchas muertes y que debe ser combatido”, subrayó.
Sobre el valor de las multas que se aplicarán, Tarquini recordó que se está definiendo la cuestión de los montos. “Es algo que se está discutiendo ya que la nafta aumenta de manera constante y es difícil establecer los montos para ser justos y no excedernos. En estos casos lo que se usa es la Unidad Fija y cada una de ellas tiene el costo de un litro de nafta súper. Esto es algo que estamos viendo y que daremos a conocer a la opinión pública en el momento que sea necesario”, señaló.
Cabe recordar que a principios de enero de este año el gobernador Antonio Bonfatti firmó un convenio de cooperación y asistencia con la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para la puesta en marcha de sistemas de control de velocidad.
Los controles se fueron realizando a lo largo del año a través de distintos dispositivos electrónicos y de gestión de infracciones, los que apuntan a disminuir la siniestralidad. Ésta es una prueba piloto que dará lugar a una nueva etapa con la colocación de los 19 radares fijos y 9 móviles anunciados, en el mediano plazo.
Los datos que se manejan a nivel oficial señalan que más del 30 por ciento de los accidentes que ocurren en las rutas santafesinas obedecen a excesos de los límites de velocidad. Frente a esto, desde la Casa Gris vienen señalando que para cambiar esta conducta ya no alcanza con campañas de comunicación o concientización sino que es necesaria la aplicación de multas y es por eso que se apuesta a una proceso de radarización de carácter definitivo.
Por último, desde la Asociación Civil Luchemos por la Vida recordaron que “muchos argentinos consideran que no van rápido a 120 kilómetros por hora, cuando a más de 90 un vehículo es cada vez menos gobernable, aumentando así el peligro de muerte de sus ocupantes”.
“Tal vez, muchos estarían vivos de haberse percatado antes de este detalle. A mayor velocidad, mayor es la distancia que se necesita para detener el vehículo y más graves serán las consecuencias ante cualquier falla mecánica, el reventón de un neumático, una mala maniobra del conductor o cualquier imprevisto que se presente en el camino. La noche, la lluvia y la niebla son causas fundamentales para que deba disminuirse, aún más, la velocidad. Muchos apurados nunca llegaron a destino”, concluyeron.
Esperan el final de obra de Circunvalación ara determinar los controles que se aplicarán
Al ser consultado sobre si se realizarán controles de velocidad a lo largo de la avenida de Circunvalación, el director de la Agencia Provincial de Seguridad Vial, Jorge Tarquini, respondió que primero se tienen que terminar las obras. “Todavía falta la cuestión de la demarcación y ésos son trabajos que maneja Vialidad Nacional. Además ellos mismos tendrán que establecer cuál será la velocidad máxima permitida en los distintos tramos. Recién después de eso podrá empezarse a ver el tema de la radarización. En esta cuestión no nos queda otra opción que estar a la espera”, añadió.
Si bien el nuevo ancho de la avenida que envuelve a la ciudad hace que el tránsito sea más fluido, la falta de las líneas de demarcación separando los distintos carriles complica el manejo y se convierte en una amenaza latente para la ocurrencia de accidentes. Además, al no existir ningún control de velocidad no son pocos los que “pisan” el acelerador mucho más de lo permitido. Sólo se ven algunos carteles desperdigados a lo largo de al autovía indicando que hay que respetar una máxima de 60 kilómetros por hora, algo que está lejos de cumplirse por la mayoría de los conductores, tanto de automóviles y motos como de vehículos de mayor porte.
Desde el Ministerio de Planificación Federal informaron que el “objetivo es transformar la avenida en una autopista urbana que brinde seguridad y confort a los 60 mil vehículos diarios que la transitan” con una inversión superior a los 1.500 mil millones de pesos.
La obra consistió en la construcción de un tercer carril, apertura de calles colectoras y obras de iluminación en la zona “para que la avenida se transforme en una autopista urbana que brinde seguridad y confort a los vehículos que la utilizan diariamente”, según destacan.
Además, se construyó un cuarto carril en el sector donde circula la mayor parte del flujo vehicular.
El aumento de capacidad se diferencia por tramos, de acuerdo a la necesidad del tránsito. Así, entre el kilómetro 1,3 hasta el 4 se sumó un carril a los dos existentes. Entre el kilómetro 4 y el 12,5 se pasó de dos a cuatro carriles, y entre el kilómetro 12,5 y el 19,6 se pasó de dos a tres carriles.