Espectáculos

La resistencia al sino trágico

En un libro que reúne reseñas, retratos y ensayos, se pone de relieve singular prosa poética y simbólica con la que el escritor y periodista Sergio Barón Biza describió su propio itinerario en la relación arte-vida apartándose de un halo familiar maldito.


Por Juan Aguzzi

Ensayo con selección y prólogo de Martín Albornoz, de editorial Caja Negra.

Autor prácticamente de un solo libro por el cual fue conocido –o medianamente conocido según cómo se mire–, al que llamó El desierto y su semilla, Jorge Barón Biza fue un escritor-periodista consecuente que publicó en distintos medios  una gran cantidad de textos que boyan entre las reseñas sobre artistas plásticos y sus obras –aparecidas en catálogos de muestras o en artículos de periódicos– hasta retratos de personajes y situaciones, e impresionantes ensayos sobre temas, prácticas artísticas que no obvian la complicada relación con el mercado y sus propias y tiranas reglas de circulación. En Por dentro todo está permitido, una exhaustiva selección de estos textos a cargo de Martín Albornoz para la cuidada edición que llevó a cabo la editorial Caja Negra, Barón Biza interroga todos estos variados asuntos en su relación con la realidad a través de lo que podría verse como un juego empañado de momentos epifánicos, ejerciendo una fragmentación casi despiadada pero respetuosa de la naturaleza de cada una de las cuestiones que trataba, y que escribió desde mediados de los 80 hasta su muerte, acaecida en 2001, en medios tan diversos como periódicos o revistas de modas.
Signado por una historia familiar trágica –su padre Raúl, millonario excéntrico y también escritor, desfiguraría el rostro de su madre antes de matarse– que el continuaría con su propio suicidio, Barón Biza parte de un sinceramiento esencial, en la forma de una franqueza que no abunda, en la elaboración de sus reflexiones sobre los diversos campos que abarca y que redundan acerca de la creación, de esa manifestación simplemente arbitraria del hombre para abrir una brecha en el generalmente perverso orden del mundo.
Hay una capacidad innata en este escritor para confesar sus sentimientos a través de una mirada reveladora sobre la plástica y sus atributos, por ejemplo, pensada para alcanzar un público amplio y diverso de lectores, que arrasa con cualquier tono costumbrista y humanitario conque este tipo de materiales suele presentarse; es decir, no hay levedad en sus textos sino la presencia de un yo conflictuado con las representaciones habitualmente regidas por lo económico; representaciones a las que opone en la relación arte-literatura-existencia.
Lo que resplandece en sus textos es cierto efecto hipnótico que maneja como instrumentos afilados para diseccionar sus ideas. Contrario a cualquier justificación e insospechable de perseguir algún mérito, Barón Biza practicó un periodismo centrado en zonas de su interés –la cultura, lo artístico, la moda, los personajes ficticios, las vidas complejas de artistas–, un periodismo que no dejaba de revelarse como instrucciones para ampliar el campo de percepción y para defender algunas cuestiones que la cultura oficial tiende a confinar en compartimentos estancos; en su franqueza y en la ubicuidad que le fue dando su formación es donde se hace más claro tal vez la tensión entre lo cultural elitista y lo popular: “Me formé en colegios, bares, redacciones, manicomios y museos…”, le gustó marcar en una semblanza autobiográfica. Y esto puede verse perfectamente en varios de los textos de Por dentro…, en donde sus puntos de vista funcionan como las mismas  pinturas de las que habla, como gráficos de ciertos estados del (o de su)  alma, a veces en esa delgada línea entre la belleza y una herida que no cierra, como también puede leerse en los textos sobre plástica de este libro.
Ahora, si se ignora su condición algo torturada y melancólica –obviando incluso la forma que eligió para terminar con su vida–, en esta compilación de textos no parece haber indicios de esa irremediable fase, en todo caso surge de su lectura cierto matiz luminoso para transmitir la experiencia pura y legítima y las funciones particulares de la actitud artística como inescindibles de un modo de pensar el mundo y de apartarse de cualquier acto formal protector. La visión sobre su tragedia es ilustrativa de esto último cuando en “A propósito de «La verdadera historia» de Enrique Sdrech”, uno de los textos de Por dentro… señala:  “He luchado con mi historia familiar, con la manera en que debo acomodar los hechos para seguir viviendo. Procuré durante muchos años no decir una palabra sobre el tema. Después traté de enfrentar fantasmas, girando con lupa y escalpelo en torno de viejos episodios. Ahora sé que no hay nada que acomodar, ni ocultar, ni exhibir. Que cada amor conserva sus huellas propias, en las que están impresos más allá de las palabras, los sentimientos; que éstos sólo son contradictorios para las palabras, pero que permanecen firmes, poderosos e inexplicables mucho después de que morimos”.
De este modo, Por dentro todo… pone en evidencia una escritura recostada en paradigmas en mutación, jugada en una prosa poética y por momentos fuertemente simbólica, tanto en las reseñas como en los retratos y ensayos. Justamente en uno de esos ensayos, publicado en el periódico cordobés La voz del interior y titulado Los ojos de las palabras, en el último apartado denominado “El intento de Rimbaud”, escribe: “¿De quién son esos ojos: ella, él, la divinidad, una abstracción, un misterio? En cualquiera de esas acepciones posibles de ese «sus ojos», Rimbaud deja claro que sentidos, sonidos y colores se suspenden allí donde comienza cualquier forma de amor…”. Tal vez el tejido de su prosa y sus alusiones hayan sido la forma que mejor le encuadró para alumbrar con voz propia ese universo nimbado por el sino trágico familiar al que sin embargo, mientras pudo, opuso una resistencia tan vital como el amor a la escritura.

Itinerario de Obra

Jorge Barón Biza fue escritor, crítico de arte y periodista argentino nacido en Buenos Aires. Fue colaborador de distintos medios, entre otros Clarín, Radar, y el suplemento cultural de La voz del interior. En Córdoba ejerció la docencia y el periodismo cultural. Fue el autor de El desierto y sus semillas (1998), su única novela, donde relata la tormentosa infancia y la complicada relación de sus padres. El libro, que despertó el entusiasmo casi unánime de la crítica, llevaba en su solapa su propio testamento, pues narraba su modestia intelectual y su propia insatisfacción. Jorge Barón Biza se suicidaría tres años después, arrojándose desde el piso 12 de un edificio.

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