Con la saludable intención de ir en una búsqueda para que adquiera peso propio más allá de tratarse de una instancia selectiva y previa a un encuentro de carácter nacional, en principio juntando toda la programación en una misma ciudad, la 36ª Fiesta Provincial del Teatro finalizó este domingo en la capital provincial luego de seis jornadas donde se presentaron en diversas salas, tanto oficiales como independientes, diecisiete propuestas preseleccionadas sobre un total de más de setenta que el jurado vio previamente en formato video.
Las obras seleccionadas para la instancia nacional, sin orden de mérito, son la rosarina Los cielos de la diabla, de Vilma Echeverría, quien además es la protagonista y está al frente del grupo Teatro Tapera, y La Invocación, de Sebastián Roulet, a cargo del equipo de trabajo santafesino Les Persifales.
En el mismo texto del acta conocida este lunes por la mañana, el jurado, integrado por los teatristas María Pesacq, Sandra Franzen y Luciano Del Prato, también propone como obras suplentes y sí en orden de mérito a Dos viejos judíos, Cinco. Ficción Física, elhiloazul, Mi animal. Entre el grito y el canto y Tiburón XXL.
Al mismo tiempo, el texto del acta aclara que la obra Maleducades todes decidió no competir por motivos personales y Los Sueños. Fotomontajes escénicos no lo pudo hacer por no cumplir con exigencias del reglamento vigente para la instancia provincial; ambos espectáculos son de producción rosarina.
Las elegidas
Amanda fue la elegida para el lavado y secado de las camisetas de la primera división mayor del C. A. I. de Avellaneda. En los límites de un pueblo, esta “Diablita” evoca su ciudad natal y mientras espera que la vengan a entrevistar, recupera “dones” y “escenas de entusiasmo”. Es que La Diabla relata las glorias pasajeras desde una tierra apestada y recrea un campo de voces familiares que interrogan los usos y las costumbres de las mujeres y los hombres de un paisaje cercano, adelanta el material de prensa acerca de la elegida y muy recomendable Los cielos de la diabla, trabajo que la tiene como protagonista a la enorme Vilma Echeverría y que por esos días se puede ver los sábados (los de abril y mayo), a las 21, en la sala rosarina La Manzana, de San Juan 1950.
Los cielos de la diabla cuenta con dramaturgia y actuación de Vilma Echeverría, escenografía de Florencia Degli Uomini, también a cargo de las luces, e Ivana Molina, quien además tiene a su cargo el vestuario y la asistencia general. La propuesta suma además los objetos escénicos de Fernando Martín, composición musical de Vanesa Baccelliere, fotografía de Gustavo Frittegotto, Julieta García y Viveka Feijoó Huzinich, video de Cecilia Bettiol, rodaje de Rubén Plataneo, gráfica de Ciro Covacevich, tutorías en dirección y dramaturgia de Elena Guillén y Gustavo Guirado, y producción general de la propia Echeverría.
En Amanda, la protagonista de Los cielos… conviven todas las mujeres solas, las mujeres de otros tiempos, las madres, las tías y las abuelas de delantales húmedos hablando y gritando un cocoliche. Sucede que en Vilma Echeverría hay algo de las mujeres del Neorrealismo italiano traspolado a la pampa húmeda con esa capacidad de una memoria latiendo en la que la formación de Independiente campeón y un viejo afiche de la revista El Gráfico pegado en el pasillo de su casa de la infancia en su Arequito natal se vuelven un signo y un disparador insoslayable: porque además el material confirma fehacientemente que la Patria es la infancia.
Pero también habitan en ella la nostalgia de un tiempo que pasó, el arrebato y la tristeza de una tierra de patio yerma más allá de esa lluvia esperada, la creencia mágica de una tierra agotada que la devora en un devenir que es propio del realismo mágico latinoamericano, algo que la actriz maneja con inusitado talento.
Más que nunca en su recorrido como actriz, Echeverría se anima a un humor asociado a la nostalgia y trabaja un personaje abierto, permeable, impredecible, aún más riesgoso que todos los que hizo, donde ella aparece revelada, desnuda, por momentos en carne viva y con las manos ajadas de tanto fregar, en el contexto de un monólogo dramático y poético que se vuelve cercano, de patios, de veredas y de cocinas de mujeres de glorias pequeñas y pasajeras.
Por su parte la otra elegida, La Invocación, comedia santafesina del grupo Les Persifales con las actuaciones de Eduardo Fessia, Gabriela Feroglio, Miguel Pascual y Ruy Gatti, cuenta con un equipo de dirección integrado por María Flavia Del Rosso y Sebastián Roulet, quien también tiene a su cargo el diseño lumínico y la dramaturgia.
La acción transcurre en la Argentina, el 27 de agosto de 1920. El mismo día que desde la terraza del Teatro Coliseo de la Ciudad de Buenos Aires se puso en marcha la radiofonía en el país. Alberto busca la forma de comunicarse con su mujer que lo abandonó sin previo aviso y de la cual no sabe nada. Al no encontrar la forma de contactarla, comienza a desarrollar un método para llegar a ella a través de un ritual, pero falla en el intento. Por eso acuden en su ayuda Miguel, su hija Martina y un vendedor ambulante llamado Luis, justo cuando golpea la puerta para ofrecer productos traídos del exterior y de reciente invención, pero sobre todo, un invento que va a cambiar la vida de estas tres personas, del país y de la humanidad, asociado a la “invocación” a la que alude el título de la obra que, en ciernes, se vuelve un homenaje a los cien años de la radio en la Argentina.
La soledad, las supersticiones, el amor, las divisiones políticas y un invento revolucionario son los ejes que atraviesan esta obra declarada de Interés Cultural por el Honorable Concejo de la Ciudad de Santa Fe en Octubre del 2021.
El debate pendiente
Independientemente de la distancia que separa la impronta de este encuentro competitivo de un público más genuino, dado que el teatro de producción independiente sigue siendo en gran medida endogámico y las instituciones que lo motorizan, particularmente el Instituto Nacional del Teatro (INT), aquí organizador junto con el gobierno de la provincia y el municipio santafesino, no buscan romper con ese cerco que lleva décadas en este tipo de instancias intermedias y también en la nacionales, las obras presentadas fueron vistas por una cantidad de público por lo menos aceptable.
Lamentablemente, tampoco hubo espacios de debate, confrontación y/o desmontajes de obras presentadas, algo que en otros tiempos movilizaban, convocados por el mismo INT, entidades ligadas al periodismo especializado y a la crítica teatral. Pero peor aún: no hubo foros de discusión respecto de algunas problemáticas que transita el INT, como también el Instituto Nacional de la Música (Inamu), Conabip y el Incaa, entre otros espacio dependientes del Estado nacional, que podrían perder sus fondos y particularmente su autarquía a partir del 1° de enero de 2023 si no se modifica la Ley 24.432, votada en diciembre de 2017 a instancias del gobierno de Mauricio Macri.