Lic. en Trabajo Social Mariana Beas
“caminante no hay camino…se hace camino al andar” (Cantares -A. Machado)
Hace tres años, más o menos, en nuestro Centro de Salud se inaugura casi “sin querer” un espacio para usuarios/as del Centro que nos llevó a transitar un camino que vamos “haciendo al andar”.
“La Sala de Estar”, como se llama, se fue armando y sigue en permanente construcción, por la necesidad de hacer lugar a usuarios/as del Centro que “no encajaban” en nuestras prácticas de intervención cotidianas.
Necesidad de “alojar subjetivamente”; necesidad de brindar contención y escucha desde “otro lugar”; necesidad de sostener, acompañar, compartir.
Se fue dando “espontáneamente” y cada uno/a de los/as que conformamos el equipo fue tratando de darle un “porque”; que a la vez era un “para que”, un “como”, un “donde” de todo el Equipo.
La “Sala de Estar” comenzó a existir en el Centro de Salud “El Gurí” porque se le “hizo lugar” al padecimiento de aquellos/as que no tenían donde expresarlo, ni con quien transitarlo.
Algunos/as venían con recorridos varios por instituciones de Salud Mental; otros/as por ámbitos de consumos problemáticos; otros/as por los intrincados pasillos carcelarios, algunos/as para salir de una cotidianeidad agobiante…todos/as con dificultades para iniciar/ sostener un tratamiento; con escasa o sin referencias a instituciones de salud, con historias de vida mortíferas.
“La Sala de Estar” comienza así a ser un espacio que aloja, contiene, escucha, alimenta desde muchos lugares, genera lazos. Es un espacio donde se puede “ir a tomar mate”; a “pasar un rato”, a “estar”.
No es un “centro de día”, no es una “salita”, no es un “centro de tratamiento”
Entre todos/as fuimos construyendo algunos “acuerdos” que nos permitieron darle un marco al trabajo; un horario; algunos ejes de convivencia y no mucho más….
Pueden llegar en cualquier momento, quedarse, pasar, estar, seguir o no venir.
De esta manera pudimos empezar a tejer con cada uno/a la posibilidad de un espacio propio, singular y desde allí trazar juntos un trabajo acerca de su salud integral, asistencia, capacitación laboral, empleos, trayectorias educativas, familiares, etc.
Con el paso del tiempo surgieron otras propuestas…se fue armando un “Roperito Solidario” a partir de ropa donada que llegaba al Centro de Salud; un espacio para “mujeres”, que las propias participantes se encargaron de “derribar” ya que “querían ser un solo grupo”; un emprendimiento en la Venta de Especias, donde no participan todos/as pero donde se fue dando lugar a “lo grupal” de la Sala; incluso buscaron una denominación y se nombraron “Ave Fénix”. Como todo en la Sala, son propuestas abiertas para el/la que pueda, quiera, necesite tomarla.
Para el equipo fue todo un desafío; poder dar lugar a “la palabra”, parar la pelota, como se dice en el barrio, dar lugar a las miradas de otros, acompañar desde la Ternura, no DEFINIR sino ir trazando un recorrido…
La “Sala de Estar” sumó equipo, sumó algunos recursos necesarios, sumó otros dispositivos como El Tocadiscos (dispositivo perteneciente a la Dirección Provincial. de Salud Mental), sumó alternativas de abordajes frente a esta coyuntura… “la pandemia nos obligó a no juntarnos”
Sumó dudas, interrogantes, experiencias, encuentros, desencuentros…
En lo personal sumó la posibilidad de un HACER-PENSAR, político- critico en el marco de la Ley de Salud Mental, con acciones concretas, palpables, artesanales, singulares y colectivas.
Sumó la posibilidad de trabajar – pensar con otros/as en clave de Derechos. De tejer y destejer con “mis cumpas” un hacer con tantos aciertos y desaciertos; dudas y preguntas; discusiones e intercambios, posicionamientos y posturas; alegrías y frustraciones como desafíos cotidianos nos presenta este trabajo.
Alojamos sujetos “desarmados”, “destejidos”, “inermes”, “expulsados”, “deshumanizados”…sujetos que no han tenido “UN LUGAR”.
La “Sala de Estar” intenta iniciar “ese lugar” en donde encontrar a “otro/a” que te espera, que te mira, que te escucha, que te piensa… algo que la mayoría de ellos/as no han encontrado en sus variadas, diversas y difíciles trayectorias de vida personal, familiar e institucional.
El triste me pide que cante su risa,
su risa que crezca y contagie, además.
Su risa sincera, rotunda, sin prisas,
subiendo hasta la carcajada final.
El triste me pide que cante su risa
y, en vez de escucharme, debiera gozar.
El hambriento quiere. Silvio Rodríguez
Colegio de Profesionales de Trabajo Social de la 2da Circunscripción.
Imagen: corresponde al mural pintado por los usurarios/as de la “Sala de Estar”