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La salida anticipada de Marcelo Sain o cuando el personaje se comió al especialista

Con su renuncia, pagó el costo del personaje que construyó al llegar al gobierno. Las reformas que impulsó están en suspenso, aunque su sucesor prometió continuarlas. Los sectores más conservadores le doblaron la muñeca al gobernador, pero eso no implica, según ha dicho Jorge Lagna, tregua política

El 9 de marzo, en el acto de apertura del año judicial, el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la provincia, Roberto Falistocco, destacó la “calidad institucional” que distinguió siempre a Santa Fe, marcada por el diálogo respetuoso entre los poderes: “Esta provincia ha podido exhibir en el concierto nacional la imprescindible armonía con los otros poderes y los operadores del derecho desde la vuelta de la democracia. Aspiramos a poder continuar por esa senda”.

Ante las principales autoridades de los tres poderes del Estado, Falistocco cerró su discurso con un mito griego: “En este escenario cabe recordar que la acción realizada por Eróstrato (incendiar el templo de Artemisa de Éfeso, considerado una de las siete maravillas del mundo, con el único fin de lograr fama a cualquier precio) forjó el Complejo de Eróstrato, el trastorno según el cual el individuo busca sobresalir, distinguirse, ser el centro de atención”.

En aquel momento pasó desapercibida, pero con el correr de los días –y a la luz de los hechos ocurridos en el centro de la política santafesina– parece que aquella referencia del juez de la Corte no fue antojadiza, sino que tuvo un destinatario concreto: el ex ministro de Seguridad de la provincia, Marcelo Sain, quien dejó su cargo a pedido del gobernador Omar Perotti apenas nueve días después de ese acto.

En las cúspides del poder institucional, más que sus políticas, lo que molestaba de Sain era su tono, sus palabras, sus formas. Algunos recortes de sus célebres audios de Whatsapp (“negros pueblerinos”) son intolerables, indefendibles; otros, como aquellos en los que alude a una supuesta Policía de brazos caídos, que no quiere trabajar o no se compromete con los cambios que requieren estos tiempos, pasaron desapercibidos, tapados por sus groserías, pero también porque muchos se hicieron los sordos. En Santa Fe parece que nadie se quiere hacer cargo de esos problemas estructurales, que no se resuelven simplemente con un cambio de ministro.

Se ha escrito en estas páginas que Sain fue un ministro disruptivo, distinto a todos sus antecesores. No tuvo la cintura política de Roberto Rosúa ni el carácter exclusivamente técnico de Daniel Cuenca. No fue un funcionario de perfil bajo como Álvaro Gaviola ni un ministro “de emergencia” como Raúl Lamberto. Aunque lo asesoró durante parte de su gestión, tampoco comparte características con su antecesor Maximiliano Pullaro. Sain ejerció brevemente su poder de un modo inédito: en 15 meses desafió a la Justicia, a los jefes policiales, a la oposición, a los senadores del oficialismo y al poder económico.

Sain deja el Ministerio de Seguridad golpeado por la oposición y ya sin crédito en el gobierno

Las reformas que Sain pensó para Santa Fe quedaron truncas. El año pasado presentó un ambicioso paquete de leyes para actualizar el marco normativo en materia de seguridad. Son proyectos inscriptos en la doctrina de la seguridad democrática que toman como modelos los sistemas europeos y apuntan a modernizar un esquema de trabajo que el ex ministro definió en su momento como “cavernícola, vetusto y rústico”.

Esos proyectos están casi archivados en la Legislatura, aunque el nuevo ministro Jorge Lagna anunció el día de su asunción que dará pelea para que se debatan y se aprueben. Va a necesitar de una gimnasia de negociador que nunca supo o nunca quiso poner en práctica su antecesor. Sin embargo, para la gran mayoría de la población –del todo ajena a las disputas de palacio–, lo más importante serán los resultados concretos de su gestión al frente del área más sensible y compleja del gobierno provincial.

Muy politizado

En el año 2000, Mirtha Legrand fustigó a la actriz Cecilia Rossetto por sus opiniones en la mesa más famosa del país. “Estás muy politizada, muy, muy de izquierda”, le tiró Mirtha, al borde del fastidio. Esa frase ha sobrevivido al paso del tiempo y hoy es un meme hecho y derecho.

En forma análoga, la rabieta de Mirtha se puede aplicar a la relación tirante que tuvieron los principales referentes institucionales de la provincia con el ex ministro Sain. No se lo dijeron, pero pudieron habérselo dicho: “Muy politizado, muy, muy de izquierda”, ante cada intervención política y mucho más ante sus descripciones sobre la relación entre el delito y el poder económico. Sobre todo, desde los organismos más conservadores con los que se enfrentó el ex ministro de Seguridad, como la Corte Suprema o el Senado.

Sain dejó la cartera de Seguridad y desde la oposición se pusieron a disposición del nuevo ministro

En las últimas horas, el criminólogo Enrique Font hizo un paralelo entre la ruidosa salida de Sain y la destitución, en noviembre de 2016, del ex defensor general de la provincia, Gabriel Ganón. Ganón y Sain exhiben perfiles similares: fueron funcionarios contestatarios, políticamente incorrectos, disruptivos en las instituciones que les tocó comandar y con inclinaciones ideológicas idénticas, a favor del garantismo y de la democratización de la seguridad pública. Con resultados parecidos, ambos trataron de enfrentar a los bloques consolidados del poder, que sobreviven a los gobiernos y a los cambios políticos. Los dos debieron irse antes de tiempo.

La renuncia de Sain expone el fracaso del paradigma de la seguridad democrática y deja a la vista los límites fácticos a cualquier tipo de reforma de los poderes más reaccionarios. A Ganón lo suspendieron de su cargo por agraviar al ex presidente de la Corte, Rafael Gutiérrez, pero en el fondo la política corporativa le estaba cobrando otras facturas; con Sain pasó algo parecido: sus insultos por Whatsapp le costaron el cargo, pero el verdadero motivo de su salida se explica en el cálculo electoral del gobierno y en la necesidad de la actual gestión de tener puentes con sus viejos aliados, con los senadores del bloque de Armando Traferri a la cabeza.

Continuidad

Al asumir como nuevo ministro de Seguridad, Jorge Lagna dejó en claro que dará continuidad a las políticas puestas en marcha por su antecesor: “Le agradezco al gobernador Perotti la responsabilidad que me da y a Marcelo Sain y a su equipo, con el que estuve trabajando 15 meses en Seguridad. Creo que eso, más la experiencia política y el conocimiento del territorio, me permitirá profundizar los programas que estamos llevando adelante”.

Según Lagna, el ex ministro Sain “ha hecho un gran trabajo. Ha sentado las bases de una reforma policial inédita, que está en marcha. La política ha retomado el control de la Policía. Si tengo que hacer una crítica a la administración anterior es que la Policía carecía de control político. Esa autonomía redundó que en muchos hechos de corrupción policial que terminaron en Tribunales y que no es un relato mío”.

El Frente Progresista, con el intendente Pablo Javkin a la cabeza, tomó de buena manera el reemplazo de Lagna por Sain. Consideran que el ciclo del ex funcionario estaba agotado. Y le tiraron buenas ondas al nuevo ministro: “Estamos preparados para trabajar en conjunto. Los rosarinos y rosarinas necesitamos volver a vivir en paz”, indicó Javkin apenas se confirmó el recambio en el Ministerio de Seguridad.

No obstante, a la luz de sus primeras declaraciones públicas, no habrá tregua política. Lagna aclaró que seguirá con los programas iniciados por su antecesor y que, además, le dará continuidad a la batalla dialéctica sobre el origen y las responsabilidades políticas del actual estado de inseguridad. Habrá que ver cuánto dura la buena onda.

Jorge Lagna asumió como nuevo ministro de Seguridad en reemplazo de Marcelo Sain

Los 15 meses de Sain en el gobierno se consumieron rápidamente, con más conflictos que logros y con más escándalos que resultados concretos. Llegó al Ministerio de Seguridad como un especialista en la materia y debió dejar el cargo empujado por la oposición, por el propio oficialismo y por los factores de poder a los que trató de enfrentar o, al menos, de exponer.

Los sectores más conservadores de la política y de las instituciones pueden respirar tranquilos porque se sacaron un problema de encima. Sin embargo, ese alivio es circunstancial. El propio Lagna dijo que “no hay soluciones mágicas” para el problema de la inseguridad, que deberá enfrentar con los mismos móviles para patrullar los barrios, la misma Policía y los mismos recursos con los que contó Sain.

Con el recambio de ministros se cierra un ciclo político y comienza otro, signado por las urgencias de la pandemia, por la crisis económica, la inflación y la inseguridad. Un combo peligroso sobre el cual las fuerzas políticas de la provincia deberán montar sus campañas electorales. La renuncia de Sain le permitirá al gobernador Perotti descomprimir el frente interno y encarar el proceso electoral con un problema menos.

Diez días atrás, en medio del affaire de los audios de Whatsapp, Roberto Falistocco planteó la necesidad de recuperar la “armonía” entre los poderes públicos de la provincia. Perotti tomó nota y cedió a las presiones internas y externas. Con su salida anticipada, Sain pagó el costo del personaje que construyó al llegar al gobierno: no incendió el templo de Artemisa, pero tampoco ayudó a su jefe político a concretar la ambiciosa promesa de “paz y orden”.

Por 15 meses fue el centro de atención, como remarcó el presidente de la Corte, pero al final el personaje se terminó comiendo al especialista y las reformas que puso en marcha ahora están en suspenso. Habrá que ver cuánto logra avanzar Jorge Lagna en la modernización del sistema de seguridad y cuánta resistencia encuentra en su camino. Pero esa ya es otra historia y recién empieza a escribirse.

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