“Estoy luchando por la salud de mi hijo, y con la salud de mi hijo no se jode”. Valeria Gómez fue contundente, ya que desde hace más de dos años reclama a la Obra Social del Personal Auxiliar de Casas Particulares (Ospac) que se haga cargo del pago del instituto de rehabilitación al que asiste su hijo, que padece hipoacusia severa bilateral. La deuda es por 2010 y 2011 completos, por lo que de no saldar ese monto en lo inmediato, Uriel, de 11 años, no podrá tener asistencia durante este año.
Uriel nació con sólo siete meses de gestación y desde entonces no pudo “ni podrá” escuchar. “Esta carencia es de por vida y los médicos dijeron que ni siquiera existe la posibilidad de realizar un implante coclear. Tendrá que vivir con los audífonos toda su vida, y desde muy pequeño recibe asistencia profesional a contraturno del colegio. Si este año no puede tenerla, entrará en un retroceso importante del que no sabremos si podrá salir o no”, advirtió Valeria, la mamá.
Además de la deuda generada con el instituto Arco Iris, ubicado en la localidad vecina de Pérez, cada dos años Gómez debe lanzarse a una desgastante lucha con Ospac para reclamar el reintegro del importe de los audífonos que el chico necesita. Por ley, le corresponde el acceso gratuito a este aparato.
“Cada uno cuesta 20 mil pesos y debe renovarlos cada dos años, es una necesidad primaria de mi hijo, y ya no saben qué excusas darme para dar vueltas y no pagar el importe”, aseguró la mujer. Por otro lado, manifestó que en Ospac (cuya sede en Rosario se encuentra en Italia 1334) hubo otro caso de una familia que reclamaba el pago al instituto de rehabilitación. “Es una vergüenza que se juegue de esta manera con la salud, con la vida de las personas”, dijo ofuscada.
Durante la infancia de Uriel, la familia vivió en Granadero Baigorria y fue entonces cuando se contactaron con el instituto de rehabilitación, que estaba instalado en esa ciudad. Pero luego la entidad se trasladó a Pérez, y hacia allí fue Uriel. “Para mí resultó muy importante que Uriel siguiera siendo asistido por las profesionales que ya conocen su historia. En todos estos años avanzó en los estudios, no se llevó materias, no repitió de año… eso es importante. Estamos hablando de un nene que necesita ayuda y desde la obra social no nos responden”, lamentó.
Hoy el chico necesita obligadamente asistencia en psicología y fonoaudiología para seguir adelante con los estudios, y también para desarrollarse a nivel personal. “De no tener el apoyo se le va a dificultar mucho el estudio y su relación con los compañeros, porque se trabaja mucho con el área psicológica para que se comunique con sus pares. Uriel tiene toda una vida por delante y me duele mucho ver que a los responsables de su cuidado no les interese”, señaló Gómez.
Por último, la mujer explicó que “de cambiarlo a una entidad de Rosario, seguirán los mismos problemas, porque acá el obstáculo es la obra social, no la distancia del instituto de rehabilitación. Ya no sé qué hacer para tener respuestas”.