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La seguridad, cuestión de todos

Por Luciana Sosa.- El experto belga Franz Vanderschueren, quien vino a integrar a Rosario a la Red de Ciudades Seguras de la ONU, opina que en materia de criminalidad el municipio no es el Medellín de Pablo Escobar ni el Aguas Calientes mejicano.

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En medio del conflicto en materia seguridad que está atravesando la ciudad el secretario técnico de la Red de Ciudades Seguras de la ONU, Franz Vanderschueren, visitó Rosario para formalizar su ingreso a esta herramienta de intercambio. Tras el diálogo que mantuvo con la intendenta Mónica Fein y previo al recorrido que realizó el viernes por los barrios más conflictivos, el experto, doctor en sociología, advirtió que “más allá de que la tasa de homicidios haya crecido en Rosario no hay que preocuparse. Estamos lejos de poder comparar a esta ciudad con otras como Medellín (en la época del narcotraficante Pablo Escobar) o Aguas Calientes (México). Hay que analizar en qué contexto se produjeron esos homicidios, si es un problema entre pandillas o una conexión policial”.

El jueves pasado la intendenta Fein recibió junto a secretarios municipales y concejales al especialista belga que, si bien un año atrás había visitado Rosario, con el proyecto de que el municipio ingrese a la red de Ciudades Seguras, no quiso arriesgar análisis alguno sobre la situación de violencia que atraviesa la Cuna de la Bandera. Sólo buscó sembrar tranquilidad en la opinión pública y reafirmó el mensaje de “ser los propios responsables de nuestra seguridad”.

“No es sólo cuestión del Estado municipal o provincial; nosotros tenemos que hacer que la Policía actúe como debe: cuidar a nuestros jóvenes de las adicciones y cuidarnos nosotros mismos”, sintetizó.

—En su visita a la ciudad, ¿cuáles son los aspectos que destaca?

—Rosario tiene mucha experiencia en el ámbito social, como sus trabajos de inclusión, política de salud, participación, los planes para jóvenes. Incluso este trabajo ha sido reconocido a nivel mundial. Es importante apuntar a las fuerzas de orden y articular con ellas, ya que la dimensión institucional es fundamental. También buscamos transformar la participación en otros campos como responsabilizarse frente a la seguridad. La seguridad no es problema del gobierno, de la Policía. Tenemos que aprender, como ciudadanos, que si mi hijo se droga a los 15 años, yo soy responsable de esa situación, no la Policía. Y si mi hijo forma parte de una pandilla, yo soy responsable, al igual que sus profesores. Debemos aprender a trabajar en conjunto con la sociedad civil.

—En esta instancia, ¿Rosario se puede comparar con ciudades como Medellín o Aguas Calientes?

—No, Rosario está mucho mejor que el Medellín de hace veinte años. Rosario está en un nivel casi normal. No está ni similar a la peor ciudad de Colombia ni la de México. Está en un nivel un poco más alto en materia de violencia que muchas otras ciudades que conozco pero si hay voluntad política de avanzar en la prevención y se cuenta con el aporte eficaz de la fuerza policial no hay nada que temer.

No hay que asustarse porque la tasa de homicidio subió. Ésos son números que pueden cambiar. Hay que ver las causas de esos problemas y las soluciones de mediano y largo plazo que podamos tener.

En Francia, por ejemplo, se está haciendo una reforma policial y en Inglaterra se elige a la Policía de acuerdo a su ciudadanía. Nosotros, tenemos la posibilidad de tener una Policía democrática que, en Santa Fe, está eligiendo sus dirigentes. ¿Qué mejor que eso y controlar que trabaje como corresponde?

—¿Considera que hay organización política para avanzar en este tema?

—Hay una intención de que, a futuro, ésta sea una de las ciudades de esta red global. No olvidemos que en los años ‘90 hubo países como Brasil con un alto nivel de criminalidad y hoy han bajado sus niveles desde la articulación inteligente entre la Policía y la comunidad, entre la participación y la prevención. Hasta se pudo ver lo bien que hizo bajar el nivel de represión.

—Del uno al diez, ¿qué nivel de preocupación merece Rosario?

—Me niego a cualquier ranking porque es muy peligroso. Hoy el homicidio sube en Rosario pero, por ejemplo, en Ciudad Juárez (México) se estuvo cerca de los 200 homicidios cada cien mil habitantes y hoy está a 50. Hay que analizar qué hay detrás de eso: puede haber un acuerdo o desacuerdo del crimen organizado y no de la falta de seguridad para con toda la ciudadanía. Puede ser también una conexión policial con una conexión judicial como factores coyunturales, pero desconfío del análisis a través del miedo. Hay que ver cómo, desde ahora, se trabaja entre los distintos sectores y se baja este nivel de violencia.

—¿Qué cambios observa a un año de su última visita a Rosario?

—Voy a recorrer los barrios, aunque ya pude escuchar a muchos y saber con qué situaciones me voy a encontrar. Pero repito: no me asusta que haya subido la tasa de homicidios. Estoy muy conforme con que la gente haya tenido en cuenta que se necesita la participación policial. Y ojalá, poco a poco, se forme un control de la ciudadanía inteligente sobre la Policía. En Filipinas, un país muy pobre y lleno de dificultades, se ha designado a un grupo de mujeres, con una monja a la cabeza, para que controlen a la Policía. No tenemos que desligarnos de nuestra responsabilidad como ciudadanos; hay que estar atentos a que se cumplan nuestros derechos y que las fuerzas o las autoridades cumplan con su deber.

—¿Qué opina de la llegada de Gendarmería? ¿Eso suele indicar un punto más conflictivo en una situación como ésta?

—No conozco la estructura argentina de las fuerzas de seguridad pero, en principio, un militar está capacitado sólo para recibir órdenes, no pensar, y estar dispuesto a morir por la patria. Un policía no. Como dijo el primer ministro que tuviera Londres, Robert Peel: «La Policía es la gente y la gente es la Policía». El rol de la Policía es prevenir el crimen, el orgullo de la Policía no es la intervención espectacular sino la intervención con la menor criminalidad posible. Por eso sostengo que la policía necesita el apoyo de la opinión pública.

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