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La semana de las banderas

Por David Narciso

contratapa

El viernes fue un día especialmente agitado en Rosario. Allanamiento a un centro de distribución de droga a la madrugada; denuncias por gravísimas amenazas a un juez, fiscales, policías y el ministro de Seguridad de la provincia a media mañana; reunión de urgencia para definir los pasos a seguir entre el gobernador y tres de los seis jueces de la Corte Suprema de Justicia a primera hora de la tarde. En el medio, la convocatoria multipartidaria para convocar a una marcha a la plaza 25 de Mayo, movilización que se hará el miércoles próximo, horas antes de la fiesta del 20 de Junio, bajo la bandera de la lucha contra el narcotráfico.

Sospechas y riesgos

Hay una fuerte coincidencia tanto en la cúpula del gobierno provincial como la del Poder Judicial en que las amenazas son gravísimas y deben ser tenidas en cuenta. Y nadie ya se chupa el dedo: si la lógica dice que las intimidaciones deberían venir del lado de los investigados, la realidad marca que podría ser de sectores de la Policía provincial. Es una sospecha concreta de la que se habla en todos los ámbitos políticos y judiciales. Cabe recordar que Los Monos nunca podrían haber llegado a tanto sin sus socios de uniforme; y que tenían policías infiltrados, ahora presos, en la propia brigada de la Secretaría de Delitos Complejos.

Si bien alguna de las amenazas surgidas de escuchas podría estar “actuada”, los riesgos son concretos. Las bandas investigadas quizás carezcan de una aceitada estructura financiera para lavar el dinero de la droga como los grandes ladrones de guantes blancos, pero ya demostraron capacidad de matar en la calle y a la luz del día, con armas de grueso calibre, despliegue logístico y precisión de cirujanos.

No es ciencia ficción, es el aquí y ahora de la pequeña aldea. A esto se refieren las amenazas. Hasta ahora nunca traspasaron la línea que separa el conformista “que se maten entre ellos” del ataque a un investigador policial, un funcionario judicial o a deshacerse de algún socio de gorra de los tantos que tuvieron en los últimos 15 años.

La vida del juez Juan Carlos Vienna no es la misma en estas últimas semanas. La causa en la que empezó investigando el homicidio del Fantasma Paz y derivó en el intento más serio en dos décadas de desbaratar a la banda narcocriminal más consolidada de Rosario, le depara, además de las amenazas, un trabajo intelectual y físico ciclópeo. Demasiado para un magistrado que debe desenvolverse en una estructura propia de otras épocas y con recursos escasos. La Corte salió en su auxilio: le traspasó cuatro empleados altamente calificados y en las próximas horas es posible que sume un secretario.

Los anticuerpos están

La dirigencia política santafesina reaccionó con rapidez y madurez. Las señales de solidaridad y respaldo se conocieron con la inmediatez que requiere la hora. El presidente de la Cámara de Diputados, Luis Rubeo, fue una voz destacada y valiosa.

Para mañana, se espera el respaldo de cuerpo con el presente de una delegación de legisladores en la Corte Suprema provincial.

La marcha multipartidaria convocada para el miércoles próximo es otra señal importante. Pocas veces hay oportunidad de ver a la gente en la calle convocada por sus dirigentes políticos. Quienes tienen responsabilidades en los poderes Ejecutivo y Judicial deberían sentirse acompañados. Son ojos ciudadanos que aprueban y a la vez empujan por más. Por eso acierta la intendenta Mónica Fein cuando decide ser parte de esa plaza, aun a sabiendas de que, como partido de gobierno, lo del socialismo no se agota en la llanura del reclamo y las buenas intenciones.

El palco, la lista, la convivencia

La presidenta de la Nación llega a Rosario el jueves próximo acompañada de expectativas en diferentes sentidos. La primera, obvia, es la consideración para con la ciudad que significa su presencia el Día de la Bandera.

La segunda es que cuando Cristina suba al palco oficial sólo faltarán 48 horas para que venza la inscripción de candidaturas a diputados nacionales. Y la particularidad del caso es la incertidumbre generalizada sobre cómo piensa resolver el intríngulis que le plantea en la provincia el kirchnerismo en particular y el PJ en general.

En concreto, ella anuló a Agustín Rossi como candidato y ella llenará los casilleros con nombres y apellidos. En síntesis, ese palco, su entorno, los gestos de la presidenta, los besos, las conversaciones durante el tiempo que esté en escena, la distancia que disponga personal de Protocolo de la Nación entre ella y las personalidades locales del justicialismo (así como los codazos para acercarse), se leerán como indicios de lo que está alumbrando: hijos y entenados en el reacomodamiento del kirchnerismo santafesino.

Otro teatro

La Municipalidad de Rosario ya había planteado un acto un tanto diferente al de años anteriores, por ejemplo con ubicación del palco a contracampo de lo que se hacía cada 20 de junio. El diseño del acto cambió más aún cuando Presidencia de la Nación entró en el armado.

“Pidieron sillas”. ¿Sillas? Sí, sillas delante del palco, que a su vez será más reducido que en otras oportunidades. Es imaginable, entonces, un acto con la impronta de los que acostumbra la presidenta a donde va: pocos arriba del escenario, sillas para autoridades e invitados, una valla y luego el público en general, que incluye a la militancia kirchnerista movilizada.

El Movimiento Evita, La Cámpora y el resto de los sectores del kirchnerismo local concurrirán en columnas al Monumento, aunque esta vez no cabe esperar un escenario hostil para dirigentes o funcionarios del Frente Progresista ni roces con el público “suelto” al estilo de 2011, según confiaron fuentes del kirchnerismo y de los gobiernos provincial y municipal.

Al menos ese es el clima proyectado en las charlas previas entre la intendenta Fein y el secretario General de la Presidencia Oscar Parrilli. Este año parece que el único Choque Urbano posible es el que contrató la Nación para que actúe a la hora de cantar del Himno.

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