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La simplicidad del Puerto de la Música de Rosario

El Puerto de la Música, no es sólo un proyecto; 16 años después puede reiniciarse sin alterarlo, morigerar los conflictos sociales, y convertirse en un símbolo de paz, si se lo empieza a conocer y a difundir como patrimonio de la Ciudad de Rosario y si se sabe interpretar su historia


Por Silvana Codina

“Hay que simplificar las cosas, tanto como sea posible, pero no más” (A. Einstein).

Simplicidad: Cualidad de simple (sin complicación) “simplicidad estructural” formado por un solo elemento.

El tema del traslado del Puerto de la Música por fuera de Rosario que el gobierno provincial ha puesto sobre la mesa, nos estimula para reflexionar sobre el escaso conocimiento por parte de la población y de los decisores que pueda tener el proyecto, para lo cual brindamos la posibilidad de ingresar al video elaborado hace 16 años y que lo muestra al pie.

Sin entrar a analizar si este es el momento para construirlo, la reedición de una iniciativa por parte del Gobierno Provincial para llevarlo fuera de los límites de la ciudad, a otra localización para la cual no fue proyectado y el interés que el tema ha despertado, es oportuna para echar la suficiente luz sobre la simplicidad de sus orígenes, su resolución su devenir y su vigencia

En aquel entonces se trató simplemente de buscar lo que fuera más directo en relación a que no prevalecieran las cuestiones de momento en relación a los objetivos: fue una decisión simple: que Rosario tuviera un Teatro de Ópera. Se logró que lo difícil, lo denso y complejo de su proyectación se convirtiera en manos de unos de los grandes de la arquitectura de todos los tiempos: Oscar Niemeyer, en algo fácil de transmitir y de comprender.

Un promotor y un artista con el objetivo de entregar a Rosario la posibilidad de construir un Teatro de Ópera, con sentido popular, accesible a los rosarinos, con la mejor ubicación que eligiera el creador de Brasilia, con un tamaño acorde a su función y con una modalidad surgida y elaborada con los mismos principios de síntesis estructural de las dos simples semiesferas que lo componen.

La elección del terreno -de un elenco de posibilidades que se le presentaron- fue tomada por el Arq Oscar Niemeyer y esa fue su primera decisión de proyecto: que estuviera frente a la Universidad de Rosario y conectado con el Monumento a la Bandera. Luego llegó el anteproyecto, y su explicación necesaria, en función de un programa muy claro: un Teatro de Ópera y una explanada de uso público para grandes concentraciones al aire libre gratuitas y abiertas. Una Escuela de Música de la Universidad Pública, Restorán y Boletría. Además la genialidad de Niemeyer aportó un regalo que está pendiente de ser llevado a la acción por parte de los Rosarinos: El proyecto del Paseo Lucio Fontana para unir su obra con el Monumento a la Bandera. Se puede verlo en el video al pie.

Se habla hoy como hace dos años, de un mecanismo utilizado para el Batallón 121, y no de una licitación pública, abierta, publicada y adjudicada mediante la correspondiente asignación de partida como lo había sido cuando se iniciaron las obras que fueron interrumpidas por cuestiones que nada tiene que ver con lo técnico.  Fondos públicos y aportes de privados se habían comprometido en aquel entonces para solventar casi el 50% de su costo.

Si existe hoy la voluntad de construirlo, si se estudia la posibilidad de entregar otras tierras públicas de la zona del Puente de la Cabecera, ¿Por qué no aplicar los recursos que se conseguirían ofreciendo esos terrenos de Granadero Baigorria para un desarrollo inmobiliario de privados? Con un programa acorde sería más rápidas y ágiles las ejecuciones de ambos emprendimientos y con los recursos de enajenar tierra pública se podría continuar la obra donde se interrumpió, tal y como fue proyectada.

El terreno original se fue degradando por falta de mantenimiento acorde. Hoy, como entonces tiene problemas de sustentación y no puede utilizarse para ningún uso si no se lo adecua, es patrimonio de los Rosarinos, es un tema ambiental de necesaria resolución y conocimiento que recorre toda la costa, no solo este predio, e incluye a los terrenos del Parque de la Cabecera.

Hoy la localización original en Rosario corresponde a tierras públicas desafectadas del uso productivo por los organismos competentes de la ciudad: su Consejo Deliberante y los sucesivos cuerpos técnicos y autoridades de la Secretaria de Planeamiento. Está explícitamente afectada para el Puerto De la Música.

El proyecto del edificio y de la explanada de Niemeyer soluciona las cuestiones que entonces ya estaban detectadas (previstos y resueltos por su estructura). Uno de los grandes profesionales de la Ingeniería de Rosario, el Ing Dante Seta junto a Niemeyer y su calculista Sussekind plantearon su solución.

Si los fondos podrían provenir -según lo anunciado- de una correcta valorización y enajenación de tierras públicas que se localizan cercanas a la Cabecera del Puente Rosario Victoria, los mecanismos debieran ser valorados oportunamente y no corresponde abrir opinión, sin datos oficiales. Tampoco se conocen datos sobre la afectación de las viviendas del Remanso Valerio ni sobre la titularidad de los terrenos donde se han difundido imágenes de un eventual traslado. Simplemente primero habría que preguntarse si es necesario un Teatro de Ópera en el entorno de la acometida de un puente interprovincial, para justificar su desaprovechamiento y habilitar el cuestionamiento sobre la legitimación de manipular una obra de autor que fue realizada para otro entorno muy diferente.

El Puerto de la Música, no es sólo un proyecto; 16 años después puede reiniciarse sin alterarlo, morigerar los conflictos sociales, y convertirse en un símbolo de paz, si se lo empieza a conocer y a difundir como patrimonio de la Ciudad de Rosario y si se sabe interpretar su historia y su grandiosa simplicidad. Para ello invito a que se lo recorra:

 

 

 

 

 

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