“El secreto de una buena vejez no es más que un pacto honrado con la soledad”, dijo García Márquez. ¿Quién podría discutir a semejante talento? Es casi dramático (¿casi?), pero es absolutamente real, porque muchos hombres y mujeres de la tercera edad o, como se dice ahora, adultos mayores, no tienen más remedio que acordar honradamente con la pena de la soledad. Porque, estimado lector, la soledad es una pena que pesa.
La soledad, desde luego, no es sólo un sentimiento que aflora con la ausencia del amor que debería prodigar el entorno inmediato del adulto mayor, la soledad la provoca también la conducción social, un gobierno, cuando somete al ser humano al desamparo jurídico y lo sumerge en la noche sin justicia. La soledad la siente un jubilado, por ejemplo, cuando procura por todos los medios satisfacer sus necesidades básicas, fundamentales, inalienables, y no lo logra porque sus haberes son paupérrimos, indignos e indignantes.
Claro que este prólogo no es más que para referir, brevemente, al concedido y a la vez negado 82 por ciento móvil para los jubilados. Concedido por el Congreso, vetado por la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, en el marco de una frase alusiva al 82 por ciento móvil: “Es una ley que estafa a los jubilados y quiebra al Estado”. La presidenta parece no recordar, o no tener en cuenta, que los jubilados argentinos hace mucho tiempo, muchos años, que comenzaron a ser estafados y que el fraude continúa sin que nadie haga lo justo para revertir la situación. No es novedad, tampoco, que los argentinos saben muy bien que el Estado sabe de quebraduras, y más que el Estado cientos de miles de compatriotas que nacieron y morirán en la más dramática de las quiebras (no sólo materiales).
Pero lo dicho, de ningún modo significa alentar a una oposición en la que se encuentran algunos que poco interés tienen en los jubilados y sus derechos, y mucho en dejar mal parado al gobierno políticamente. Es decir, lo que les interesa a algunos insensatos opositores, entre los que se encuentran también los propios peronistas, es hacer trastabillar al kirchnerismo, pero nada más. Son juegos políticos, estrategias groseras disfrazadas de justicia. ¿Qué hizo cierta oposición por los jubilados en el curso de su carrera política signada por el poder en la función?
Para que le quede claro al lector: lo que propone la oposición es conceder el 82 por ciento a los jubilados sobre el salario mínimo vital y móvil. Dice la información: “De acuerdo al proyecto, el haber mínimo pasaría de $1.046 a $1.427, en línea con el 82% del salario mínimo de los trabajadores en actividad” ¿Qué persona puede vivir dignamente con 1.427 pesos? Por eso el proyecto de la oposición suena también mal a los oídos de la justicia social. ¡¿Y cómo no?! ¡Si ya se habla del crecimiento de la imagen del vicepresidente Julio Cleto Cobos! Pero hay sólo silencio a la hora de hablar de las desventuras de los hombres y mujeres adultos mayores que, en definitiva, son los únicos que deberían contar.
Es que entre el desempate de Cleto y de Cristina el veto, no hay un abismo, sino un desencuentro para la soledad de los jubilados argentinos.