Desde novelas como Subrogar, de Natalia Peroni, o El cuerpo es quien recuerda, de Paula Puebla, a cuentos como “Aunque estés equivocada”, de Cecilia Ferreiroa, la gestación subrogada empieza a colarse desde la ficción como lectura que señala la necesidad de integrar al debate público un tema que incomoda por sus vórtices éticos y pragmáticos: de esto hablan la abogada feminista Marisa Herrera, la diputada del Frente de Todos, Gabriela Estévez, la psicóloga Águeda Pereyra y Peroni, especializada en bioética.
Estas ficciones fueron publicadas en Argentina el último año y medio, todas de autoras argentinas, todas ensayando sobre los conflictos privados-personales y públicos-colectivos que suponen el deseo de mater-paternar cuando la ciencia está habilitada para satisfacer ese deseo y el mercado ávido. Sus personajes encarnan preguntas que aún no alcanzan estatus de debate abierto: sea la sesentona que duela a la hija muerta intentando que prendan en su útero los óvulos que dejó congelados; sea esa subrogante organizada en guerrilla que busca recuperar los hijos que parió para otros y, con ellos, la patria; sea la hija de subrogación sin derecho de identidad que le permita dar con quien la gestó.
Son preguntas que se disparan en el ámbito de lo real: estas ficciones llegan antes, durante y después de que los padres de Cayetana, una argentina y un español, tuvieran que esperar meses para sacar a la recién nacida de India porque no había país que reconociera su filiación. De que 35 bebes quedaran varados en un hotel de Ucrania, impedidos los “padres de intención” de retirarlos. Plena restricción dura de pandemia por Coronavirus. De que otras decenas quedaran resguardadas en un búnker, custodiadas por soldados, impedidos los “comitentes” de retirarlos por la guerra en ese país.
Si el Estado debiera regular esa práctica subyace en los argumentos de estos textos que, de todos modos, van detrás, no terminan de alcanzar a una realidad siempre sensible y con complejidades muy disímiles a nivel local y global.
En países como Tailandia la subrogación de vientre está prohibida. En otros, como Estados Unidos y Ucrania, es un mercado millonario aunque cuestionado por mercantilizar los cuerpos de las mujeres y los niños. Y en Argentina, como en muchos otros, la subrogación de vientre no está legislada. Está prohibido que se lucre con ella pero se hace de hecho en forma altruista, sin acuerdo económico mediante, y cada vez son más los pedidos que llegan a la justicia para otorgar este tipo de filiaciones. El desafío está, coinciden las autoras, en instalar el tema en el debate público.
Los principales desafíos éticos de la gestación subrogada
Acerca de cuáles son los principales desafíos éticos de la gestación subrogada, Natalia Peroni responde: “La cuestión de la autonomía, el derecho de disponer del propio cuerpo choca con la idea del cuerpo como mercancía y la relación entre las partes puede ser asimétrica, en detrimento sobre todo de quien gesta, muchas veces en situación de pobreza o necesidad. Podemos pensar hasta dónde el deseo de una persona puede habilitar prácticas médicas que la ciencia está en condiciones de brindar.
Por su parte, Águeda Pereyra señala que “ante esta propuesta de la técnica inevitablemente se imponen los modos de entender la libertad y la igualdad, con los usos del cuerpo, el derecho a la identidad y los límites del mercado”.
Marisa Herrera apunta: “La explotación de los cuerpos gestantes es una forma moderna de mercantilización. La falta de regulación estatal es el contexto más propicio para dejar esa práctica regulada por las reglas de la oferta y la demanda del mercado, sabiendo quiénes pierden en esta lógica: las más vulnerables o sea las gestantes. Pero, por el otro lado, la mayoría de los casos planteados en la jurisprudencia argentina comprometen una gestación genuinamente solidaria –hermanas, cuñadas, primas, madres o mejores amigas–, fácilmente comprobable sobre prueba elocuente del vínculo afectivo que une a las partes. ¿En estos casos no se puede hablar de autonomía? ¿Quién determina cuándo hay o no autonomía? Cada vez hay más casos de gestación. Sin ley ya empiezan a existir páginas web promocionando que extranjeros vengan a realizar el tratamiento en el país, por lo cual, es evidente que la falta de ley no es la mejor respuesta estatal: le hace el juego al mercado; genera una gran inseguridad jurídica que perjudica a todas las personas comprometidas en una gestación solidaria incluido las niñas y los niños nacidos y no impide que cada vez haya una mayor cantidad de planteos”.
Cuatro casos que involucran a parejas del mismo sexo esperan hace más de cuatro años una resolución
Sobre cuántos fallos judiciales hay en Argentina habilitando filiaciones por gestación solidaria, Herrera mencionó que “hay 77 fallos que comprometen 70 filiaciones, sin embargo, en un claro sesgo discriminatorio por la orientación sexual, en la Corte Federal hay cuatro casos que involucran a parejas del mismo sexo que hace más de cuatro años esperan una resolución. Pareciera que para algunos jueces estaría aceptado que una mujer decida gestar para otros siempre que se trate de un proyecto heterosexual. Justamente la falta de ley da lugar a que se puedan dar estas decisiones absolutamente discriminatorias”.
Peroni dice que “evaluar la regulación de la gestación por subrogación en nuestro país supondría el beneficio de proteger a la parte más débil del contrato, que es la gestante”, y Pereyra se pregunta “qué regulación podría garantizar en una sociedad tan desigual una prevención adecuada de la mercantilización de embriones y del cuerpo de ciertas mujeres”.
¿Qué impide un debate público, abierto, sobre la gestación por subrogación?
Herrera explica que “los fallos van aumentando con la presión lógica que se deriva de ello. La gestación por sustitución como otro debate abierto entre trabajo sexual-prostitución, son temáticas que dividen a los feminismos; este es uno de los argumentos que impide un avance en el campo legislativo; además de la clásica oposición de los sectores más conservadores. Es un debate pendiente cada vez más interpelado por fuerza de la realidad”.
Pereyra agrega: “A diferencia de lo que sucede con la prostitución, cuyo debate ya tiene una historia e incluye voces a favor y en contra que intentan hegemonizar el sentido de la práctica, con el alquiler de vientres la discusión es más incipiente. Hay una consigna que muchas hemos sostenido y que ahora, quizás, podamos repensar: «mi cuerpo, mi decisión» ¿puede aplicarse del mismo modo para garantizar el derecho al aborto, para exigir la mercantilización del cuerpo, incluso para proponer la venta de órganos? La subrogación hace colapsar nuestras ideas de libertad, justicia e igualdad. En muchos casos la práctica es solicitada por mujeres privilegiadas que terminan explotando a otras mujeres que se han visto forzadas a ganarse el pan de ese modo, ¡vaya asunto para el feminismo! Es necesario que se erijan voces que interroguen y confronten ciertos argumentos que disfrazan de altruismo y empoderamiento una práctica que refuerza la desigualdad, que puede devenir muy alienante y cuyos efectos en la salud psicofísica de la gestante y de los y las niñas-producto han sido muy poco estudiados.
¿Cómo evitar la explotación del cuerpo de la persona gestante?
En esta problemática, Estévez es clara: “Nuestra propuesta es que el vínculo entre la o las personas que tienen la voluntad de ser «mapadres», la persona gestante y la persona nacida de esa relación sea solidario, sin intermediarios que puedan mercantilizar la relación y/o vulnerar los derechos de alguna de las partes. Proponemos que las partes involucradas soliciten una autorización judicial previa, porque así se podrá evaluar que existe una relación afectiva entre las partes, que no media un ánimo de lucro y que todas prestan su consentimiento y conocimiento de sus derechos y obligaciones. Por eso no hablamos de alquiler de vientres o de madre subrogante, porque esta regulación busca no mercantilizar esta práctica. Se trata de regular un procedimiento que ya ocurre en Argentina para evitar arbitrariedades y la vulneración de los derechos de las partes durante el proceso y a futuro”.