Respecto de si llegó el pueblo a vivir en algún momento de la fábrica de pelotas, el cineasta dijo: «No tendría el dato preciso, pero fue una de las industrias más importantes antes de que la frontera agrícola inunde la zona. Era muy común y habitual ver gente cociendo, tomando mate en la puerta de una casa o debajo de un árbol. Con cualquiera que uno hable de más de 50 años, cuenta que él o alguien de su familia trabajó directa o indirectamente en la fabricación de pelotas de fútbol. Era una gran fuente de trabajo».
En algún momento, Bell Ville perdió la oportunidad de ser un pueblo pujante en la fabricación de pelotas. «Creo que la historia fracasa en varios puntos –dijo Sinibaldi–. Primero, cuando los inventores no renuevan la patente a los quince años de haberla anotado. Hay otro momento que tiene que ver con el ingreso de las pelotas de las transnacionales, sobre todo Adidas, que ya en los años 70 se consolida y empieza a poner la pelota de los mundiales. La gente de Bell Ville también remarca al Mundial 78, porque la dictadura decidió darle el negocio a Adidas. Y el otro punto es la apertura a las importaciones, el atraso tecnológico y la falta de apoyo y consideración de la industria en general, sobre todo a partir de las dictaduras militares. Sirve para pensar qué hemos hecho con nuestras industrias».
Con relación a cuánta responsabilidad tienen los empresarios de la propia localidad cordobesa y cuánto dependió de la ausencia del Estado argentino, el realizador ahondó: «Yo creo que las empresas locales, por lo menos hoy, son pequeñas y medianas. Es cierto que también tercerizan el trabajo, pero son estructuras con desarrollo local, sin demasiada tecnología, con lo cual me parece un poco injusto ponerlos como responsables. Hoy las pelotas de las grandes firmas se hacen en países donde hay muy bajos impuestos y con salarios muy bajos. Nosotros no hubiéramos querido que algo así suceda acá, pero creemos que se podrían haber hecho distintas las cosas».
Y respecto del rol de la Asociación del Fútbol Argentino, destacó: «La AFA también tiene su responsabilidad. Podría haber difundido este invento y ponerse la camiseta de la Superball, que debería ocupar un lugar al lado de los grandes inventos argentinos. Por otro lado, podría haber tomado a los fabricantes bellvillenses como proveedores de pelotas. Esto no sucede fundamentalmente por la capacidad de producción y, obviamente, por el negocio que hay atrás».