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«La Superball», un documental de cuando Argentina pudo haber sido el reino de las pelotas de fútbol

En la ciudad cordobesa de Bell Ville tres inventores quitaron el tiento y escondieron las costuras de las pelotas de fútbol, un hecho revolucionario que podría haber cambiando la historia del pueblo y, quizá hasta del país. Así lo refleja el film dirigido por Agustín Sinibaldi, disponible en Cine.ar
En la ciudad cordobesa de Bell Ville tres inventores argentinos quitaron el tiento y escondieron las costuras de las pelotas de fútbol, un hecho revolucionario que podría haber cambiando la historia del pueblo y, quizá hasta del país, pero que se transformó en una oportunidad perdida reflejada en La Superball, el film dirigido por Agustín Sinibaldi que desde este jueves se puede ver de manera gratuita en la plataforma Ciner.ar Play.

«Creo que la AFA es la que más podría haber hecho por la industria de la pelota, al menos desde el plano simbólico o cultural. Los gobiernos, por supuesto, podrían haber hecho un montón de cosas que no hicieron», dijo el realizador Agustín Sinibaldi a la agencia de noticias Télam sobre el film producido por VacaBonsai Colectivo Audiovisual.
Bell Ville es la Capital Nacional de la Pelota de Fútbol según una ley del Congreso, debido a que en esa localidad cordobesa fue creada la Superball, que en 1931 marcó un antes y un después al quitarle el tiento y esconder las costuras de la pelota, algo que no sólo era un cambio estético sino también para el cuidado de la salud: el tiento, sobre todo cuando estaba mojado, podía lastimar a quien lo cabeceara o recibiera un pelotazo en la cara.»En la antigua Ruta 9, cuando se iba para Córdoba y se pasaba por Bell Ville, había un montón de puestos que vendían pelotas. Eso también era algo que teníamos en el registro. Al ser un pueblo grande, todos se conocen, y así pudimos conocer a mucha gente», explicó el director.

Respecto de si llegó el pueblo a vivir en algún momento de la fábrica de pelotas, el cineasta dijo: «No tendría el dato preciso, pero fue una de las industrias más importantes antes de que la frontera agrícola inunde la zona. Era muy común y habitual ver gente cociendo, tomando mate en la puerta de una casa o debajo de un árbol. Con cualquiera que uno hable de más de 50 años, cuenta que él o alguien de su familia trabajó directa o indirectamente en la fabricación de pelotas de fútbol. Era una gran fuente de trabajo».

En algún momento, Bell Ville perdió la oportunidad de ser un pueblo pujante en la fabricación de pelotas. «Creo que la historia fracasa en varios puntos –dijo Sinibaldi–. Primero, cuando los inventores no renuevan la patente a los quince años de haberla anotado. Hay otro momento que tiene que ver con el ingreso de las pelotas de las transnacionales, sobre todo Adidas, que ya en los años 70 se consolida y empieza a poner la pelota de los mundiales. La gente de Bell Ville también remarca al Mundial 78, porque la dictadura decidió darle el negocio a Adidas. Y el otro punto es la apertura a las importaciones, el atraso tecnológico y la falta de apoyo y consideración de la industria en general, sobre todo a partir de las dictaduras militares. Sirve para pensar qué hemos hecho con nuestras industrias».

 

Con relación a cuánta responsabilidad tienen los empresarios de la propia localidad cordobesa y cuánto dependió de la ausencia del Estado argentino, el realizador ahondó: «Yo creo que las empresas locales, por lo menos hoy, son pequeñas y medianas. Es cierto que también tercerizan el trabajo, pero son estructuras con desarrollo local, sin demasiada tecnología, con lo cual me parece un poco injusto ponerlos como responsables. Hoy las pelotas de las grandes firmas se hacen en países donde hay muy bajos impuestos y con salarios muy bajos. Nosotros no hubiéramos querido que algo así suceda acá, pero creemos que se podrían haber hecho distintas las cosas».

Y respecto del rol de la Asociación del Fútbol Argentino, destacó: «La AFA también tiene su responsabilidad. Podría haber difundido este invento y ponerse la camiseta de la Superball, que debería ocupar un lugar al lado de los grandes inventos argentinos. Por otro lado, podría haber tomado a los fabricantes bellvillenses como proveedores de pelotas. Esto no sucede fundamentalmente por la capacidad de producción y, obviamente, por el negocio que hay atrás».

Finalmente, ante la posibilidad de volverse una causa perdida y ante la mano de obra barata de China y Pakistán, el director analizó la posibilidad de que el pueblo retome la posta en la fabricación de pelotas: «No soy de los que creen que las causas están perdidas, pero hay mucho para hacer. El Estado tiene un rol fundamental, sobre todo desde la limitación de importaciones para darle impulso a la industria nacional y que se utilice en Argentina. La gran diferencia que hay, que es gigante, es el desarrollo tecnológico. Esta es una industria artesanal, lo cual puede ser un valor agregado, pero las pelotas que fabrican en el sudeste asiático tienen el túnel de viento y hacen picar la pelota un millón de veces, además de patrones que van de un desarrollo tecnológico del que estamos años luz. No creo que sea imposible si se la ayuda, pero en estas condiciones, hoy es imposible.
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