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La Tati y La Lucero, la historia de dos rockstars del bingo drag

Las artistas, creadoras del primer juego queer en Rosario, hablaron de sus comienzos y de la actualidad de la escena local en épocas de pandemia. Este sábado son las presentadoras del Festival El club del D7 que puede verse desde la web de El Ciudadano

Peinó la peluca de pelo negro que le llegaba a las rodillas, eligió un saco y un pantalón palazo de su abuela y le pidió a una amiga que la maquille. No tenía zapatos de taco, así que calzó unos que parecían de hombre y salió. Un amigo la había invitado a un concurso de dragas que organizaba en Rosario. Hacía tiempo tenía ganas de montarse pero no sabía dónde ni cuándo hacerlo. Le temía al qué dirán. El evento parecía una buena oportunidad. Desfiló la pasarela con sus zapatos chatos y ganó el primer lugar. Era agosto de 2018 y La Lucero se mostraba por primera vez como drag queen. “Me sentía regía. Me gané un champagne. Lloraba de emoción. Me subieron las ganas de seguir haciéndolo”, recordó. Y así lo hizo: participó en fiestas y eventos como conductora o animadora, al mes organizó un bingo drag en la ciudad y este sábado será una de las conductoras del El Festival El club del D7, junto con Tatiana Delacourt.

“La idea surgió de una charla entre amigas con la Tati y Valentina, una de las organizadoras del D7. Teníamos ganas de hacer algo ante el encierro de la pandemia y el cierre de centros culturales. Por supuesto tenía que tener la conducción de las dos travestis rosarinas”, contó La Lucero a El Ciudadano, sobre el evento autogestivo que se podrá seguir por el canal de YouTube del D7, a través de una transmisión de FM 103.3 Radio Universidad, y desde la web del diario El Ciudadano.

Bingo queer

Una amiga en común fue el nexo. Tatiana y La Lucero se conocieron hace tres años cuando las llamaron para participar de una fiesta queer. Tatiana iba a conducir y La Lucero iba a hacer de host, lo que se conoce como “presencia” en eventos. Un mes después organizaban el primer bingo queer de la ciudad. Inspiradas en la cultura de Buenos Aires y Estados Unidos buscaron actualizar el universo drag local. Convocaron a dragas, emprendedoras y emprendedores autogestivos y recrearon el tradicional juego de azar en un show de arte y humor.

“Elegimos el bingo porque es un juego popular y fue tradicional en el nacimiento del drag a fines de los ‘80 ya que en Estados Unidos lo usaban para recaudar plata para el HIV”, contó La Lucero sobre la propuesta que presentaron en espacios culturales durante un año.

“Al principio las personas no entendían el bingo”, recordó Tatiana. “Después comprendieron que la idea era crear un espacio de diversión y entretenimiento libre de violencia machista y abrazando a la comunidad LGTBIQ+. Hicimos shows con perfomances de drag, humor con la gente y entregamos premios de emprendedores locales y autogestivos de la ciudad”, agregó.

Para La Tati y La Lucero fue un espacio que les permitió mostrar su arte. “Solemos estar alrededor de una pista, pero tenemos ganas de mostrar una voz, una militancia y que la gente nos conozca más allá de una imagen. Somos artistas visuales pero queremos transmitir un mensaje”, dijo La Lucero.

El bingo se convirtió en la principal fuente de trabajo, pero corrió la misma suerte que el resto de los espectáculos que debieron ser suspendidos por la pandemia. Durante los primeros meses lo continuaron de manera virtual: descargaban los cartones de internet, los enviaban a quienes participaban y jugaban a partir de una transmisión en vivo en redes sociales.

“Fue complicado y raro. Somos bichos de escenario. Estamos acostumbradas a que el público esté ahí y que haya un ida y vuelta”, contaron.

En la actualidad inauguraron un canal de YouTube, pero confiesan que la pandemia apagó la movida drag en la ciudad. “Es difícil trasladar nuestro arte a lo virtual. Estábamos activando algo lindo con las pibas, pero lleva su tiempo como toda movida. Hace un par de años hubo una camada de drags importante en Rosario, pero empezaron a desaparecer los lugares queers. Rosario tiende a mirar hacia afuera cuando tenemos artistas locales muy buenos. Es un público difícil de abordar”, dijo Tatiana.

Una historia de amor

Durante los cuatro primeros meses de pandemia, convivieron junto con otras dos amigas que también participaban en el bingo. “Estuvimos regias. Al principio fue gracioso por lo desconocido del encierro, hasta que en plena pandemia empiezan a aparecer miedos e inseguridades personales”, contó La Lucero.

Para Tatiana la convivencia fue una experiencia “fuerte”. “La pandemia te lleva a hacer el ejercicio de mirar para adentro, preguntarte cosas sobre tu vida”, agregó, y recordó que cada noche, antes de acostarse, se preguntaban cómo estaban y si necesitaban algo. “Eso nos ayudó a pasar ese tiempo de una manera amable y humana”, contó.

En octubre del año pasado se casaron y la ceremonia formó parte de la agenda de la Segunda Quincena del Arte Rosario. De blanco, con una pollera tubo de vinilo y un corset de encaje, y luciendo un vestido rosa de lentejuelas con una esponja de tul y una galera, La Tati y La Lucero dieron el sí frente al río Paraná. “Con La Lucero nos gusta vivir fantasías como en las películas y alimentar el imaginario. El casamiento fue muy divertido. Desde que arrancamos con el bingo la gente nos tomó como si fuésemos unas «pimpinela drag». Quisimos alimentar ese estilo de show barato y nos casamos. Fue increíble y asistió un montón de gente”, recordó Tatiana, aunque confesó que el romance terminó. “No sé si seguimos casadas”, reconoció, pero aseguró que hay pareja artística para rato. “Por más que nos peleemos en lo personal, laboralmente vamos a estar para nuestro público. Creamos algo que está bueno y que no hay en la ciudad”, cerró.

La costurera del Ludueña

“Más allá de que estés montado lo importante es lo que expresás y lo que tenés por dentro. Es estar al desnudo, mostrarte como sos y encontrarte. A veces soy morocha, femenina y con vestidazo, y otras tengo un cuerno bañado en sangre. Es ir encontrando y jugando, no hay reglas. Hay un montón de abanicos para usar tu creatividad”, dijo La Lucero sobre la elección de sus montajes.

Su referente desde los 13 años es Lady Gaga, pero a la hora de elegir un montaje se inspira en distintas artistas. Estudió diseño de indumentaria y confecciona el vestuario que elige para cada ocasión y que varía según la temática del evento. No le gusta maquillarse, pero demora no menos de tres horas en hacerlo porque asegura ser muy perfeccionista.

La pandemia la llevó a reflexionar sobre el drag y a preguntarse si volvería a hacerlo. “Me desencontré con el drag. Antes teníamos un evento todos los fines de semana. Llegamos a tener hasta tres por semana. De la nada surgieron inseguridades como artista porque en lo virtual no tenés el feedback con la gente. Faltaba el aplauso y el saber si a la gente le gusta lo que hacés o no. Me preguntaba si volvería a ser drag”, contó.

La Lucero vive con sus padres y dice que si bien al principio les costó entender su arte, hoy la siguen y acompañan. “Para ellos esto no es un trabajo, es un juego. No terminan de entender qué es ser drag, pero han ido al bingo y mi papá me ha llevado al D7 montada en su auto”, señaló.

En la actualidad tiene un emprendimiento de venta de barbijos y tiene ganas de comenzar a hacer lencería. “Soy la costurera del Ludueña”, aseguró.

Una rockstar de barrio guarra

Tatiana estudiaba en la Escuela de Teatro y Títeres cuando sintió el deseo de explorar otras herramientas. Había hecho dos obras de teatro y le faltaba un año para recibirse cuando se acercó al mundo del drag. “En la facultad sentía que quería algo más. El teatro me encanta, pero ya había juntado una buena cantidad de recursos y herramientas para explorar otro tipo de cosas. Me acerqué al mundo drag hace 2 o 3 años. Lo primero que hice de forma oficial fue el bingo. Antes había hecho actuaciones en obras de teatro independiente. Después empecé a participar como animadora de eventos y fiestas”, recordó.

Su nombre drag lo inventó la hija de una amiga. Tati era la forma en que la nena balbuceaba el nombre que figura en su DNI y ella decidió completarlo. “Tatiana me quedaba vacío. Busqué una lista de apellidos en internet que empezaran con D, como es el de mi DNI. Encontré Delacourt que significa «de la corte» y pensé que era el indicado: una mujer de la corte que vive en barrio Las Flores. Las divas de barrio también existen”, contó.

Tatiana dice que creó su personaje a partir de un conjunto de personas que la inspiraron a lo largo de su vida: una mezcla variada de divas. Sabía que las drag confeccionan su vestuario pero ella no sabía coser. Pidió ropa prestada y armó un personaje que la representara. “Soy una rockstar de barrio guarra que representa a la mujer de ahora que dice lo que piensa. Soy rubia y entro en los parámetros de una persona hegemónica, pero a la hora de hablar, relacionarme, de hacer humor o dar un mensaje voy para el otro lado y rompo con las convenciones. Mi vestuario es común. No es exagerado al nivel de una drag de Estados Unidos. Lo mío es más un personaje”, contó.

Para ella lo importante es experimentar y buscar nuevas expresiones. Elije los montajes según el evento y asegura que no tiene parámetros.

A nivel artístico confiesa que le gustaría hacer un unipersonal porque disfruta la relación con el público. “Estoy en las redes sociales y recibir amor y apoyo de las personas me hace sentir segura de que puedo hacer lo que tengo ganas. Me gustaría volver al teatro también. Conocí facetas que desconocía cuando hice drag, gogo dancer y fui conductora. Hoy fusionaría el teatro con otras cosas”, agregó.

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