En la lápida se ve un discreto código de barras. Rick Miller se arrodilla, saca su teléfono portátil y lo escanea. Unos segundos más tarde, mira en su aparato videos y fotos de un familiar fallecido en 1990.
En el inmenso verde del Sunset Memorial Park, un cementerio del suburbio norte de Filadelfia, Estados Unidos, el visitante también puede escuchar las canciones favoritas del difunto, leer textos que le están dedicados, dejar su recuerdo en un libro de oro e incluso compartir sentimientos y fotos a través de Facebook o Twitter.
Rick Miller no está solo. Todo el que posee un teléfono inteligente o una tableta tiene acceso, con la aplicación adecuada, al código de barras QR que se presenta como un pequeño cuadrado con marcas negras sobre la tumba.
Desde hace casi un año Rick Miller y su esposa Lorie se han especializado en la venta de esos memoriales con código QR mediante su empresa Legados Digitales, una de las pocas compañías que ofrece este servicio en Estados Unidos.
Basta enviar fotos, videos, texto y música asociada al difunto, y la pareja organiza el material en un sitio en internet protegido. La familia de la persona fallecida recibe por correo una pequeña placa de bronce o cobre con el código QR para adherir a la tumba.
El precio para esta eternidad digital es razonable: 149,99 dólares por el código QR y el memorial on line, con acceso ilimitado “de por vida”. Por un año solamente, cuesta 99,99 dólares.
“A la gente le encanta la idea. Es maravilloso lo que permite la tecnología hoy en día”, asegura Miller. “Es una forma más alegre de recordar” a los difuntos, agrega Lorie.