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“La universidad argentina tiene un nivel académico increíble”

Por Nicolás Maggi. Jesús Gil Molina era uno de los tantos indignados españoles, y encontró en Rosario un lugar para vivir. Impresiones de un joven español que recaló en el país, donde se capacita en una maestría en la UNR.

español-dentroEl diario El País de España publicaba el sábado 20 de abril: “Según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística, el desempleo entre los menores de 25 años ha vuelto a aumentar hasta el 53,28 por ciento”. El desempleo juvenil ha aumentado con fuerza en el país ibérico a lo largo de la crisis, del 17 por ciento al 52 por ciento desde finales de 2007, según cifras del mismo estudio. Frente al resto de Europa, España es junto con Grecia el país con más jóvenes desocupados. La realidad para los jóvenes, se tiñe allí más y más de negro.

Jesús Gil Molina es, justamente, español. Tiene 24 años y posee una doble licenciatura: en periodismo y en comunicación audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid. Como miles de jóvenes comenzó a tener dificultades para conseguir trabajo en su país natal. Por eso, hace poco más de tres meses decidió venir a vivir a la Argentina. Aquí lo esperaban sus padres, que hace tres años vinieron al país por un traslado laboral. Ahora, amplía su formación realizando una maestría en Estudios Culturales de la UNR, mientras termina de realizar los trámites de residencia para ponerse a buscar trabajo. Pero antes de venir al país, pasó dos años participando en el movimiento de los Indignados de Madrid, en la Puerta del Sol. En diálogo con El Ciudadano, Jesús relató su historia.

—¿Cómo fue tu experiencia de militancia en España?

—En 2011 participaba del movimiento de los Indignados. Venía del movimiento estudiantil, y con un grupo de compañeros de varias universidades de Madrid formamos un colectivo que fue el que empezó un poco con el tema de las movilizaciones allí. Participamos activamente como casi todo el mundo de mi edad —21, 22 años— en todo el ciclo de movilizaciones. El grupo se llamaba «Juventud Sin Futuro», porque veíamos claro que hacía falta un agente político para interpelar al sector juvenil que no había sido movilizado en los últimos tiempos. La reforma de pensiones fue la que terminó dando el pistoletazo, que prácticamente ponía las cosas muy difíciles para los jóvenes, extendiendo la edad jubilatoria y los años de aportes, porque se requieren 30 años para jubilarse en condiciones que en este momento son inalcanzables, como un trabajo en blanco. Entonces vimos que si no hacíamos algo, poco a poco nos estaban robando el futuro. El lema era “sin casa, sin pensión, sin trabajo y sin miedo”, porque prácticamente nos estaban quitando todo.

—Tuviste la oportunidad de pasar por la universidad ¿Y los que no pudieron acceder a ella?

—Los que no tienen educación universitaria están peor. Si sales a la calle y miras te das cuenta. A los que no tienen trabajo, les resulta mucho más difícil encontrarlo, y los que lo tienen se desempeñan en trabajos altamente precarizados, al no tener una educación que les garantice un mejor sueldo, o un mejor trato. Es muy duro conseguir trabajo, calificado o sin calificar. Todos los que se ofrecen son precarios, «sin cotizar» (NdR: en negro, sin aportes jubilatorios ni obra social), con pagas muy bajas y dando gracias porque te quieran contratar. Lo que ahora está de moda también son las llamadas «becas», en las que una empresa te contrata si tienes vinculación con una universidad, es decir si eres estudiante, y así te entrampan de una manera legal y no tienen que pagarte. Yo estuve haciendo prácticas en la Agencia Efe, trabajé entre cuatro y cinco meses, y no me pagaron absolutamente nada.

—¿Por qué decidiste venir a este país?

—A Argentina decidí venir porque estaban mis padres. Realmente el precio del pasaje y todo, no habrían compensado la incertidumbre que hubiera podido generarme el haber venido aquí solo. De otra forma me hubiera ido a algún país de Europa. Pero estando aquí mis padres me parecía que era un país genial para poder empezar una nueva vida, en un sitio que está acostumbrado a recibir a inmigrantes y donde el idioma no iba a suponerme un problema. Por lo que he visto hasta ahora, la diferencia fundamental es que aquí son abiertos a dar trabajo a quienes aún no poseen experiencia, como los que recién han recibido el título. En España, además de pedirte que cobres poco, requieren que tengas tres maestrías y sepas hablar diez idiomas. Veo que las cosas aquí son más razonables.

—¿Qué impresión te llevaste de la Universidad Nacional de Rosario?

—No tengo ninguna queja ni de Rosario ni de la universidad. Todavía… (risas) La verdad que todo muy bien, no me puedo quejar de nada. La realidad es que la universidad argentina tiene un nivel académico increíble, es muy bueno, es un nivel mucho, mucho más alto. No te haces una idea. De alguna manera lo que yo estudié en la Universidad Carlos III de Madrid, que fue periodismo, se equipara aquí con Comunicación Social, pero la formación que tenemos es sumamente distinta. Los estudiantes de esa carrera tienen aquí una formación muy académica, me he quedado sorprendido del manejo que tienen de un montón de campos de las ciencias sociales. En España hay muchas carreras en las que la formación es muy técnica, te enseñan a tocar tres botones de una cámara y te dicen que eres periodista, si quieres tener esa formación de la que hablaba antes, tienes que interesarte y buscarla por ti mismo. El rol de la universidad parece ser otro en Argentina, y a mí me gusta más. Además de que es gratuita. En mi universidad abonaba unos mil euros al año. La maestría sin embargo es de pago, como todas.

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