Sólo quedan detalles para que la Universidad Abierta para Adultos Mayores abra sus puertas a la comunidad. Según trascendió ayer, a partir de septiembre comenzarán las inscripciones para todo interesado a sumarse a los cursos y seminarios propuestos por la UNR, que comenzarán ya al mes siguiente, en octubre. El proyecto fue propuesto por el rector de la institución, Darío Maiorana, y aprobado por el Consejo Superior, que representa a todos los sectores de la vida académica. La implementación quedó a cargo de la Secretaría Académica, que abrirá un menú de cursos, talleres y actividades educativas y culturales gratuitos para adultos mayores, dictados por docentes universitarios y cuyas temáticas serán afines a la oferta de carreras de la universidad pública.
Según puede leerse en el documento del proyecto, el objetivo general de esta iniciativa es “vincular a la UNR con adultos mayores”, mediante “una oferta cultural educativa incluyente, permanente y de calidad” y considerando, ante todo, que la relación entre la institución y esta población es “débil e imprecisa”. Así, y según explicó la docente y psicóloga Élida Penecino, designada coordinadora de este proyecto, hay que considerar que esta población, “de más de cincuenta años”, es cada vez mayor, “y con más ganas de hacer y participar”.
En ese sentido, toda la Universidad Abierta comenzará a definirse en su propio curso, según lo que dicte la demanda. “Todo es impredecible aún”, se sinceró Penecino. “La Universidad será según lo que se vea en estas primeras instancias”, completó. Y, precisamente, lo que estas primeras instancias ofrecerán son, ante todo, seminarios de un encuentro semanal que duraría cerca de cuatro horas cátedra, equivalente a dos horas y 40 minutos de reloj.
Serán clases teóricas y prácticas, pero que además permitan pensar proyectos de extensión, tales como huertas comunitarias, emprendimientos productivos, administración de recursos. ¿Las temáticas? Tal como manifestó la coordinadora, “de todo un poco”.
“Será matemática y física, salud, tecnología. Cosas más bien generales, porque la oferta de la UNR es muy amplia y cubre casi todas las disciplinas”, explicó Penecino. Más allá de las imprecisiones actuales, según la coordinadora una cosa es segura, y es que en octubre ya habrá ofertas “concretas y contundentes, con continuidad y protegidas por lo académico”.
Según manifiesta el documento del proyecto, la Universidad Abierta se radicará en la Secretaría Académica de la UNR, tendrá una Coordinación que incluirá representantes de la Unidades Académicas y contará con el aporte de estudiantes voluntarios a algunas de las actividades a desarrollarse. Además, contará con un presupuesto anual designado por el Consejo Superior, obligado a contemplar la gratuidad de los cursos.
Esta iniciativa surge en parte por una problemática de la que prácticamente ninguna institución queda exenta, y es la exclusión de la población mayor, en este caso, en el sistema educativo. Según se explica en el proyecto, la mayoría de las ofertas para este sector de la población son “breves, inconexas, de baja calidad y pensadas más para mantener ocupado al adulto mayor que para desarrollar sus potencialidades. La Universidad no está exenta a esta realidad a pesar de que ha comenzado a dar, en los últimos años, señales claras en el sentido de revertir la situación”.
Desde esta perspectiva, se pretende aportar a la capacitación y formación de adultos mayores a través del desarrollo de propuestas pedagógicas y culturales, logrando un nuevo vínculo estable que permita planificar investigaciones, planes de estudio de carreras de grado y posgrado, además de estructuras políticas en las distintas áreas de gestión, entre otros.
Algunas de las metas que actualmente vislumbra el proyecto arrancan, para lo que resta del año, en estructurar por completo el Programa Universidad Abierta para Adultos Mayores. Pero a la par también “impactar en una porción significativa de la población adultos mayores” para la que va dirigido el plan. La idea es vincular a la mayor cantidad posible de interesados mayores de 50, especialmente a aquellos que nunca pisaron un claustro. Y, a partir de allí, aumentar “la población beneficiaria del programa” a razón de un 20 por ciento cada año durante los primeros cinco, contabilizando como base el número de inscriptos que sea “el máximo permitido en cada actividad”.
“Y en el caso de los cursos, alcanzar estándares de evaluación positiva en la mayoría de los cursantes; alcanzar altos niveles de conocimiento del Programa, tanto al interior de la Universidad como en el conjunto de la sociedad, especialmente en la población adultos mayores”, completa el propósito de la inédita iniciativa.