Por Candela Ramírez
Era 2017 cuando Sofía De Vicenzo entró a la escuela por la puerta principal en calle Balcarce para rendir el examen de ingreso. En la recepción le dijeron a qué salón ir y fue directo. El Superior de Comercio había sido también la escuela de gran parte de su familia. Antes de entrar a su salón vio una placa al lado de la puerta: decía el nombre de su abuela Miriam Moro. Aclaraba también que era una alumna desaparecida.
Este jueves a la tarde Sofía volvió a entrar a la escuela, esta vez ya como ex alumna, y subió al escenario del patio para hablar al micrófono y compartir este recuerdo junto a otros familiares y amigos de las 22 personas desaparecidas por la última dictadura militar que fueron estudiantes del Superior de Comercio, ubicado en Balcarce entre Mendoza y 3 de Febrero.
La restitución de legajos es una política pública de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que existe desde 2022. Consiste en entregar a los familiares el legajo completo del estudiante: la ficha académica incluye datos personales como escuela primaria de procedencia y nombre de los padres, notas en cada materia por año, evaluación por conducta y fotos carnet. Se trata de archivos que ayudan a reconstruir la vida de estas personas. Eso hizo la escuela este jueves a la tarde con las familias y amigos de los 22 estudiantes desaparecidos.
«Hay familias que se quedaron sin nada de ese familiar desaparecido entonces darles algo material tiene un calor especial y quizás en algunos casos otorgue una cercanía»
Desde la escuela subrayan que el Centro de Estudiantes del Superior de Comercio (Cesup) tiene un extenso e inusual recorrido en la reconstrucción de su historia y la memoria de sus estudiantes desaparecidos. En los ochenta confeccionaron su primer listado. Y así se fueron pasando esta tarea, como una posta, de generación en generación. Ya en 2007 colocaron en todos los salones las placas con el nombre de cada uno de los estudiantes desaparecidos.
El acto fue organizado por el área de Derechos Humanos de la escuela que fue creada en 2022 y que coordina Ana Clara Palombo, que también es ex alumna y fue integrante del Cesup durante su paso por la escuela. De hecho, fue una de las impulsoras de la colocación de placas en los salones.
Durante el acto, el director Pablo Alesandroni destacó el trabajo de Alumnado para poder confeccionar los legajos y la búsqueda de datos. Desde el área de derechos humanos también se ocuparon de rastrear a los familiares y comunicarse con ellos para contarles la noticia y poner a su disposición la información. La mayoría asistió este jueves a la actividad. El trabajo que previamente ya había hecho el centro de estudiantes agilizó mucho el proceso.
“La escuela es muy sui generis en ese aspecto, tenemos un listado y llegamos a esto porque hubo uno que se hizo apenas terminó la dictadura. Hubo un hilo conductor a través del centro de estudiantes con un interés genuino que se va viendo a lo largo del tiempo. Hay unidades académicas tuvieron que hacer este proceso de cero”, explicó Palombo a El Ciudadano.
Destacó que encontraron todos los legajos y que se restituyen “independientemente de si los alumnos se recibieron o no”: “Se trata de estudiantes cuya desaparición no se dio durante su tránsito académico sino más tarde, pero la escuela los reconoce como alumnos del Superior víctimas del terrorismo de Estado. Son parte de nuestra comunidad”.
El acto se dio en conjunto con tres casas de estudios: Ciencias Económicas, Derecho e Ingeniería. Algunas de las víctimas habían sido estudiantes de estas carreras después de terminar la escuela. Las facultades de Psicología y Humanidades ya habían hecho este tipo de restitución.
Palombo es cautelosa para definir qué significa una restitución de legajos para los seres queridos de los desaparecidos, pero lo enfoca desde este punto de vista: “Tiene que ver con hacerse cargo institucionalmente y ayudar a reconstruir una memoria. Esto, además de afectar al familiar, afecta a la sociedad en su conjunto y es una reparación que nos hace bien como sociedad a todos y a todas”.
“Al mismo tiempo, hay familias que además de sufrir la desaparición forzada de uno de sus integrantes sufrieron que la dictadura les destruyera todo, como quemarles la casa o robarse sus cosas. Fue mucho más que secuestros, aunque ese sea el aspecto más doloroso. La dictadura destruyó cosas materiales, hay familias que se quedaron sin nada de ese familiar desaparecido entonces darles algo material tiene un calor especial y quizás en algunos casos otorgue una cercanía”, planteó.
Durante el acto tomaron la palabra la secretaria de derechos humanos de la UNR, Paula Contino; la vicedecana de Ingeniería, Yolanda Galassi; el decano de Derecho, Hernán Botta; el decano de Ciencias Económicas, Javier Ganem; el director de la escuela Pablo Alesandroni; el rector, Franco Bartolacci; y la propia Palombo que leyó una crónica de su paso por la escuela y el sentido que le dio su militancia en el Cesup. Integrantes del centro de estudiantes también tomaron la palabra y fueron quienes al cierre del acto leyeron el listado de las 22 personas desaparecidas al grito de “presente” con cada nombre pronunciado.
En diálogo con este medio el director de la escuela también celebró el trabajo del Cesup en estos 40 años de democracia, destacó que es un caso particular en la ciudad porque la agenda por la memoria siempre estuvo presente y son quienes se ocupan de la organización del acto por el aniversario del último golpe cada 24 de marzo y el de La Noche de los Lápices cada 16 de septiembre.
Alesandroni explicó que quisieron poner la fecha de este acto con cierta distancia temporal del 24 de marzo para no opacar el trabajo del centro de estudiantes y dejar en claro que este acto es una reparación que adopta la universidad que jerarquiza la temática y la asume de manera institucional, además de acompañar a los estudiantes en sus actos y demandas.
Para Alesandroni la confección del listado que hizo el Cesup desde los ochenta se transformó en un legado e insignia que ahora “la escuela acompaña institucionalmente, es la primera vez que la escuela les da algo a los familiares”. La mayoría de ellos, que estuvieron este jueves en el acto, ya conocían el Superior porque han asistido justamente a los actos que a través de estas décadas fue organizando el Cesup.
Alesandroni aportó un dato: la lista que hicieron en los ochenta se aportó a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que fue creada por el ex presidente Rául Alfonsín y que se ocupó de recolectar y sistematizar todas las denuncias de víctimas del terrorismo de Estado y familiares en todo el país.
Alesandroni marcó que no es contexto fácil para realizar este tipo de actos, pero consideró: “Entendemos que tarde o temprano vendrá un gobierno y un tiempo que no sea negacionista y trascenderemos esta etapa. La institución da cobijo a la idea de mantener viva la llama de la memoria para recordar las consecuencias de la represión ilegal”. Fue uno de los oradores del acto e hizo este repaso también en público.
Por su parte, Bartolacci consideró “una declaración de principios de la UNR hacer este acto en este contexto” y que es parte de la tarea académica “volver a poner en valor esta historia”. Todas las autoridades presentes que hablaron en el acto dijeron que son 30 mil las personas desaparecidas, que la persecución y el exterminio no deben volver a ocurrir nunca más y que el trabajo de los organismos de derechos humanos de la ciudad (y del país) permitieron salir de la dictadura y construir los valores democráticos que ahora se ponen tanto en cuestión incluso desde las más altas esferas del gobierno nacional.
Restitución de legajos
El Programa de Memoria, Verdad, Justicia y Reparación de la UNR nació en octubre de 2022 a partir del órgano del Consejo Superior. Se trata de un “proceso de reconstrucción, reparación y rectificación simbólica e histórica de los legajos de las personas víctimas del accionar represivo ilegal del estado argentino”.
Cada legajo que se pone a disposición de las familias lleva la inscripción “Legajo Reparado”. El protocolo para llevar adelante esta tarea se aprobó en 2023. Uno de los aspectos de este trabajo y este acto es el posicionamiento político de la academia de la ciudad con respecto a los discursos oficiales de hoy que niegan o reivindican los crímenes de la dictadura: “interpela y disputa el sentido sobre el pasado, pudiendo indagar sobre los efectos del genocidio y recuperar las identidades y trayectorias vitales de las personas que fueron miembro de la comunidad académica”, dijeron en este medio en agosto de 2022.
Se asume que la comunidad universitaria fue un blanco de ataque del genocidio y se reconoce que los procesos de represión ilegal empezaron mucho antes del 24 de marzo de 1976: el programa delimita ese periodo entre 1968 y 1983.
Se asume, también, que “la institución actuó como victimaria por efecto de la intervención que sufrió ‐incluso previa al golpe de estado, y las sucesivas gestiones de la dictadura cívico‐militar- donde integrantes de los diferentes claustros sufrieron secuestro, desaparición, homicidio, expulsión y exilio”.
Quiénes son
Los abuelos de Sofía De Vicenzo son Roberto De Vicenzo y Miriam Moro. Se conocieron en el Superior de Comercio cuando cursaron la secundaria en la década del sesenta. Se casaron en 1974. Los dos eran peronistas y formaron parte de Montoneros. Fueron secuestrados en septiembre de 1976.
El listado de 22 personas cuyos legajos fueron restituidos este jueves se completa con: Héctor Marcelo Acoroni, Adriana Alicia Ángel, Rubén Darío Aizcorbe, Carlos Alberto Blasetti, Raúl Bustos, Cristina Costanzo, Horacio Lisandro Ferraza, Orlando Finsterwald, Ana María Gurmendi, Graciela Koatz, Eduardo Laus, Oscar Mazur, Ricardo Massa, Hugo Mattion, Analía Minetti, Odorico Montorfano, Eduardo Pérez, Alberto Pisani, Héctor Rimada y Juan Carlos Vicario.