En 2008 Luciano Fabbri escribió su tesina de grado redactada con la letra X. La usó para reemplazar al masculino como el neutro universal instalado en la lengua castellana. Apenas tipió la primera X hizo una nota al pie que decía: “Utilizo la letra X para hacer referencia a un amplio universo de expresiones de género que rebasa la bicategorización reduccionista de hombres y mujeres. Para aquellxs que sostienen el lenguaje sexista amparadxs en la economía del lenguaje esta alternativa de escribir con X podría ahorrarles un problema, y de no ser así podría al menos servir para relativizar la validez de su argumento”.
Cuando su tutora recibió el texto pensó que el Word que Fabbri usaba tenía un error de configuración. Él le aclaró que la X era intencional y ella lo aceptó. En la defensa ninguno de los jurados tuvo problema. Para Fabbri fue una suerte. Es que más de una década después apenas cuatro universidades de Argentina avalan el uso del lenguaje inclusivo o no sexista en sus reglamentos. La Universidad Nacional de Rosario (UNR) abrió el debate la semana pasada para ir en la misma dirección.
El martes de la semana pasada desde el Área de Género y Sexualidades de la UNR organizaron una mesa de trabajo para debatir, generar consensos y redactar un proyecto que regule el uso del lenguaje inclusivo o no sexista que será presentado al Consejo Superior.
La actividad reunió a docentes, estudiantes, activistas, especialistas en el tema, sindicalistas y representantes de las cuatro casas de estudio que ya aprobaron el uso.
Fabbri es parte del Área y está a cargo del proceso de elaboración del proyecto. La idea abrir la discusión a diferentes actores y actrices, tanto del ámbito universitario como del resto de la sociedad civil.
Hasta el momento tres facultades de la UNR y el Instituto Politécnico aprobaron el uso del lenguaje inclusivo o no sexista en sus reglamentos. La primera fue Psicología, que lo definió como el lenguaje que nombra a mujeres y disidencias sexuales, rompiendo con la idea del masculino como universal neutro. Después se sumaron Ingeniería y Ciencia Política y RRII, con distintas especificaciones.
A nivel nacional ya lo hicieron la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader). Durante la mesa de trabajo se discutieron los distintos reglamentos y cómo cada casa de estudio decidió regular.
Lo que no se nombra no existe
Lenguaje inclusivo, no sexista, igualitario. Con A, con E, con X. Para trabajos orales y escritos. Para comunicaciones internas. Para estudiantes, docentes, no docentes. Con todos, todas, todes. Los debates son muchos y en los últimos años tomaron la agenda pública como nunca antes.
Las universidades no están ajenas. Desde hace años las formas del lenguaje que no pongan el foco en el sujeto masculino son un uso instalado. La propuesta que aparece desde la UNR es cómo darle un marco institucional a ese cambio cultural.
En la reunión dos premisas aparecieron como una constante y que responden a debates actuales de los feminismos.
Por un lado, la idea de que lo que no se nombra no existe. La letra O no es representativa: excluye a mujeres y disidencias sexuales. La A tampoco lo es: no representa a personas no binarias o intersex que desde hace años dan la discusión por un lenguaje flexible y no encorsetado. La otra premisa es que el lenguaje no es estático y cambia todo el tiempo como cambian las sociedades. Lo que dictamina la Real Academia Española (REA) no sólo no es representativo. Tampoco es reflejo de los usos del lenguaje.
En el caso del lenguaje inclusivo, no sexista o igualitario el uso llegó para quedarse. Chicas, chicos, chiques fueron quienes hicieron visible un quiebre que se gestaba desde hacía décadas.
¿Inclusivo?
Gabby de Chicco es poeta, periodista y activista intersex no binarie. No se reconoce adentro de las categorías del lenguaje que encasillan en el binomio femenino-masculino. Pidió que al referirse a elle se sea usada la E o formas neutras.
En la reunión celebró el debate en la universidad y recordó que las disidencias sexuales plantean la disrupción en la forma de escribir y hablar desde hace décadas. También aclaró que no se trata de reemplazar letras sino de nombrar a cada persona por su identidad.
Y puso un ejemplo: “Cuando hablamos de los antiderechos, no digo les antiderechos, porque ellos no sólo no reconocen mi identidad sino que niegan derechos de mujeres y disidencias sexuales”.
Una de las preguntas que surgió es por qué usar la palabra “inclusivo” para definir una forma de usar el lenguaje. “¿Decir inclusivo no habla de un lenguaje que pide permiso? ¿No somos todas las disidencias sexuales ya parte del lenguaje?”, se preguntó la periodista Loreley Flores.
La principal demanda que apareció es cómo avanzar en que el reglamento se cumpla efectivamente. Todas, todes y todos coincidieron en que es necesario avanzar en paralelo en la sensibilización, capacitación y discusión con todos los claustros que componen la UNR y que no sea sólo un permiso para estudiantes.
La docente Mariángeles Camusso planteó que es importante trabajar con docentes para que no aparezca una “objeción de conciencia” amparada en no saber cómo corregir o en no estar de acuerdo. “Ya sucede que las tesinas de temas de género y diversidad recaen en un grupo de docentes que tenemos afinidad. La idea es que no terminemos más precarizadas”, explicó.
También tomaron la palabra estudiantes, protagonistas del debate. Contaron que para la mayoría el uso ya está instalado, sobre todo con la letra E. “Nos parece fundamental que la Universidad deje viejos moldes y responda a los debates que ya están instalados en la sociedad, porque no queremos egresades alejades de la realidad, sino que tengan la formación para transformarla”, dijo uno de ellos.
La mesa de trabajo fue pensada como una forma de poner en común todas las experiencias. El paso siguiente será la escritura de un proyecto que será presentado en el Consejo Superior.
De ser aprobado, la discusión no terminará. “Llevará tiempo que todos los claustros lo acepten e incorporen pero creemos que dar un marco institucional es el primer paso”, dijeron desde el área.