Dirigentes de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) plantaron ayer un paro en todas las líneas urbanas de colectivos urbanos de la ciudad, y pasadas las 15 todos los que iban o regresaban de sus actividades habían quedado librados a su suerte, salvo los que debían abordar colectivos interurbanos, los únicos que seguían circulando por la ciudad.
La medida se decidió en forma intempestiva y con aviso de apenas un par de horas, aunque el mayor sindicato de choferes venía advirtiendo que si no se acreditaban los sueldos, se retiraban los servicios. Así lo hicieron y a rajatablas, aunque al cierre de esta edición, tanto desde el gremio como desde el propio Ejecutivo municipal confirmaron el pago de haberes en las dos empresas estatales, Semtur y La Mixta, cuyos conductores iban a retomar actividades a partir de la cero de hoy. Otro panorama era el de Rosario Bus, la única privada del sistema y a cargo de 16 líneas, cuyo titular, Agustín Bermúdez, había advertido esta semana que no podría hacer frente al pago de salarios.
La situación repercutió en la áspera negociación por el aumento del boleto en el Concejo Municipal (ver aparte). Así las cosas, el escenario –no confirmado– a última hora de anoche era que hoy casi toda la ciudad estaría comunicada con el servicio, salvo la zona norte y noroeste, que dependen casi con exclusividad de los colectivos amarillos.
La medida de fuerza fue anunciada cerca del mediodía de ayer, cuando el titular de la UTA, Manuel Cornejo, como elemento de presión hacia las tres empresas que operan en la ciudad, acusó que los choferes no tuvieran depositado el sueldo con el aumento acordado en paritarias, un 27,8 por ciento efectivo, retroactivo a enero pasado. “Ya estamos dialogando desde hace unos días. Sabíamos que la plata no estaba acreditada, pero debíamos esperar a hoy (por ayer) que es el día de pago. Muchos trabajadores no cobraron el sueldo, otros recibieron una cifra aproximada y las empresas estatales hicieron mala liquidación de los reajustes”, justificó el dirigente sindical.
En esa línea, Cornejo fue tajante: “Si a las tres de la tarde no está depositada la plata”, horario en el que cierran los bancos, “se cortan todos los servicios”. Y así fue. Desde ese momento, las paradas comenzaron a plagarse de personas que, desesperanzadas tras aguardar inútilmente, se resignaban a buscar un taxi –que a esa altura pasaban ya ocupados– o a caminar.
Muchos apelaban a líneas interurbanas como el 35/9, Expreso, A, M y GM que circulaban con normalidad, pero con otros mecanismos de pago: tienen la “Tarjetita”, un sistema propio, y cambio justo, sin vuelto, ya que el pago en billetes se deposita en una caja de seguridad para protección de los choferes.
A medida que avanzaba la jornada se iba diluyendo también la posibilidad de que el Concejo aprobara la suba que en la víspera –y en una sucesión más maratónica de negociaciones– no había podido. Es la que está contenida en el despacho aprobado por los cuatro miembros del oficialismo en la comisión de Servicios Públicos, y supone un reajuste del 20 por ciento en forma inmediata, llevando el pasaje urbano a 6 pesos, y una segundo del 12,5 por ciento el 1º de noviembre, que lo hubiera puesto en 6,75 pesos. En cambio, no pocos ediles fueron más refractarios a un aumento, frente a la presión que le insuflaba la huelga de conductores.
Un cambio de situación lo marcó la confirmación de que se habían depositado los montos correctos en las dos empresas estatales y que se estaban acreditando los pagos a último momento. De este modo, los colectivos de estas empresas iban a volver a circular, dijeron desde la misma UTA.
En ese marco, la secretaria de Servicios Públicos, Clara García, destacó el “enorme esfuerzo” que representó para el Ejecutivo municipal haber afrontado los pagos: “Implica haber terminado todas las partidas presupuestarias que había para este año”, dijo a LT3.
Mientras tanto, desde Rosario Bus ya habían confirmado que el dinero no iba a estar depositado en las cuentas de los trabajadores, lo que con el mismo criterio gremial iba a prolongar la medida de fuerza en las líneas que administra. Cómo y hasta cuándo, seguía siendo una incógnita.
El Concejo volvió a dividirse y primó el “no”
Y no hubo caso. El Concejo Municipal sesionó ayer en el marco de una interminable jornada de nuevas negociaciones, sin que se avanzara en acuerdo alguno entre el oficialismo y distintos sectores de la oposición sobre el aumento del boleto. El tema pasó, una vez más, de jornada: a pedido del titular del bloque Socialista, Manuel Sciutto, volvió a comisión, y en la mañana de hoy se volverá a reunir Servicios Públicos, en un esfuerzo más por acercar posiciones. Si lo logran –y en rigor algunas chances aparecían– la idea era realizar una nueva sesión por la vía de la “autoconvocatoria” o bien por un llamado de la intendenta Mónica Fein a sesionar. Y si no, la misma alternativa se barajaba para mañana, casi tres décadas después de que hubiera una sesión un día sábado, también por el precio del boleto y también en un marco de huelga en el transporte.
Sin novedad, los concejales arrancaron minutos antes de las cinco de la tarde la sesión que había sido convocada para las 12 del mediodía y que, en rigor, se iba a realizar en la víspera, ya que ayer era el día de cierre de campañas para las primarias.
Los ediles se sentaron en sus bancas tras un primer intento, un par de horas antes, de iniciar la sesión, que lo encontró al titular del cuerpo, Miguel Zamarini, prácticamente en soledad en el estrado, mientras el timbre que convocaba al plenario seguía sonando.
Cuando al fin hubo quórum, el recinto se colmó. Y tras dedicar la primera hora de sesión al temario acordado, se abrió el juego para discutir sobre el boleto. Más de la mitad de los ediles participaron del debate, pero en los primeros minutos todo estaba claro: el oficialismo no había podido sumar voluntades más allá de los 10 votos con que contaba, sobre 24, insuficiente para forzar un desempate con el doble voto del titular del cuerpo como ocurrió en otras ocasiones en años previos. Y las distintas fracciones opositoras se negaban a debatir un aumento sin discutir el servicio.
Peor aún, en un marco sacudido por el paro de colectivos, los ediles de la oposición no sólo volvieron a rechazar el aumento del boleto como principal alternativa para equilibrar el sistema, sino que apuntaron hacia el titular de la concesión de Rosario Bus, Agustín Bermúdez: “El 31 de agosto vence la concesión, ¿se la vamos a prorrogar?, se preguntó la kirchnerista Norma López en medio del áspero debate. Nadie habló, en cambio, sobre el paro sindical, salvo una tibia referencia de Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular que marcó que decidido así, la medida de trabajadores “perjudicó a otros trabajadores”.
Con todo, y cuarto intermedio mediante, el debate que había abierto Carlos Comi, del ARI-Coalición Cívica, recordando que el estudio de costos que arrojó 6,65 pesos correspondía “al mes de abril” –por lo que a esta altura la brecha sería mayor– cerró con el pedido de vuelta a comisión del dictamen de mayoría. Esto, pese a que el primer pedido fue sólo tratar el aumento inmediato del pasaje a 6 pesos, y no de la segunda parte. Así las cosas, como en anteriores debates –como el que llevó a crear la tarjeta de uso frecuente y el boleto universitario– volvió a surgir como llave para destrabar el radical Jorge Boasso: su idea admitiría un boleto a 5,50 pesos, siempre que se traten otras alternativas para alimentar el Fondo Compensador.