Una cantidad ínfima de fentanilo, equivalente a unos granos de arena, basta para impedir que una persona respire. Este opiáceo sintético es insípido, inodoro e invisible cuando se mezcla con otras sustancias, y los consumidores de drogas a menudo no son conscientes de su presencia.
El empresario biotecnológico Collin Gage se ha propuesto proteger a la gente contra los efectos letales de esta droga. En 2023, se convirtió en cofundador y CEO de la compañía ARMR Sciences para desarrollar una vacuna contra el fentanilo. Ahora, pone en marcha un ensayo para probar su vacuna en personas por primera vez. El objetivo: evitar muertes por sobredosis. «Se me hizo muy evidente que, al evaluar el panorama de los tratamientos, todo lo que existe es reaccionario. Pensé: ¿por qué no estamos previniendo esto?», cuenta Gage.
El fentanilo no es un juego
Cincuenta veces más potente que la heroína y cien veces más que la morfina, el fentanilo fue aprobado por primera vez por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en 1968 como analgésico y anestésico intravenoso. Ya entonces se reconoció su potencial de abuso, y los médicos solo podían obtenerlo en combinación con el sedante droperidol en una proporción de 50:1 de droperidol a fentanilo.
Barato de fabricar e increíblemente adictivo, el fentanilo se encuentra ahora en drogas callejeras y pastillas falsificadas, porque aumenta su potencia y reduce costos. Esta droga es la principal causante de muertes por sobredosis en Estados Unidos y la primera causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 45 años.
La naloxona, conocida por la marca Narcan, puede revertir rápidamente las sobredosis causadas por el fentanilo y otros opioides. La distribución generalizada del medicamento contribuyó a un descenso del 24% de las muertes por sobredosis en EE UU en 2024. Funciona adhiriéndose a los receptores opioides de todo el cuerpo y desplazando las moléculas opioides que están allí adheridas.
Pero una vacuna como la que está desarrollando ARMR Sciences se administraría incluso antes de que una persona se encontrara con la droga. Gage lo compara con un chaleco antibalas o una armadura, de ahí el nombre de la empresa: «Se trata de algo que podría cambiar por completo el paradigma del tratamiento de las sobredosis, ya que no requiere que alguien lleve consigo el tratamiento», afirma Gage.
Las vacunas contra los opiáceos se propusieron inicialmente en la década de 1970, pero tras el fracaso de los primeros intentos con vacunas contra la heroína, se abandonó gran parte de la investigación. La moderna epidemia de opiáceos ha hecho resurgir el interés, con el respaldo del gobierno estadounidense.
Cómo funciona la nueva vacuna
La vacuna experimental de ARMR está diseñada para neutralizar el fentanilo en el torrente sanguíneo antes de que llegue al cerebro. Mantener el fentanilo fuera del cerebro evitaría la insuficiencia respiratoria que se produce en caso de sobredosis y que causa la muerte, así como el subidón de euforia que se produce al tomar fentanilo.
La idea básica de la inyección de ARMR es la misma que la de cualquier otra vacuna. Entrena al sistema inmunitario para que produzca anticuerpos que reconozcan a un invasor extraño. Pero como el fentanilo es mucho más pequeño que los patógenos a los que se dirigen nuestras vacunas actuales, no desencadena una respuesta natural de anticuerpos por sí solo. Para estimular la producción de anticuerpos, ARMR ha emparejado una molécula similar al fentanilo con una proteína «portadora», una toxina diftérica desactivada que ya se utiliza en varios productos médicos aprobados.
Si una persona vacunada se encuentra con fentanilo, los anticuerpos de la sangre se unirán al fármaco e impedirán que llegue al cerebro. Normalmente, las moléculas de fentanilo pueden atravesar la barrera hematoencefálica con facilidad, en parte debido a su pequeño tamaño. Pero las moléculas de fentanilo con anticuerpos unidos serían demasiado grandes para atravesarla. ¿El resultado? No hay subidón ni sobredosis. Las moléculas de fentanilo unidas a anticuerpos acabarían eliminándose por la orina.
La vacuna se basa en un trabajo de la Universidad de Houston, con colaboradores de la Universidad de Tulane que diseñaron un adyuvante derivado de la bacteria E. coli para potenciar la respuesta inmunitaria a la vacuna. En ratas, la inyección bloqueó entre el 92% y el 98% de la entrada de fentanilo en el cerebro e impidió los efectos conductuales de la droga. Los efectos duraron al menos 20 semanas en las ratas, lo que Gage cree que podría traducirse en un año de protección en las personas. «El gran avance de los últimos cinco o seis años ha sido la tecnología adyuvante que podemos utilizar ahora, que provoca una respuesta extremadamente fuerte del sistema inmunitario», afirma.
El ensayo de fase 1/2 de ARMR, que está previsto que comience a principios de 2026, reclutará a unos 40 adultos sanos en el Centro de Investigación de Fármacos en Humanos de los Países Bajos. La primera parte del ensayo evaluará la seguridad de la vacuna y determinará la mejor dosis. Los voluntarios recibirán una serie de dos inyecciones en dosis variables, y los investigadores medirán sus niveles de anticuerpos en sangre. En la segunda parte, un pequeño grupo de participantes recibirá una dosis médica de fentanilo para que los investigadores puedan estudiar hasta qué punto la vacuna bloquea sus efectos. Gage afirma que ARMR eligió el centro holandés por su experiencia en la realización de estudios sobre la naloxona y el nalmefeno, otro medicamento que revierte la sobredosis de opiáceos.
La empresa está probando una vacuna inyectable en este estudio, pero también está estudiando una formulación oral, parecida a una tira de Listerine, para futuros ensayos.
Marco Pravetoni, fundador y director científico de CounterX Therapeutics, ha estado estudiando vacunas contra los opioides en su laboratorio de la Universidad de Washington, pero cree que una terapia de anticuerpos monoclonales de acción más corta es más viable comercialmente en este momento, dada la hostilidad de la administración Trump hacia las vacunas. El anticuerpo inyectable que su empresa está desarrollando está destinado a proporcionar protección durante un mes contra la sobredosis. Refiere que el producto está destinado a pacientes de alto riesgo, como los que están en programas de recuperación de adicciones. La empresa, con sede en Seattle, está preparada para iniciar un ensayo inicial en humanos a principios de 2026.
«Creemos que un mes de protección está muy bien como red de seguridad», afirma Pravetoni. Sería comparable a Vivitrol, un inyectable de venta con receta que se utiliza para prevenir las recaídas en adultos con dependencia del alcohol o los opiáceos y que dura aproximadamente un mes.
Una gran incógnita a la que se enfrenta el desarrollo de una vacuna o tratamiento con anticuerpos contra el fentanilo es si una dosis suficientemente grande de la droga podría eludir los anticuerpos y llegar al cerebro. Sharon Levy, especialista en medicina de la adicción del Hospital Infantil de Boston, que ha trabajado en vacunas contra el fentanilo y es una de las asesoras científicas del ARMR, defiende que es posible: «Solo habrá un número limitado de anticuerpos».
Posibles complicaciones y el futuro
En el tratamiento de la adicción, Levy afirma que siempre existe el riesgo de que los pacientes intenten anular los efectos de una medicación bloqueadora de opiáceos prescrita tomando una dosis elevada de un opiáceo, lo cual es muy peligroso, pero afirma que esto es poco frecuente.
Levy y sus colegas han realizado encuestas sobre la aceptabilidad de una vacuna contra el fentanilo. En su opinión, un grupo objetivo importante serían los adolescentes y adultos jóvenes que pueden verse expuestos accidentalmente al fentanilo al consumir drogas callejeras. Las personas con un trastorno por consumo de opiáceos que están en tratamiento activo también serían buenas candidatas para la vacunación: «En general, nuestra experiencia ha sido que la gente estaría interesada en esto». A Mike Selick, director de capacitación y movilización comunitaria de la National Harm Reduction Coalition (Coalición Nacional para la Reducción de Daños), le preocupa que una vacuna contra el fentanilo pueda bloquear los efectos de otros opiáceos, dejando a las personas vacunadas con pocas opciones de analgésicos si alguna vez los necesitaran.
En estudios con animales, el equipo de la Universidad de Houston no encontró ninguna reactividad cruzada con otros opiáceos comunes para el tratamiento del dolor y la adicción, como la buprenorfina, la metadona, la morfina o la oxicodona. Pero la falta de reactividad cruzada tiene un inconveniente. Significa que las personas pueden sufrir una sobredosis con otros tipos de opiáceos y colocarse con ellos.
Gage sabe que una vacuna contra el fentanilo no es una solución perfecta. Aunque funcione, no acabará con la epidemia de opiáceos ni curará la adicción a los mismos. No evitará por completo que la gente busque drogas. Pero podría ser otra herramienta para ayudar a prevenir las muertes por sobredosis. «Lo que intentamos hacer es poner algo de innovación y nueva tecnología al servicio de este problema, porque creo que lo necesitamos desesperadamente», concluye.