El laboratorio argentino Richmond será el productor local de la vacuna Sputnik V contra el covid-19. La novedad se confirmó con la firma de un acuerdo preliminar y de cooperación científica con el Fondo soberano Ruso de inversión y la participación de Hetero Labs Limited, compañía establecida en la India con la que la firma local mantiene una alianza estratégica desde hace 25 años. Como correlato, se prevé la construcción de una planta en la ciudad bonaerense de Pilar de acá a un año.
La vacuna Sputnik V, diseñada y producida por el Instituto Gamaleya de Rusia, fue la primera disponible en la Argentina, tras el segundo acuerdo para la provisión que firmó el gobierno nacional, luego del rubricado con Oxford-AstraZeneca.
El memorándum lo rubricaron en Moscú Tagir Sitdekov, en representación del fondo ruso, y Marcelo Figueiras, presidente de Richmond de Argentina.
La construcción de la nueva planta de alta tecnología productora de vacunas en la Argentina tiene como objetivo, además de producir la Sputnik V, poder elaborar otras vacunas.
El acuerdo científico apunta a que desde la Argentina pueda producirse a escala, para abastecimiento propio y de la región, la vacuna diseñada en Rusia.
En Pilar, todo el proceso
La planta de alta tecnología que se proyecta levantar en Pilar, donde ya tiene su sede el laboratorio Richmond, permitirá contemplar tanto los procesos de formulación como de rellenado, a diferencia de lo que sucede con la elaboración local de la vacuna de AstraZeneca, cuyo principio activo se produce en la Argentina pero su envasado y distribución se completa en México.
La inversión estimada para la nueva planta está entre los 70 y los 100 millones de dólares.
La rusa, adenovirus
La vacuna Sputnik V no posee ningún elemento del coronavirus en su composición, se presenta en forma liofilizada, es decir, como un polvo que se mezcla con un excipiente para disolverlo y luego administrarlo por vía intramuscular.
El fármaco utiliza una tecnología de adenovirus humano de dos vectores diferentes, Ad5 y Ad26, para una primera y una segunda inyección, que son diferentes. No contiene adenovirus humanos vivos, sino vectores adenovirales humanos –vehículos que pueden introducir material genético de otro virus en una célula para generar anticuerpos– que no son capaces de multiplicarse y no implican riesgo.