En un hilo de tweets el periodista Alejandro Wall analiza qué significa la derrota en las elecciones de Boca Juniors para el macrismo. “Ningún club de fútbol tuvo tanta influencia de un partido político como ocurrió con Boca y el PRO durante los últimos 24 años. En rigor, el PRO se formó diez años después del ingreso de Macri a Boca, en 1995. El club fue la base de su lanzamiento político, fue su laboratorio”, analiza el periodista deportivo. Para Wall, los dirigentes macristas, mientras Román la rompía en Boca, le decían «el negro» entre ellos. Lo ninguneaban, lo despreciaban. Porque no les rendía pleitesía y, por supuesto, por una cuestión clasista. Lo echaron del club. La venganza de Román es una reivindicación de clase.
Para Wall, el triunfo de Jorge Amor Ameal pone fin a una hegemonía. “Es cierto que él fue dirigente de ese oficialismo, como otros, pero no era de los puros. No hay que confundir haber sido parte de la dirigencia -las dirigencias siempre son heterogéneas- con ser del aparato PRO de Boca”, agrega.
Ameal fue presidente dos años a partir de la muerte de Pedro Pompilio. Era su vicepresidente. Acompañó en la fórmula presidencial al empresario Pedro Pompilio el 1 de junio de 2008. Sin embargo, debió asumir su primera presidencia el 5 de noviembre de ese mismo año debido a la muerte de Pompilio el 30 de octubre. Pero fueron precisamente los dirigentes PRO los que le bombardearon la gestión desde adentro. Nombro dos, uno ya muy conocido: Daniel Angelici y Oscar Ríos, ex funcionario porteño.
Otro episodio que recuerda el periodista es que en 2010, Ríos llegó a ir a votar contra la renovación del contrato de Juan Román Riquelme el mismo día del derrumbe del gimnasio de Villa Urquiza, donde murieron dos personas. Ríos era nada menos que director de la Agencia de Control Gubernamental. A Macri no le quedó otra que echarlo.
Macri mostraba los logros en Boca en la página web del PRO. Era su presentación de éxito, a pesar de que el primer año gastó 45 millones de dólares en jugadores y triplicó el pasivo de Boca. Se recuerda poco la etapa pre Bianchi.
“Boca era tan PRO que todos los nexos del macrismo pasaban por ahí. En su dirigencia se formaron futuros funcionarios como Andrés Ibarra, Christian Gribaudo o Francisco Quintana. El fiscal Stornelli fue jefe de seguridad. Boca se convirtió en el semillero PRO”, recuerda.
Wall explica que como todo se mezclaba, Boca se vio envuelto en escándalos ajenos. El comisario Fino Palacios, señalado por encubrimiento en el caso AMIA, primer jefe de la Metropolitana, fue gerente de seguridad. Y el que llevó a Ciro James, el espía implicado en las escuchas ilegales.
¿Quién conocía a Angelici antes de Boca? ¿Y de dónde salió María Eugenia Vidal? Vidal comenzó su relación con Macri en la Fundación Boca Social. Antes había estado en el Grupo Sophia, pero Boca sirvió al salto. Y hasta hace poco tanteó volver a refugiarse ahí.
“Por eso, no se trata de hacer un análisis de ADN a cada integrante de la lista de Ameal, se trata de ver cómo funciona el aparato. Esta madrugada los derrotados fueron Angelici y Macri. La jugada de Riquelme fue letal para el aparato. El PRO ya no puede tener a Boca como propio”, analiza.
Y destaca el papel de Riquelme en la magistral jugada. “Román fue la llave. No hay duda, su presencia explica el aluvión de socios y socias. Y también transmitió una épica. El ingreso a las carpas cantando fue la imagen del día. No quita que movimientos como los de Coti Nosiglia (dirigente del radicalismo) y la unidad con otros dirigentes también fueron clave”.
Dice Wall: “Las vueltas de la vida política. Nosiglia fue importante para Macri en el 95. También lo fue hacia adentro del radicalismo para formar Cambiemos y que llegue a la presidencia. Riquelme también fue clave adentro de la cancha. Ahora fueron nombres que le dieron el trago amargo”.
Los dirigentes macristas, mientras Román la rompía en Boca, le decían «el negro» entre ellos. Lo ninguneaban, lo despreciaban. Porque no les rendía pleitesía y, por supuesto, por una cuestión clasista. Lo echaron del club. La venganza de Román es una reivindicación de clase.
Últimos apuntes sobre Boca, sostiene Wall:.” Que un ídolo no sólo identifique con el club sino que le ponga el cuerpo es saludable. La votación de mujeres, arrasando por la oposición, y el aluvión de socios y socias para votar contra todas las maniobras oficialistas son datos a tener en cuenta”.
Es posible que sin Madrid esto no sucediera, pero no se puede simplificar tanto. No fue el último año, fue un desgaste de muchos años, de abuso de poder, de expulsar al socio, de convertir un club popular en el territorio de una elite política y empresarial. Obvio, esto impacta en la política nacional. No sólo porque Macri pierde el control del mayor padrón del fútbol argentino. También porque habrá que seguir los movimientos de la interna radical entre Angelici y Nosiglia. Y si eso pega hacia la continuidad de Juntos por el Cambio.