Eran tiempos en que el sindicalismo tenía mucho peso en la cúpula de la pelota. Mientras el presidente de la AFA, Bracuto (ex titular de Huracán), era director del servicio médico de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el segundo hombre fuerte del fútbol argentino era Paulino Niembro, dirigente de Nueva Chicago y padre de Fernando (periodista con varios pasos por la política), también de la UOM, uno de los gremios más poderosos del país.
Bracuto tenía una muy buena relación con Botti y estaba a favor de Newell’s: incluso, supuestamente, se había comprometido con el presidente leproso para garantizarle la sede del 78. Pero Niembro, cercano a los dirigentes de Central, hacía fuerza por los canallas.
El Comité Ejecutivo de la AFA también estaba dividido: sus integrantes tenían posturas encontradas. Quien se moviera más rápido ganaría, y lo hizo Niembro el 13 de diciembre de 1974, el día que armó la votación en la AFA y le ganó a Bracuto.
Según contó Rodenas años más tarde: “Estábamos 5 a 5 en el Comité Ejecutivo de la AFA. Hablé con Lorenzo Miguel (otro dirigente de peso en la UOM) y me contó que Bracuto le dijo que a la noche iban a tratar el tema. Ahí Vesco (Víctor, presidente de Central) habló con Leyden (Santiago, presidente de Ferro), lo trabajó y lo convenció. Fue él quien desniveló la votación. El otro que nos ayudó mucho fue el dirigente metalúrgico Eugenio Blanco”.
Muerto Perón en julio de ese año, Niembro tenía más influencia con los gremios. Bracuto se enojó con la movida en contra de su interés por Newell’s, pero siguió en su cargo hasta el 24 de marzo de 1976, cuando –como el resto del país- caería ante el golpe de Estado.