Muchos afirman que los grandes momentos de la vida son únicos e irrepetibles y que cada vez que uno los evoca, el simple recuerdo suele estar acompañado de una fuerte sensación de nostalgia al verse privado de no tener la chance de detener el tiempo en ese mismísimo instante de gloria.
Pero hay situaciones y protagonistas que desafían esa premisa elemental e inmutable. Y en una ciudad tan atípica y maravillosa como Rosario, donde la pasión por el fútbol supera los límites de lo que la gran mayoría llamaría como “normal”, hay dos historias que brillan con muchísima más intensidad que el resto.
La Palomita de Poy y la Zurda de Zanabria forman ya parte elemental de la idiosincrasia de la ciudad. Están grabadas en el ADN de Leprosos y Canallas a tal punto que ahora, casi 50 años después, se hace cada vez más difícil saber en qué punto arranca la historia oficial y cuando la ficción ya se adueñó por completo de la realidad.
Es que la gesta de uno y otro se contó ya tantas veces y se le fueron agregando tantos detalles con el paso del tiempo que, a esta altura, las nuevas generaciones repiten lo que les contaron sus padres y abuelos como un loro, muchos sin tener plena conciencia de lo que significó esa zurda bendita de Zanabria para Newell’s y ese vuelo sagrado de Poy para Central.
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De lo que nadie duda es lo que significaron ambos goles. Ese 19 de diciembre de 1971 el Canalla superó al rival de toda la vida en el estadio Monumental y apenas tres días después se coronó campeón por primera vez en su historia. Y el mismo desenlace se dio el 2 de junio de 1974 en el Gigante de Arroyito, cuando la Lepra se repuso de un 0-2 ante el rival de toda la vida para sumar la primera estrella a su escudo.
“Yo nunca le pego tan fuerte… alguien me empujó la zurda. Desde el suelo alcancé a ver que pasaba cerquita del travesaño y se iba para adentro. Después, no vi nada más. Sólo sentí el alarido de la tribuna”, reveló Mario Nicasio, quien tras el gol se trepó a lo más alto del alambrado para celebrar con los hinchas rojinegros.
“Fue un centro desde la derecha y a la carrera del Negro González. Como vi que no llegaba con el pie, me tiré y la calcé de lleno con la cabeza”, recuerda Aldo Pedro la espectacular maniobra que ya forma parte de la memoria colectiva del pueblo canalla y que durante años recreó para delirio de los hinchas como el magnífico Roberto Fontanarrosa, quien convirtió su gesta en un bellísimo y desopilante cuento en el cual mezcla la realidad con la ficción.
El Negro…canalla de ley y ciudadano ilustre de la ciudad. Narrador incansable y dueño de una imaginación única que reflejó como nadie el sentir popular de su amada Rosario, donde los nombres de Mario Nicasio Zanabria y Aldo Pedro Poy quedaron grabados a fuego por el grito más sagrado de todos: “Goooooooooollll”.
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