El conflicto en el Ministerio de Seguridad estalló esta semana. Con más de 214 homicidios, balaceras a la orden del día, que se ignoraban cuando afectaban a los barrios y causaban muertos, pero generan escozor en el centro, la necesidad de una respuesta por parte del Estado es un imperativo impostergable.
El paso de Marcelo Sain por el Ministerio de Seguridad no fue sencillo. Ni tampoco su paso por el Organismo de Investigaciones del Ministerio Público de la Acusación. La búsqueda de enemigos en la Legislatura, la Corte, en la Policía, hasta en los mismos santafesinos en una ciudad que iba agigantando sus problemas se seguridad, se fue transformando en un problema que todos los actores políticos sabían que iba a estallar. La causa por el cobro de coimas sobre el juego clandestino se llevó puesto a dos fiscales; parecía tener como blanco al senador Armando Traferri pero después las acusaciones comenzaron a extenderse. Mientras tanto, las muertes se acumulaban al igual que las balas, y para eso no había respuestas. Con 7 jefes policiales en 21 meses, y la jefatura de Policía de la ciudad más complicada de todo el país acéfala, la falta de plan o de conducción queda en evidencia.
Cuando Sain dejó el Ministerio asumió Jorge Lagna. La idea era que se mantuviera ahí hasta el 20 de diciembre, cuando la mano derecha de Sain, Germán Montenegro, cumpliera los dos años necesarios por ley en la provincia de Santa Fe para asumir el cargo. Todo el equipo de Sain quedó a la espera de que se cumplieran los plazos. Pero la mala relación entre Lagna y “los porteños” -como llamaban en el gobierno a los colaboradores de Sain- fue de mal en peor. Y antes de llegar a ese 20 de diciembre, una fecha compleja en el recuerdo de los santafesinos, el avance de la causa judicial por espionaje ilegal contra Sain determinó que el gobernador Omar Perotti se decidiera por Lagna, que a estas horas está solo en el Ministerio y se espera que este lunes anuncie a sus nuevos colaboradores. Todo es un misterio.
Hasta hace una semana, la idea era otra. Sain fue nombrado como colaborador del ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, y junto a él se llevaba a parte de su equipo. En Santa Fe quedaba Germán Montenegro y se pensaba desde Nación en una política de seguridad intensa, donde el problema de Santa Fe era una prioridad.
Ahora todo es incertidumbre. Una causa de espionaje ilegal contra empresarios, políticos y periodistas tiene una gravedad que se minimizó, pero que mantenía activos a los fiscales de la ciudad de Santa Fe. Sólo se conocía la situación irregular denunciada por la auditora del MPA María Cecilia Vranicich, que presentó en la Legislatura y en la Fiscalía. Habló de gravedad institucional, aunque los detalles no se filtraron en los medios. De todos modos, lo que en agosto del 2021 presentó Vranicich era un informe que revelaba actos irregulares en escuchas realizadas por el Organismo de Investigaciones (OI) cuando Marcelo Sain era ministro de Seguridad en Santa Fe. Si bien desde el organismo a su cargo Vranicich sólo investiga la actuación de la ex jefa de Inteligencia en la zona sur Débora Cotichini, se presentó ante los legisladores ya que una de las sospechas que pesa sobre esta funcionaria es haber entregado al ex ministro Marcelo Sain información no autorizada: un carpetazo usando recursos del Estado, y de un poder que no es el Ejecutivo, del cual Sain formaba parte, y el acceso a una escucha legal a la que sólo hubiese podido acceder si en ese momento no tenía licencia como titular del OI.
Pero los operativos que se hicieron el viernes tienen que ver con otra cosa. La Fiscalía de Santa Fe investiga el armado de carpetas con datos del perfil y detalle de conversaciones telefónicas de empresarios, políticos y periodistas. Entre los nombres aparecen dirigentes de todos los partidos, del oficialismo y de la oposición, e incluso de varios integrantes del actual gabinete del gobernador Omar Perotti. “Casualmente los que se peleaban con Sain”, revelaron.
La tentación de las escuchas ilegales que suele aparecer como algo común en Buenos Aires y ya se llevó puesto a un fiscal en Rosario (por escuchar a su ex pareja y a su entorno) sigue siendo un problema. Aunque por ahora, en este caso, no hay constancia de que hayan existido, sino que se trata de carpetas con información recolectada, aunque se desconoce con qué fin.
Lo cierto es que antes de que los funcionarios abandonaran el Ministerio, la Fiscalía apuró una especie de allanamiento donde secuestraron teléfonos y documentos. Ahora el Ministerio, que ni siquiera cuenta con un jefe de Policía para Rosario, quedó en manos de Lagna, que este lunes anunciará quiénes lo van a acompañar.
La crisis es fuerte. Se ve en la calle todos los días. Un páramo desierto por la noche, donde tampoco hay taxis, donde reina el temor. De alguna forma hay que salir, pero no queda claro cuál es el plan. Y se ve en la política, donde las internas entre pares dejan un gusto amargo y lo distancia de la necesidad de empezar a solucionar el problema.
No son pocos los que piden diálogo. Desde el propio PJ, el ex ministro de Defensa Agustín Rossi pidió más de una vez generar un gran consenso político para buscar una solución al problema. Pero no ocurrió. Ahora el gobernador convocó a los legisladores. Y no es claro cuál es la postura de Aníbal Fernández, un intérprete fundamental en este concierto ya que es desde su cartera donde se aportan uniformados, inteligencia y tal vez un plan.
El discurso de Sain venía de la mano de la seguridad democrática, un plan que incluía un paquete de leyes que buscaba, entre otras cosas, mejorar la Policía. Ahora, los legisladores piden la ley de emergencia en seguridad. Pero, ¿cúal es el plan?. Otro de los temas que se colaron en la discusión es el de la autonomía municipal, poniendo como ejemplo al desempeño de la Policía porteña. Claro que después de que agentes de Caba vestidos de civil se cobraran la vida de Lucas, un pibe que jugaba al fútbol en Barracas, y se conocieran las actividades paralelas de la Policía de Larreta, nadie volvió a hablar de autonomía.
Por lo pronto todo es incertidumbre. La unión parece el camino pero los lazos están rotos tanto con la oposición como en la propia interna del PJ.