Después de dos horas y media de show, cuando el escenario expulsaba papelitos plateados sobre la platea que sumaba más de ocho mil personas, Lali Espósito no disimuló su emoción. Las cámaras, que durante todo el concierto habían tomado primeros planos de la artista, captaron las lágrimas. Mientras tanto, el cuerpo de baile que demostró su potencia durante todo el concierto se acercaba para abrazarla y la banda que la acompañó tocaba los últimos acordes de “Boomerang”, el segundo y último tema de los bises. Así, Lali se despidió este domingo de su público local con el que se reencontró después de tres años en el marco de su Disciplina Tour.
En vivo Mariana, tal el verdadero nombre de esta artista que comenzó su carrera siendo muy chica en tiras como Rincón de Luz o Floricienta, mostró esas dos facetas que, cada uno puede imaginar, son las que marcan una gran cercanía con sus seguidores. Por un lado, está la Lali diva, al frente de un show que contó con cuatro cambios de vestuario, coreografías puntillosamente ensayadas, un virtuoso cuerpo de baile y una postura y energía que colmaban el escenario.
Pero por otro lado está la versión de Lali sin divismos, la que en los intervalos entre temas habló con el público, se mostró sorprendida por la cantidad de gente que se acercó a verla, leyó los carteles o al menos aquellos que eran aptos para menores (entre el público había muchos niños y niñas), brindó espacio para el colectivo de Varones Trans no Binaries de Santa Fe, permitió que Lucas le propusiera matrimonio a Leo en vivo, saludo a quienes en los últimos días habían acampado en las inmediaciones del Salón Metropolitano donde tuvo lugar el show para conseguir una buena ubicación, perdió un Piedra, Papel o Tijera con una fan y lloró.
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Las remeras rojas, el glitter, los peinados tirantes de dos colas o dos rodetes y los padres y madres sosteniendo a sus hijos o hijas en los hombros para que vean, era el panorama del espacio del Alto Rosario Shopping alrededor de las 20 del domingo. Cada vez que las pantallas mostraban las ubicaciones de las salidas de emergencia o puestos de hidratación los gritos aturdían, la ansiedad se notaba en el aire. Incluso un Minion inflado con gas elio flotaba en el salón y daba cuenta de que el show iba a ser presenciado por muchas y muchos niños.
Pasadas las 20.30 y con “Eclipse”, Lali abrió un show de dos horas y media, en principio, vestida con un enterito y campera de cuero y un profuso cuerpo de baile. Después de “Soy tu asesina” llegó el saludo. Cuatro veces repitió el “Buenas noches Rosario” que la gente arengo siempre un poco más fuerte. “Gracias por los looks. Vi que estuvieron acampando, gracias”, dijo sin disimular su emoción.
El escenario contaba con pantallas gigantes dispuestas como en forma de T y dos más grandes a los costados que permitían ver a quienes habían quedado más atrás. En los huecos de la T central, los instrumentistas, y ella al frente.
“¿Están listos para el mejor show de su vida?”, dijo Lali y arranco la cosa. “Tu novia”, “Fascinada”, “Somos amantes” y “Bailo pa’ mi” se sucedieron mientras ella cantaba y bailaba primero sola y después acompañada por su cuerpo de baile. “Hay mucha data carteril”, dijo. “Es el festival del cartel”, dijo con humor cuando frenó la música y todos y todas las presentes aprovecharon para levantar sus pancartas. Pero en ese momento pidió que los bajen para favorecer la vista y prometió leerlos más tarde.
Una segunda parte del show empezó con un video. Allí se podía ver a Cher y escuchar su celebré anécdota. “Usted ha dicho que un hombre no es una necesidad, sino un lujo”, le dijo una periodista. “Un hombre es como un postre, cierto”, confirmaba la cantante. “Que nadie me malinterprete: me encantan los postres y me encantan los hombres. Son lo mejor. Pero no los necesitás para vivir. Mi madre solía decirme «¿Sabes, hija? Algún día deberías sentar cabeza y casarte con un hombre rico». Mi respuesta fue: Mamá, yo ya soy un hombre rico»”.
Con un vestido entallado de flecos dorados Lali apareció poco después para cantar “Diva” y tras una cuenta regresiva hacer “Histeria”, “Irresistible” y “Soy”, temas en los que desfiló y posó como la diva argenta que postula ser en esas canciones.
Tras un apagón, Lali tomó el micrófono para anunciar “uno de los momentos más emotivos del show”. “Cada año que pasa esta canción tiene más sentido. Este es, dicho por ustedes, nuestro himno”, dijo, e interpretó “Ego”. Todos los celulares se levantaron para filmar el momento que tomó otra dimensión cuando la canción terminó sobre el escenario, pero siguió siendo cantada por los y las presentes. Ella, que fue acompañando el momento con frases de la canción, no dudo en agradecer: “Gracias Rosario por este momento”. Salió y volvió a entrar, el público quería hacerlo una vez más y así pasó.
La tercera parte del show empezó con las pantallas reproduciendo videos de Tick Tock. Lali, como muchos otros artistas, propone con cada canción un paso, una coreografía que seguidores y seguidoras reproducen, suben a las redes sociales y comparten. En esta parte, tanto la cantante como sus bailarines y bailarinas aparecieron con ropa más urbana y fluorescente y contó con las interpretaciones de “Lo que tengo yo”, “Ladrón” y “Una na”.
Después leyó carteles. “Hay algunos que no se pueden leer, vamos a fingir demencia”, bromeo. Una Bandera Argentina llegó hasta el escenario, Varones Trans y no Binaries de Santa Fe había logrado su cometido. Después de mucha previa, llegaron a la diva que leyó el logo, abrió la bandera y les brindó su apoyo.
Fueron muchas las veces que Lali se pronunció a favor de la ampliación de derechos de mujeres y disidencias. En 2018 levantó el pañuelo verde en apoyo a la despenalización del aborto al finalizar su show en los Grammy latinos y, entre muchas otras cosas, su tema furor del momento es “N5” cuya historia es un romance de pasión y baile entre dos mujeres.
También en esa parte se disputó en un Piedra Papel o Tijera con una fan que pedía “Reina”, un tema que Lali contó no estaba en la lista del show. “Viste cómo es esto”, dijo entre risas. Pero la diva perdió y cumplió un rato después, seguramente cuando el armado del concierto lo permitió, cantando a capela el tema que la seguidora suertuda le había pedido.
En la lista del show también estuvieron las colaboraciones “No puedo olvidarte” y de “Sin querer” (con Mau y Ricky haciendo su parte grabada en audio) y “Caliente”, un tema que realizó con el cantautor y drag queen brasileño Pabllo Vittar, entre otras.
Ya de pantalón y top rosas con brillos, Lali volvió al escenario después de un nuevo apagón que daría lugar a nada más y nada menos que a una propuesta de matrimonio. “¿Dónde está Lucas?”, dijo. El joven estaba en primera fila con su pareja. “Esto tiene que ver con lo que estamos haciendo acá, darnos amor”, anunció la artista. El joven tomó el micrófono y le hizo la propuesta a Leo que no tardó en darle el sí. “¿Me van a invitar?”, les dijo Lali. “Sos la madrina”, respondieron, y después les dedicó “Enredaos”.
El Disciplina Tour tomó su color rojo característico en la última parte. Lali y sus bailarines y bailarinas vestidos de cuero de ese color interpretaron justamente “Disciplina”, “Mil años”, “100°”, “Único” y “A bailar” antes del esperado “N°5”, el último hit de la artista y casi el último del show que terminó muy arriba con “Como tú”.
Como ocurre en estos casos, las luces se apagaron y el público comenzó a pedir otra. “Que volvamos depende de ustedes”, había dicho ella un poco antes anunciando la última canción. De short de jean y plumas la cantante volvió al escenario filmando con un celular. Dio la cifra: “Somos ocho mil personas, gracias”, dijo. Y agregó nuevamente agradeciendo: “Es un sueño volver a Rosario después de tres años con este Disciplina Tour”.
Los bises fueron con “La Ligera” y “Boomerang”, entre los que interpretó “Reina” a capela, el tema prometido después de perder el Piedra, Papel o Tijera. “Que yo esté hoy acá con ustedes significa que los sueños se cumplen”, les dijo a los presentes y se despidió entre abrazos y una emoción que traspasó las pantallas que retrasmitían lo que pasaba sobre el escenario.
Rosario vivió así dos horas y media con la “diva salvaje” que baila sin parar, sola o acompañada, que se besa tanto con bailarines como con técnicos, que es sensual y sexual sobre el escenario, pero también con la que sale a hablar sobre sus súper plataformas riéndose de sí misma, retando al fan que le tiró en un momento con el celular y le dio en la pierna, levantando banderas y jugando con su público para cambiar la lista de temas.
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