Un jurado en la ciudad estadounidense de San Francisco dictaminó este martes que un herbicida basado en glifosato fue «un factor sustancial» en la aparición de cáncer de un hombre de 70 años, residente en el condado de Sonoma. La marca más conocida de ese agroquímico es Roundup, desarrollada por la empresa Monsanto, que fue comprada en junio del año pasado por la farmacéutica Bayer en 63 mil millones de dólares. La fabricante de la aspirina sufre ahora las consecuencias: tras el fallo del tribunal, que será apelado, sus acciones cayeron casi un 10 por ciento.
La decisión judicial, tomada por unanimidad, señala que el herbicida Roundup contribuyó a que Edwin Hardeman padeciera un linfoma no Hodgkin, un cáncer del tejido linfático. Es la primera fase del juicio. En la segunda, se buscará determinar qué responsabilidad le cabe al fabricante del biocida, y en eso se escuda Bayer para mantener la esperanza.
El revés jurídico tomó por sorpresa a los inversores de la farmacéutica. Desde fines de agosto de 2018, cuando otro jurado de California ordenó a Bayer pagar daños y perjuicios por 289 millones de dólares en un caso similar (finalmente reducidos a 78 millones), los papeles del grupo perdieron más de una tercera parte de su valor. Esto redujo la capitalización bursátil de la compañía en casi 25.000 millones de dólares. Y el derrumbe amenaza con profundizarse: en los tribunales estadounidenses hay 11.200 causas contra el glifosato.
Las acciones del gigante químico bajaron en el inicio de la rueda estadounidense de este miércoles su cotización a 62,8 euros, un descenso del 9,76 por ciento. Pocas horas después, la contracción llegaba al 12,6 por ciento.
Bayer intentó contraatacar: envió, el mismo miércoles, una nota a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de Estados Unidos en la que sostiene que los herbicidas a base de glifosato no provocan cáncer y recuerda que una segunda fase del juicio en el caso Hardeman aún debe decidir sobre la cuestión de responsabilidad y daños antes de que haya un veredicto final.
Las esperanzas del gigante alemán parecen excesivas: durante esa segunda etapa del juicio, los abogados de Hardeman presentarán –anunciaron– evidencias de los supuestos esfuerzos de Bayer para influenciar a científicos, funcionarios públicos y al público en general sobre la seguridad de sus productos.
Glifosato en controversia
El glifosato es un herbicida que se no sólo se usa en agricultura y silvicultura para el control de la maleza. También se aplica, en volúmenes menores, para proteger céspedes y jardines en áreas urbanas. Su efecto sobre las plantas no es selectivo, lo que significa que mata a la mayoría de ellas. No a todas: no ataca a la soja genéticamente modificada para resistirlo. El desarrollo, otra vez, fue de la estadounidense Monsanto, que comenzó a comercializar el combo de las semillas y el agroquímico asociado.
La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, de la Organización Mundial de la Salud, concluyó en 2015 que el principio activo glifosato es «probablemente carcinogénico para los humanos». Pero hay otras opiniones: la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos insistió en que el glifosato es seguro cuando se usa de forma cuidadosa. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria opinó parecido, aunque con menos énfasis.
Contra esto, las últimas semanas estuvo haciendo “más ruido” una revisión en la que un equipo de científicos de Estados Unidos analiza un total de seis estudios en los que se relaciona la exposición al herbicida en humanos con un riesgo incrementado de padecer linfoma no Hodgkin, el cáncer desarrollado por Hardeman y otros denunciantes anteriores.
El último estudio, más completo y reciente, sigue durante varias décadas a un grupo de trabajadores con licencia para utilizar herbicidas y comprueba en qué proporción experimentan el linfoma. Concluye que existe un incremento del 41 por ciento en el riesgo de padecer LNH en estos trabajadores y que hay correlación entre ambos factores, aunque aún sin poder demostrar causalidad.
Compra con efectos colaterales
El influyente diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung había anticipado los problemas que ahora tiene la connacional Bayer cuando se produjo el anuncio de la compra de Monsanto: es «un alto riesgo para la reputación, pero también enormes oportunidades de mercado», editaba el medio.
La farmacéutica quiso sacarse de encima la mala reputación –creciente– de la empresa estadounidense y enseguida suprimió el nombre de Monsanto. Pero siguió con sus marcas, como Dekalb (semillas de maíz y colza), De Ruiter (semillas hortícolas) o Round Up.