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Las “aplicaciones” intentan abrirse camino en las aulas

Existen ya unas 80 mil “apps” educativas, pero muchos maestros no están formados para sumarlas al proceso de aprendizaje.

Las tecnologías de la información y comunicaciones forman parte de la vida cotidiana.

Casi todo puede hacerse mediante tecnologías. Poco a poco los sujetos, principalmente los jóvenes, comienzan a interactuar a través de algún dispositivo. Independientemente de la posición que se tome frente a esta problemática, las tecnologías forman parte de muchas de las actividades que se realizan día tras día.

En este sentido, el desarrollo de “apps” o “aplicaciones” se instala en el horizonte tecnológico con una batería de acciones que resuelven muchos aspectos de la vida. Una “app” es un programa informático que le permite al usuario realizar distintas operaciones, han sido diseñadas para funcionar principalmente en dispositivos móviles. Mediante “aplicaciones” se puede escuchar música, leer los diarios, pedir un taxi, afinar una guitarra y hasta saber por qué llora un bebe.

Estos programas están destinados a resolver de manera rápida, y generalmente sencilla, muchas de las necesidades que hoy plantean las sociedades hipertecnológicas. Los jóvenes lo saben, por eso sus móviles están llenos de apps que les ayudan a “entender” el mundo.

Estos jóvenes, conocidos como “Generación app”, son los mismos que habitan las aulas a lo largo de todo el calendario escolar, lo que generalmente pone en tensión a la escuela respecto a las destrezas y saberes que estos chicos desarrollan por fuera de los establecimientos.

Es habitual que los docentes pidan a sus alumnos que apaguen los celulares en clase cuando, señalan los especialistas, se trata de todo lo contrario, puesto que los dispositivos móviles son una fuente de conocimientos, y pueden servir para asistir a los estudiantes en la realización muchas de las tareas que se desarrollan en el aula.

Generalmente las escuelas y algunos docentes suelen estar a la zaga de los avances tecnológicos. Las escuelas por la carencia de infraestructura digital, que se manifiesta en la falta de ordenadores para cubrir la demanda de alumnos, software inadecuado para el funcionamiento de programas educativos, carencia de redes e instalaciones de wifi, etcétera. Y los maestros debido a la insuficiente capacitación tecnológica y un currículo sostenido por estructuras de la pedagogía clásica que aún no ha incorporado de manera adecuada el uso de tecnologías en el aula.

La carencia de alfabetización digital de algunos sujetos del sistema educativo puede llevar a que los estudiantes desaprovechen una herramienta fundamental para el desarrollo cognitivo. Esta situación complica el acompañamiento docente en materia tecnológica, que en muchas ocasiones lleva al desamparo de los alumnos, que terminan utilizando sus dispositivos de manera inadecuada.

En la actualidad existen más de 80 mil aplicaciones educativas. Pero no tienen valor en sí mismas sin la orientación y supervisión de un docente que lleve adelante una minuciosa selección de materiales, que permita convertir la experiencia en el aula en una actividad creadora. En este sentido es importante la formación digital de los docentes que, como Escuela Abierta, debe darse de manera permanente, en servicio, gratuita y en el marco del desarrollo local en el cual está inserta la institución educativa.

La pedagoga Graciela Frigerio sostiene que a pesar que se ha vivido la revolución de muchas áreas de la actividad educativa, no se ha presenciado un cambio comparable en la manera en que se impulsa a los niños a aprender. La configuración de las aulas escolares que ha permitido dar respuesta durante casi dos siglos al problema de la escolarización masiva de la población se ha mostrado muy estable. Incluso es frecuente que la introducción de innovaciones en las aulas produzca modificaciones en la superficie del funcionamiento escolar, pero no logra impactar en sus aspectos más estructurales.

Aún así, muchas escuelas y muchos maestros realizan innovaciones tecnológicas con los recursos que tienen a su alcance, entre ellos distintas aplicaciones y software educativo. Sin embargo, los especialistas en nuevos diseños advierten que muchas de estas piezas de software están basadas en una arquitectura clásica de multimedia interactiva. Han sido creadas para el ámbito educativo, pero muestran muchas limitaciones al momento de ponerlas en práctica. Entre ellas que se agotan con rapidez y están sostenidas a través de un enfoque conductista del aprendizaje que las alejan de los paradigmas actuales.

El profesor Howard Gardner sostiene que la mayoría de las aplicaciones educativas fomentan la consecución de objetivos y logros educativos tradicionales, a través de medios digitales. Proporcionan vías cómodas, claras y seductoras para conseguir aquello que ya eran objetivos perseguidos en la era anterior: adquisición de conceptos, aprendizajes de operaciones aritméticas, conocimiento de personajes históricos, etcétera.

“Sin embargo –dice Gardner– las aplicaciones amplían la capacidad de comprensión, conocimiento, expresión y crítica, lo que lleva a hablar de múltiples formas de inteligencia que sobrepasan lo que hasta hace poco era patrimonio de la educación definida por la inteligencia lingüística y por la lógico-matemática. Los medios digitales proporcionen mayores herramientas educativas que hacen posible un mayor desarrollo de la expresión y la comprensión”.

Muchas “apps” que no han sido creadas para el mundo educativo funcionan con éxito debido a que permiten desarrollar aprendizajes significativos vinculados principalmente con la investigación. Estas basan su enfoque pedagógico en la búsqueda, recopilación y elaboración de datos, que favorece el desarrollo de competencias cognitivas. Además, permiten trabajar con distintos formatos, como mapas conceptuales, hojas de cálculo, procesadores de texto, etcétera.

Algunas de estas aplicaciones sirven para la lectura de libros digitales, con gran facilidad para navegar por sus páginas y buscar información. Otras permiten leer documentos en formato PDF, que posibilita trabajar en funciones de subrayado, resaltados, añadiduras y comentarios. Algunas proporcionan acceso on line al Diccionario de la Real Academia Española. También están las aplicaciones por las que se puede acceder a la traducción de más de 70 idiomas.

“Las tecnologías de la información y comunicaciones (TICs) –sostiene el licenciado José Manuel Peña– han sido utilizadas desde hace muchos años en los ámbitos educativos, muchas de las veces como un distractor, un premio o «de relleno» en algunas clases de educadores que las incluyen en sus programas educativos, la mayoría de las veces, sin un fin determinado. Sin embargo, hasta hace algunos años se ha hecho un estudio basado ya en las características académicas, cognitivas y pedagógicas que éstas requieren para su efectivo uso para el aprendizaje significativo, por lo que la metodología aplicada en la enseñanza apoyada con ellas tiene que ser planificada”.

La mayor presencia tecnológica en las aulas no pone en riesgo la mediación adulta.

Tampoco las escuelas serán reemplazadas por redes informáticas, que sólo trasmiten formas de selección de información. Las profecías acerca de que los jóvenes podrán hacerse cargo de sus propios aprendizajes sin la presencia de maestros es parte de un concepto sobredimensionado del uso de la información y de la accesibilidad de los conocimientos a través de internet. La pedagoga Inés Dussel sostiene: “Ya sea la lectoescritura, la forma de organizar la información, las cadenas asociativas que se abren con cada nuevo conocimiento, son parte de la herencia, de la transmisión cultural heredada por las nuevas generaciones, implícitas o explícitas en sus modos de interactuar con el mundo”.

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