Cuando pensamos en el trabajo como elemento primordial de inclusión social, debemos agregar que para que pueda cumplir sus fines, éste debe ser prestado en condiciones dignas, equitativas y de igualdad.
La OIT nos marca desde hace más de una década que éste debe ser trabajo decente, y que se da cuando dignifica al sujeto y permite un desarrollo íntegro de él y de su núcleo familiar.
Será trabajo decente cuando se respeten los principios y derechos fundamentales del trabajador, posea una retribución justa, no existan pautas de discriminación en su cumplimiento, y el trabajador tenga acceso mediante éste a los beneficios de la seguridad social y la protección de los infortunios laborales.
Todo trabajo que no cumpla estos requisitos mínimos no ejecuta su función de integrador social.
En lo particular, el trabajo realizado al margen de la registración laboral pertinente es una forma de trabajo no decente, que por el contrario –lejos de ser un método de inclusión– afecta a la sociedad toda y proyecta sus efectos desvalorizantes mucho más allá del contrato individual.
Frente al trabajo no registrado, la primera víctima es el trabajador. La falta de realización de aportes y contribuciones en su nombre lo separará en forma inevitable de los beneficios de la seguridad social (a él y a su familia) y del sistema de obras sociales.
Tampoco podrá gozar de los beneficios del Fondo de Desempleo, cuando justamente su precaria situación más lo necesita.
El empleo no registrado cercena sus derechos colectivos, pues no podrá cotizar ni afiliarse a organización sindical alguna que promueva la defensa de sus derechos, afectando ello indirectamente a los gremios.
El trabajador no registrado quedará excluido, además, del sistema de reparaciones de infortunios laborales a cargo de las ART, y por ende excluido de las prestaciones en especie y dinerarias que brinda el sistema en los momentos más críticos del trabajador, justamente cuando es víctima de una enfermedad o accidente de trabajo.
Este trabajador quedará además automáticamente excluido del sistema crediticio, pues al carecer de constancias que demuestren sus ingresos (recibos de sueldo) no podrá solicitar préstamos o financiamientos de ninguna índole ni acceder al sistema bancario o de tarjetas de crédito.
Tampoco podrá –frente a los organismos impositivos nacionales y provinciales– justificar sus ingresos ni su nivel de vida.
El trabajador no registrado no se beneficiará con los logros alcanzados en materia de negociación colectiva ni actualización de escalas salariales.
Su salario, aunque “de bolsillo” sea superior que el establecido convencionalmente, siempre será menor, pues existe una porción de sus ingresos con destino al sistema de seguridad social y obras sociales que jamás será ingresado. Por ende, el trabajador no registrado siempre, además, percibe menos salario.
Desde otra óptica, el trabajo no registrado perjudica a la economía toda, pues aquellos empleadores que cumplan con todas sus obligaciones laborales estarán en desventaja frente a los que producen “más barato” evadiendo ilegítimamente las normas laborales.
Por último, el empleo no registrado perjudica directamente al Estado y a la sociedad toda. En primer lugar, genera una desfinanciación de los sistemas de seguridad social y de obras sociales, al no ingresar los fondos respectivos por aquellos trabajadores contratados en condiciones ilegítimas. Genera, además, la expulsión de trabajadores sin posibilidad de acceder a los mecanismos de la seguridad social, o los sistemas de salud (frente a enfermedades o accidentes) que son absorbidos por el hospital público.
En definitiva, la sociedad toda es la que debe solventar el enriquecimiento incausado de aquellos empleadores evasores de sus obligaciones laborales.
Por ello es una preocupación esencial del gobierno generar una concientización social de lo que significa la precariedad laboral, que en definitiva nos termina perjudicado –en su círculo vicioso– como sociedad toda.
Erradicar el trabajo no registrado es, en definitiva, luchar por una sociedad más equitativa para todos, con mayor inclusión y que es obrar con mayor justicia social.