Nicolás Galliari
Hay lugares que conservan aromas del pasado, que mantienen costumbres de otro tiempo. Son espacios que no se han dejado absorber por el modernismo y conservan su tradición, como si estuvieran anclados a hábitos que prefieren no olvidar y seguir practicando diariamente.
Es el caso del club América, situado en la esquina roldanense de San Juan y Fray Luis Beltrán, consolidado como una de las instituciones históricas de la ciudad. Pese a las dificultades económicas, subsiste con las actividades que siempre marcaron su andar.
En el transcurrir de una semana cualquiera, el lunes por la noche se juega la final de un torneo de bochas. Dos días después y como cada tarde, el buffet abre sus puertas pasadas las 18:30 y una gran cantidad de vecinos se dispone a tomar algo y compartir charlas o discusiones sobre lo que toque, sea política, fútbol o cualquier otro tópico, mazo de cartas mediante.
El viernes por la noche tiene lugar otra edición del torneo de truco que se realiza esporádicamente, y durante el fin de semana la TV del bar transmite los partidos.
La cancha de bochas luce moderna durante esa instancia cumbre del torneo. “La comisión del club está pensando en mejorarla con material sintético, aunque eso cuesta plata y están evaluando hacer rifas”, cuenta Mariano, encargado de la concesión del buffet, a El Roldanense.
De cualquier modo, 16 parejas definen el certamen y el lugar está lleno de espectadores. En una realidad de consumismo inmediato, pantallas por doquier y conectividad, casi 50 personas se entregan a la definición de una actividad de años que mantiene su vigencia.
Mucha gente se agolpa sobre los bordes de donde se juega, otra dialoga en mesas a pocos metros mientras comparte algún trago o comida, y dentro de la competencia imperan la voluntad de ganar, pero también las risas.
Es que se trata de vecinos que se conocen, que juegan juntos una gran cantidad de torneos y cada tanto viajan a localidades aledañas para despuntar el vicio, sea en la cancha de Funes o la de San Jerónimo. Se oyen aplausos, un grito y el festejo por una acción destacada.
Desde 1957, una entidad clave en el andar de la ciudad
Esta actividad es común en el club América, que tuvo su origen en 1957 y se erigió, con los años, en una entidad clave en el andar de la ciudad.
Así como entre ambas canchas de bochas hay un espacio para que los jugadores coloquen sus pertenencias o lo que van consumiendo del buffet, el bar tiene mesas grandes y redondas, un exhibidor con antiguos trofeos, una mención de honor de la municipalidad, la distinción por haber participado de los carnavales y un altar a la virgen en una esquina sobre el mostrador. Mariano va y viene mientras atiende a este medio, llevando un vermú para un costado y un fernet hacia el otro.
Los visitantes asiduos del bar, quienes llegan al club para volver a reunirse con amigos, están en la puerta incluso minutos antes de su apertura en las tardecitas. Muchos se conocen desde hace años y pueden pasar un largo rato allí antes del regreso a casa. “Esperame unos minutos, ya te pido”, dice uno de ellos mirando a la barra, mientras la mesa va sumando personajes.
La de al lado ya está completa, pero no falta el que se sienta detrás para espiar la partida de cartas. No faltan las cargadas, como tampoco aquel que se levanta para renovar la bebida en su vaso.
“Los torneos sirven para mantener activo el buffet”, añade Mariano, quien vive en el barrio y de chico se acercaba al club para jugar a las cartas. Cada campeonato mezcla gente de diversas edades, desde los más jóvenes hasta los más grandes, en un ambiente en el que suelen predominar los hombres.
Un ejemplo claro es la foto que grafica a los ganadores de la noche de truco, con una pareja de treintañeros por un lado y otra de jugadores que superan los 60. El América utiliza una parte del dinero de la inscripción para los premios y se queda lo restante para seguir creciendo.
Si bien comenzó a realizarse hace poco tiempo, las cartas convocan cada vez más gente y el torneo recibe participantes de ciudades de alrededor. De este modo, cuidando su tradición para que la inmediatez no lo invada, la institución continúa brindando un espacio de encuentro a los vecinos.
Mientras los días pasan, se organiza un nuevo torneo de bochas, alguien que quedó eliminado prematuramente pregunta cuándo es la próxima jornada de truco, y fin de semana por medio se realiza un asado en las entrañas del club. Las costumbres no se manchan.