Por Priscila Kahla / Especial para El Ciudadano
En cada estación del año, un grupo de escritores que conforma una clínica de obra, organiza un encuentro de entrada libre y gratuita, que propone reunir a personas con un mismo interés: la literatura. El nombre del ciclo de lectura “Un lugar limpio y bien iluminado”, está inspirado en el cuento con el mismo nombre, escrito por Ernest Hemingway publicado en 1933. “Ese cuento es precioso, hicimos una lectura que inspiró pensar en que uno necesita muchas veces tener ese lugar limpio y bien iluminado”, contó a El Ciudadano Leila Gianelloni, escritora y una de las organizadoras del evento. “Hay un vínculo muy interesante con el lugar, nos sentimos muy cómodos, la verdad que siempre fue muy hospitalario. Eso es muy importante, tener un lugar limpio y bien iluminado. El lugar nos gustó por eso, coincidía muy bien con el cuento”, agregó Lila.
El primer encuentro tuvo lugar en marzo del 2024, en un contexto de extrema violencia para la ciudad de Rosario, en días de balaceras y asesinato. Esa primera vez, llovía y no había colectivos debido al paro, aún así, la sede social se llenó y de ahí en adelante, no dejaron de hacerlo. “Desde acá lo que hacemos es tratar de que la sede, más allá de ser de los socios, se abra a la comunidad. Y este ciclo venía fantástico para eso. Si bien nosotros cuando lo hicimos, lo hicimos un poquito infiriendo, pero no tan seguros de quiénes iban a ser las personas que iban a venir, de repente, bueno, viene mucha gente asociada a la literatura, a la lectura, a la cultura en sí. Y para nosotros es maravilloso porque uno de los caminos que queríamos para revitalizar esta casa tenía que ver con la cultura”, comentó Fernanda Trebol, organizadora del evento.
La propuesta consiste en escuchar a distintos escritores y escritoras leer fragmentos de sus obras En los intervalos se puede comer o tomar lo que deseen, ya que cuentan con un servicio de buffet, un puesto de café “a la gorra” y sorteos, generando así lo que ellos llaman una especie de kermés, donde se busca que nadie quede afuera. También se pueden comprar libros y en cada uno de los eventos participa una librería distinta. También se puede acceder a un “oráculo” a contribución, ideado por Lila Gianelloni que consiste en frases literarias con su autor que predicen tu futuro. Todo esto genera que el ambiente, lejos de ser serio o de nicho, se vuelva ameno y placentero. Grupos de amigos, compañeros de taller, personas que se ven y charlan luego de mucho tiempo. El ciclo permite que la literatura sea la excusa perfecta para el encuentro: “Cuando vine acá me volví a encontrar con un montón de gente de la facultad que no había vuelto a ver. Funciona como un lugar de encuentro y además, es un lugar donde se cruza gente de lo más diversa no sólo del ambiente de la escritura, es más amplio. Por ahí algunos vienen con la familia, otros con algún grupo de amigos, otros solos”, relató Mariano Paulon, también miembro organizador de los ciclos.
Los escritores invitados, hasta el momento han sido todos rosarinos, y leen textos breves, la mayoría cuentos, aunque no se cierran a un género literario para futuras ocasiones. En el encuentro, cada uno es invitado a pasar al escritorio, un espacio designado para los escritores que leerán, preparado especialmente para eso. Toda una escenografía envuelve ese momento y la luz tenue posibilita que todo y todos se detengan y se dispongan a escuchar. Esta vez, Dahiana Belfiori, Pablo Colacrai, Ernesto Inouye y Lila Siegrist fueron los invitados de honor, compartiendo fragmentos de sus libros y hasta relatos en proceso de producción. El poder escuchar un relato y que quien lo lea sea la misma persona que lo escribió, ofrece una experiencia única. “En el caso de la lectura acá, es cómo el silencio, es una ceremonia de respeto, de recibir. Ese silencio tan hermoso de escuchar una voz que te cuenta una historia, que la escribió él o ella. Eso es extraordinario, porque a veces vos leés el libro, pero tener al autor leyendo, dándole su entonación, su respiración, sus pausas, es otra cosa”, expresaba Lila. Las lecturas dieron comienzo a las 20, y luego de haber pasado dos de los lectores, se generó un intervalo, un momento de pausa e intercambio, para después volver a escuchar y ver, en este caso, la intervención de fotografía analógica que también tuvo parte en esta edición. En la misma, Laura Basílico invitó a los presentes a que se sumerjan en dos historias, de personajes desconocidos que se retrataban en las diapositivas. “Hasta ahora han sido todas voces de acá y tratamos que sean voces que armen algo y que junto con la fotografía, en este caso, aparezca algo sonoro y poético. Generar una música. Que las diferentes voces se armonicen, conversen, dialoguen”, agregó Lila.
El ciclo de lectura, es una invitación a sumergirse a la literatura desde otro lugar, con un otro cerca, entendiendo que la lectura es un acto social, colectivo, donde lo escrito adquiere vida. Muchos de los que acuden son personas que pertenecen a talleres de lectura o escritura, en donde se forman grupos heterogéneos de personas que escriben y publican y otras que simplemente escriben por placer o son aficionados de la lectura. Cada lectura, generó en los oyentes, emoción e incluso sutiles risas en algunos momentos.
“El que nunca vino, se va a encontrar con algo muy acogedor. Cuando se apagan las luces, según el tema del cuento, vas a entrar en ese clima y la vas a pasar bien. Así no seas asiduo, la vas a pasar bien porque está en nosotros que nos cuenten historias y entonces eso de que te están contando una historia te llega”, manifestó Gustavo Cavagna, miembro de la comunidad escritora de Rosario y asiduo de los ciclos de lectura. Como en todos los encuentros, las risas, los abrazos, las charlas y la buena compañía no faltaron. La primavera traerá consigo el próximo encuentro con nuevas visitas y nuevas lecturas, pero el lugar de encuentro seguirá limpio y bien iluminado.