La diferencia en los montos de dinero que se manejan en el fútbol femenino y el masculino es notable, por no decir obscena. No sólo en el ámbito nacional, sino también en el plano mundial. Y mucho tiene que ver con los ingresos de televisación y de patrocinadores, que de a poco se van acercando a la disciplina, pero que por el momento no parecen mostrar rasgos de equidad.
“Actualmente se paga por el fútbol masculino; el femenino cuesta dinero. Debería pagarse por él y se pagará por él”, aseveró Fatma Samoura, número 2 de la Fifa, para ilustrar la debilidad financiera de una disciplina que espera terminar pronto con sus escasos traspasos y sus derechos televisivos mal explotados.
Al lado de las montañas de dinero que rodean al fútbol masculino, las cifras del femenino, semiprofesional en muchos países como en el caso de Argentina, parecen minúsculas y hasta ridículas.
En 2018, la Fifa registró 16.533 traspasos de hombres, con un monto total de 7.030 millones de dólares, en contraposición a los escasos 696 movimientos y los 564.354 dólares registrados entre las mujeres.
Además, la mayoría de los fichajes en el femenino se llevan a cabo sin contraprestación financiera. Y en muchos casos las jugadoras deben esperar a que se acabe su contrato para poder cambiar de club.
En Estados Unidos, en la competitiva liga femenina (National Women’s Soccer League), los movimientos de jugadoras se hacen por trueque, como en el resto de campeonatos profesionales.
Los 100.000 dólares que, según la prensa, pagó el MagicJack, la franquicia de fútbol femenino de Florida, en 2011 por la estrella Megan Rapinoe, son la excepción.
¿Por qué estas diferencias? Simplemente porque las jugadoras son amateurs en la mayoría de países y, en donde el fútbol femenino está más desarrollado (el caso de Europa), las ligas de élite están formadas por un número limitado de clubes. Al haber menos equipos hay menos partidos y se generan menos ingresos.
“La profesionalización en el fútbol femenino debería llevarnos a más equipos, temporadas más largas y contratos más largos, todo ello susceptible de tener un impacto en el mercado de traspasos”, aseguró la Fifa en un documento publicado en septiembre del año pasado.
Pero para multiplicar las operaciones millonarias, los clubes deben aumentar sus ingresos. Actualmente, un club como el Lyon de Francia (equipo que este sábado definirá ante Barcelona el campeón de la Champions League femenina), referencia en Europa, sólo dispone de un presupuesto que oscila entre los 7 y los 8 millones de euros.
Y aquí entra en juego el dinero que ingresa a los clubes por la televisación de los partidos. Una revalorización masiva de los derechos audiovisuales y de los contratos de patrocinio podría permitir al fútbol femenino sumar más ingresos.
En Francia, Canal Plus se adelantó a las previsiones y transmite desde el comienzo de esta temporada todos los partidos de la Ligue 1 femenina. Según el diario Le Parisien, la cadena privada de televisión pagará 1,2 millones de euros por temporada durante cinco años, contra los 110.000 desembolsados en 2011 y los 200.000 en 2017.
El grupo Mediapro, en España, paga ahora tres millones de euros al año por los derechos televisivos, cuando hasta ahora transmitía gratis el fútbol femenino.
Al contrario que en Estados Unidos, donde ninguna televisión transmite los encuentros del campeonato desde que la NWSL denunció su contrato con el grupo A&E, aunque actualmente negocia con la NBC, que podría ofrecer, según los expertos, “un monto sin precedentes en el fútbol femenino”, si la selección norteamericana logra en Francia conservar su título mundial logrado en Canadá 2015.
En Argentina ninguna señal de televisión transmite los encuentros del campeonato de Primera de AFA. Se pueden ver en su mayoría por streaming de páginas oficiales o distintos medios de comunicación. En Rosario sucede lo mismo, aunque se puede resaltar que el próximo fin de semana del 9 de junio, en el marco de la final de la primera edición de la Copa Santa Fe, el canal público de la provincia, 5RTV, transmitirá el encuentro definitorio del torneo provincial.
La difusión de la Copa del Mundo femenina se ha extendido de manera espectacular a través de todo el mundo en las últimas tres décadas.
Mientras sólo los chinos pudieron seguir el primer campeonato mundial, organizado en el gigante asiático en 1991, la edición de 2019, que comenzará el próximo 7 de junio, será transmitida en directo en más de 200 países, con más de 1.000 millones de espectadores de audiencia potencial, según la Fifa. Sin embargo, el fútbol femenino no saca aún provecho de este crecimiento.
En el sistema actual, cadenas como la Fox en Estados Unidos y Canadá o TF1 en Francia, adquieren un paquete que incluye varios campeonatos internacionales a la vez (Mundial masculino y femenino, Copa de las Confederaciones y más).
De hecho, “la Copa del Mundo femenina se comercializa actualmente como un subproducto del Mundial masculino”, reconoció en febrero Fatma Samoura, secretaria general de la Fifa.
Dentro del sistema financiero que representan los derechos televisivos en el fútbol mundial, “sólo el 1 por ciento repercute en el femenino”, según aseguro Samoura.
“El objetivo de la Fifa es tener un producto independiente que pueda ser comercializado y que aporte lo suficiente como para poder desarrollar las infraestructuras” del fútbol femenino, indicó la secretaria general.