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Las esculturas de Mariana Tellería viajan a Venecia

La artista nacida en Rufino pero formada en Rosario fue seleccionada en un concurso abierto para representar a la Argentina en la más importante cumbre mundial referida al arte contemporáneo

La 58ª Bienal de Venecia, la más importante cumbre mundial referida al arte contemporáneo, volverá a tener presencia santafesina. Luego de la última participación local de Adrián Villar Rojas en la 54ª edición en 2011, ahora la encargada de representar al país en el Pabellón de la Argentina será Mariana Telleria quien hace 39 años nació en Rufino pero se formó como artista en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). La curadora será Florencia Battiti, quien está a cargo del área artística del Parque de la Memoria.

Tellería, a diferencia de lo que ocurrió históricamente, salió seleccionada a partir de un Concurso Abierto de Anteproyectos que recibió unos setenta envíos evaluados por un jurado compuesto por el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat; la doctora Laura Malosetti Costa de la Academia Nacional Bellas Artes, el artista visual Jorge Macchi y el Consejo Asesor Ad Honorem de la Dirección de Asuntos Culturales, formado por Teresa Anchorena, Eleonora Jaureguiberry, Adriana Rosenberg, Mauro Herlitzka y Esteban Tedesco. Esta semana, el canciller Jorge Faurie y el secretario de Cultura de la Nación Pablo Avelluto anunciaron la novedad.

“Soy malísima con las palabras”, comenzó diciendo la artista Mariana Telleria en una conferencia de prensa realizada en el SUM de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario que se llevó a cabo este viernes a poco del anuncio oficial. Y concluyó indicando que le gusta decir que es “mensajera” de su propio mensaje.

La artista que vive y produce en la ciudad, eligió la facultad para dar cuenta de su presente en un panel que compartió, entre otros, con Clarisa Appendino, subsecretaria de Industrias Culturales y Creativas de la Secretaría de Cultura local, y José Goity, Decano de la Facultad de Humanidades y Artes.

Allí informó que, por disposición de Cancillería, no podía mostrar imágenes. En torno al concepto y la materialidad de la obra, sí destacó que los actuales croquis que forman el proyecto se transformarán en siete esculturas de gran tamaño que serán realizadas con objetos que la rodean, que pueden estar a un metro de distancia suyo. Y ejemplificó: “Desde muebles y telas hasta desechos de esta civilización que son elementos que me interesa mucho utilizar”. Y precisó: “No me pregunten por qué utilizo estos materiales porque lo que menos quiero en esta vida es autocomprenderme”.

Un mundo operacional

Manos a la obra. La carpeta seleccionada muestra los bocetos y croquis que, durante los próximos dos meses, la artista deberá construir antes de ser enviados a Venecia. “Voy a producir todo desde Rosario con gente con la que trabajo habitualmente”, dijo. Y destacó que esa actitud le resultó “importante y política”, porque Rosario “es el lugar donde estoy cómoda y desde donde no voy a perder el control. Es una posición ideológica hacerlo desde aquí”.

La artista Mariana Tellería (izq.) junto a la curadora Florencia Battiti.

Según la propia Telleria, esas esculturas condensarán todo su mundo operacional así como su universo conceptual y de intereses. “Pude hacer convivir en una sola forma todo lo que estuve construyendo hasta ahora y me di cuenta que son monstruosas, son esculturas monstruosas pero ese monstruo no dejo de ser yo”, expresó.

“Una idea me lleva a otra y eso es malditamente inevitable. Mi trabajo –continuó la artista– es ciento por ciento mi relación con la realidad. Hay una realidad que me está interpelando todo el tiempo y frente a la que no me puedo hacer la distraída. Hay accidentes e ideas que me preguntan más que otros”.

Del “Museo Negro” a Venecia

Consultada por el proceso que debió atravesar a la hora de trabajar el proyecto, Telleria dijo que no saber si, al hablar de un proceso previo, “no tendría que remitirme a los 39 años que tengo o a los últimos diez que muestro en Buenos Aires o el tiempo que hace que expongo en Rosario en lugares legitimadores”.

Foto: Internet.

“Creo que es un trabajo de toda mi vida y no quiero sonar romántica”, comentó la artista que, en 2015, estuvo a cargo de la intervención de la fachada del Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino que tanto revuelo público causó al pintar de negro el edificio en el marco de una Semana del Arte.

“Me acuerdo de un graff de televisión que decía «¿Arte o falta de respeto?». Me gusta pensar que quizá estamos cambiando un poco. La voluntad artística desaparece mucho cuando hablamos del espacio público. Toda la intensión artística se vuelve ambigua. Con lo de Venecia es distinto porque es una bienal internacional de arte. Es evidente que si yo fuese a pintar el pabellón de negro se leería como arte. Lo que estoy viviendo ahora (a nivel exposición pública) es intenso desde otro lugar. Lo del «Museo Negro» fue una experiencia que repetiría exactamente de la misma manera. Creo que habló de una sociedad en su totalidad. Esto es otro tipo de experiencia”.

“El nombre de un país”

Las esculturas que se verán en Venecia se presentarán bajo el título “El nombre de un país”, el mismo que usó para su primera exposición individual en Buenos Aires en 2009. Consultada por este título, la artista explicó: “Me pareció interesante poder repetirlo porque para mí no es más que un correlato de mi hacer desde mucho antes de 2009 pero que se puede desprender también desde ahí”. Y al mismo tiempo recordó que ese nombre surgió porque se imaginaba “una civilización que hacía un uso extraño de los objetos que nos rodean; quería ponerle el nombre de un país que existiera. En un momento irracional caí que ese debía ser el nombre. Ese título es cien por ciento posibilidad”.

La educación pública

José Goity, decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR abrió la conferencia celebrando la elección por parte de la artista de ese espacio como lugar de encuentro porque, opinó, “es simbólicamente muy fuerte y potente”. Y resaltó el carácter público, gratuito e inclusivo de la institución que dirige: “Esto no es común en el mundo. En general las escuelas de arte o son muy caras, o son muy exigentes o son muy elitistas. Que este modelo nuestro sea representado por embajadoras y embajadores como Mariana (Tellería) y Adrián Villar Rojas (presente en el recinto) es muy importante por el mensaje que transmiten”.

A su turno, Telleria agradeció las palabras del decano y destacó que cree “profundamente” en la educación pública recordando que, como estudiante, fue “curiosa e insistente y los docentes tuvieron la apertura absoluta de abrirse”.
Más tarde resaltó que la universidad la formó y le dio todo. “Después sí hubo un trabajo de práctica, de llevarlo a cabo con amigos que me acompañan y que fue un crecimiento paralelo a de la universidad”, concluyó.

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