La facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR fue la primera en implementar un protocolo de atención para situaciones de violencia de género. Le siguieron Humanidades, Psicología, Ingeniería y Derecho. Después de los escraches públicos de alumnas en redes sociales y con carteles en los pasillos de La Siberia, los consejos directivos de Arquitectura, Ciencias Médicas y Agrarias harán lo mismo. Para la docente y una de las responsables del protocolo que funciona en Ciencia Política, Noelia Figueroa, es necesario que la UNR apruebe un protocolo común y general. El paso siguiente será proponer que un solo equipo interdisciplinario atienda todas las situaciones con perspectiva de género.
“Las facultades no tienen la capacidad de llevar adelante una investigación y una sanción. Los casos llegan a la asesoría jurídica y no avanzan. No hay abogadas con perspectivas de género, no hay criterio de celeridad, y muchas veces revictimizan a las denunciantes porque les hacen repetir la historia”, explicó Figueroa a El Ciudadano.
El año pasado las referentes de todas las facultades junto con el área de género de Coad (el gremio que nuclea a los docentes universitarios) y el programa de Género y Sexualidad enviaron al Consejo Directivo de la Universidad un borrador para un procedimiento unificado. El texto incluye un plan de acción y un protocolo. Habla de visibilizar y desnaturalizar las conductas machistas y discriminatorias, y prevé la creación de un equipo integrado por abogados con perspectiva de género para que investigue los casos. El borrador también plantea la creación de un equipo interdisciplinario que trabaje con los referentes de cada facultad.
“El anuncio de la UNR es una buena noticia si toman como base el protocolo que armamos las referentes. Estamos esperando una devolución para consensuar y avanzar en las herramientas legales”, agregó.
Figueroa acompañó a denunciar a una alumna de Arquitectura y se reunió con estudiantes de Medicina. Para ella, los escraches mostraron la fuerza de un movimiento decidido a no callarse más.
“Fueron acciones que con pocos recursos lograron lo que no hicieron las instituciones: evidenciar las violencias machistas y demandar un tratamiento. No hay canales para la denuncia formal. Hay impunidad y falta de escucha. Está vinculada a la burocracia o a las reacciones defensivas para proteger la trayectoria de la facultad antes que a las mujeres”, opinó Figueroa.
“El escrache siempre fue un mecanismo de visibilizar la falta de Justicia. Lo desaconsejo porque expone a la denunciante. En estos casos, fue colectivo y mostró un patrón de conducta. Sirvió para sacar del closet algo que está silenciado y legitimado: cómo la violencia puede adquirir formas de discriminación en el marco de la desigualdad de poder”, concluyó.