Observatorio de Políticas Públicas de Economía Popular y Solidaria – CEDET Rosario – UNR
www.oppeps.org / observatorioeps@gmail.com
En Rosario existen actualmente cinco ferias populares localizadas en distintos barrios de la periferia urbana. Nuclean entre cuatro mil y cinco mil trabajadores que se organizan periódicamente para comercializar y acceder a bienes y servicios a bajo costo. Surgidas en plena crisis económica y social, desde fines de 2001 las ferias fueron y siguen siendo una masiva opción de consumo popular que, en contra de una visión rápida y prejuiciosa que las define como reacciones desordenadas de supervivencia, tienen una interesante organización interna que busca formalizarse. Las cinco ferias aludidas son las siguientes: la feria de la Plaza de Pocho Lepratti, ubicada entre las calles Vélez Sarsfield, Larrea, Junín y Liniers bis; la feria del Parque Oeste, ubicada en la intersección de las calles Barra y Riobamba; la feria de los Eucaliptos, ubicada entre las calles Bulevar Seguí, Sanguinetti, Zola y J. de Casal; la feria del Tanque, ubicada en calle Roullion entre Maradona y Aborígenes Argentinos, y, por último, la feria Homero Manzi, ubicada en la Plaza homónima entre las calles Rui Barbosa, Láinez, Salva y cortada B. Orden.
En cada una de ellas es característico que haya decenas de puestos ubicados uno al lado del otro, donde pueden encontrarse distintos tipos de productos: ropa usada y nueva, alimentos secos, carnes, frutas y verduras, productos de limpieza, de higiene personal, accesorios de celulares, herramientas de trabajo, artículos de ferretería, carpintería, televisores usados, mobiliario del hogar, maquillaje, juguetes para niños, baratijas, accesorios para las personas y para el hogar, entre otros. Los consumidores que se pasean entre los tablones que organizan los puestos también tienen perfiles socio-laborales diferenciados, incluyendo a trabajadores asalariados de ingresos medios y bajos, trabajadores de la economía popular no formalizados, amas de casa, trabajadoras domésticas y comerciantes.
Espacios de trabajo, de encuentro y sociabilidad
La heterogeneidad de los puestos, de sus objetos, las estructuras que los sostienen y las personas que circulan delante y detrás de ellos produce una primera sensación de desorden, como si cada feriante se valiese de sus propios criterios para desarrollar su actividad económica. Una suerte de anarquía donde todo está permitido. Sin embargo, esta impresión puede cambiar deteniendo la mirada en la dinámica organizativa de cada feria. En este caso, se podrá advertir que hay un ordenamiento del espacio bien delimitado, y una organización de los feriantes nada improvisada. Una aproximación más ambiciosa, comprensiva de la evolución histórica de estos ámbitos nos mostraría que la expansión y permanencia de las ferias desde hace casi 20 años, han ido configurando espacios de trabajo que son, al mismo tiempo, de encuentro y sociabilidad; protagonizados por un tipo particular de trabajador dotado de una identidad individual y colectiva propia: el trabajador feriante. Las ferias populares, al crear parámetros de uso propios de los espacios, basadas en mecanismos de regulación colectivos y en las particularidades de sus intereses y sus propias necesidades, han generado mecanismos internos de ordenamiento y funcionamiento que van construyendo lo que entendemos como una institucionalidad popular. Estos ordenamientos, en algunas oportunidades se enfrentan y en otras se hibridan con los modos de regulación estatal.
Propuestas para la regulación y promoción estatal de los espacios feriales
Actualmente las ferias populares en Rosario no se encuentran bajo el amparo de ninguna regulación estatal, tal como poseen otros tipos de ferias como las de emprendedores y las de artesanos, gestionadas por las secretarías municipales de Economía Social y Cultura. Por lo tanto no hay registro oficial de sus trabajadores ni de la actividad económica que en ellas se desarrolla.
Aún así, referentes de las cinco ferias, junto con el concejal del Frente Justicialista, Eduardo Toniolli, vienen impulsando desde 2016 un proyecto de ordenanza municipal. En lo fundamental, la iniciativa busca generar un convenio con la Municipalidad para establecer pautas de funcionamiento de cada uno de los espacios feriales. Esto incluye días y horarios, acondicionamiento del predio, propuesta estética de los puestos, disposición de sanitarios, provisión de servicio de agua potable y recolección de residuos, instalación de servicio eléctrico, limpieza y mantenimiento de los espacios, ordenamiento de los vehículos y del tránsito.
Además de garantizar el cumplimiento de estas condiciones de funcionamiento por parte del gobierno municipal, la iniciativa legislativa propone la creación de mecanismos de comunicación y participación entre los feriantes y el Estado local. Según detalla, se prevé la conformación de Comisiones de Feria, integradas por representantes elegidos por los puesteros de cada lugar, encargados de ser el nexo de comunicación al transmitir demandas y pedidos, como así también, recibir las propuestas que eventualmente se formularan desde la gestión municipal.
Por su parte, el ejecutivo local se encargaría de llevar un registro de puesteros y de los productos que comercializan, habilitando los permisos correspondientes e impulsando la certificación del Instituto del Alimento para los casos de venta de productos alimenticios. Además, mediante la normativa se pretende impulsar el registro de los feriantes en el monotributo social a fin de garantizar cierta cobertura de la seguridad social, accediendo a los derechos mínimos para estos trabajadores y sus familias.
Este proyecto fue presentado por primera vez en mayo de 2016 y reingresado en agosto de 2018 por el concejal anteriormente nombrado. Actualmente se encuentra en discusión en la Comisión de Producción y Promoción del Empleo, la cual posee una reciente nueva conformación debido a la asunción de concejales electos y elecciones de autoridades del pasado 4 de diciembre. Tal vez, la nueva coyuntura política que está poniendo en agenda a la economía popular facilite la oportunidad de aprobar el proyecto y avanzar en el reconocimiento de estos espacios de organización barrial.
Las ferias como espacios consolidados de la Economía Popular
En el marco de un contexto económico desfavorable para la clase trabajadora en su conjunto, las ferias populares se fortalecen como espacios abiertos a la recepción de personas vulneradas en su situación laboral, donde las prácticas solidarias y de cooperación son recurrentes en el actuar cotidiano. Por este motivo, y por tratarse de ámbitos de intercambio a los que acuden cada vez más rosarinos para atender sus necesidades, otorgarles reconocimiento y regulación se torna una demanda fundamental y necesaria.
Las ferias populares no son fenómenos esporádicos, tampoco son experiencias marginales, ni de economía delictiva. Si bien no se desconoce la venta de ciertos productos no habilitados, esta no es la característica predominante en la comercialización en las ferias. Por el contrario, lo que prevalece son las estrategias y mecanismos de reproducción donde se exhibe la lucha cotidiana por la propia dignificación y transformación de las condiciones de vida, en espacios que se encuentran arraigados, consolidados y cuidados por los mismos actores. Los referentes de las ferias llevan adelante una constante lucha por el mejoramiento de las condiciones de trabajo del colectivo ferial, y han evitado que actores internos o externos se apropien de la administración de los puestos con prácticas de coerción o extorsivas. Al contrario, la presencia de acciones y rutinas colaborativas en el actuar cotidiano, conforma una base sólida que explica en gran medida el sostenimiento y permanencia de las ferias, y permite pensar en su perdurabilidad y expansión.