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Las fiestas y los deseos más trillados: salud, dinero y amor

Los festejos de Navidad y Año Nuevo suelen evidenciar las diferencias y dejar al desnudo las rispideces familiares.

A tan sólo horas de terminar el año. Época de reuniones y despedidas, de agobiantes calores, de planificación de vacaciones para algunos afortunados; de pocas ganas de trabajar para muchos, tal vez. Comienzo de un nuevo año, y casi todo sigue igual. El mismo trabajo, igual marido o mujer y el mismo sueldo. Más calor, mayor cansancio y a la espera de vacaciones para quien las pueda adquirir.

Estas fechas suelen marcar diferencias; de ánimos y ganas, de clases y poder adquisitivo. Las fiestas, los festejos, las familias, las diferencias y el dinero también de por medio marcando acercamientos y distancias.

El festejo de Navidad y Año Nuevo tiende a poner en evidencia y dejar al desnudo las rispideces familiares, que permanecían como adormecidas. No es en todas las familias, no se intenta generalizar. Pero sí prevalecen y suelen escucharse conflictos que se despiertan, a partir de esta necesidad de reunión familiar.

La Navidad se caracteriza por una vorágine de idas y vueltas, de corridas, de desembolso excesivo de dinero si lo hay. El Año Nuevo los encuentra con menos dinero, pero más calmado y sin regalos. Con respecto al dinero están los que tienen y los que no. Los que tienen y no gastan. Los que desean gastar y no pueden.

Pero no todos tienen la suerte o no de festejar. Ni todos tienen familia. No todos tienen dinero o regalos. Ni todos tienen sueños y esperanzas.

El dinero

¿El dinero? Tema complejo si los hay. Si bien no reconocido, el manejo y uso del dinero determina muchos modos de ser y estar con los otros.

El dinero como objeto de posesión, pasa a determinar al sujeto en un lugar u otro. ¿Quién no ha definido al ser humano en relación al dinero? Incluso acudiendo a toda clase de adjetivos calificativos que le permiten decir si tal o cual es: avaro, codicioso, agarrado, generoso, miserable o ambicioso. De todas formas, más allá de los calificativos que se puedan otorgar, la realidad es que están las personas que les alcanza el dinero, aquellas que no, los que algo les sobra y los que acumulan mucho.

Sigmund Freud habla de una actitud hipócrita del ser humano en su relación con el dinero.

Dice: “El hombre de cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que las cosas sexuales, con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía”.

En su texto “El chiste y su relación con lo inconsciente”, Freud relata la situación donde un pobre consigue 25 florines de un conocido suyo de buen pasar, luego de protestarle sobre su miseria. Ese mismo día quien le otorgó el dinero lo encuentra en un restaurante frente a una fuente de salmón con mayonesa. Entonces, le dice: “¿Cómo? Usted consigue mi dinero y luego pide salmón con mayonesa. ¿Para eso ha usado mi dinero?”.

El pobre le responde: “No lo comprendo a usted, cuando no tengo dinero, no puedo comer salmón con mayonesa; cuando tengo dinero, no me está permitido comer salmón con mayonesa. Y entonces, ¿cuándo comería yo salmón con mayonesa?”.

Es difícil poder saber la medida y el límite de hasta dónde ayudar al prójimo, y dónde encontrar un límite. Las experiencias son sumamente personales, los intereses y sensibilidades también. Entonces yo no sería quién para decirle a usted qué debe hacer con su dinero, con quién compartirlo y a quién negárselo. Sólo dejo el interrogante de pensar que nuestro vínculo con el dinero, dijo Sigmund Freud allá por el año 1913, es hipócrita.

Existe una expresión que solemos escuchar desde muy niños: <Amarás a tu prójimo como a ti mismo>. Si bien dicha frase suele repetirse, y es bien conocida por muchos, parece más bien ocupar el lugar de un ideal de la sociedad, ya que es común que el ser humano adopte una actitud ingenua ante tal afirmación.

Freud toma dicha expresión en su escrito “El malestar en la cultura”, y concluye que los seres humanos no pueden amar a un extraño para ellos. Incluso otorgando toda una serie de explicaciones deja ver, con total evidencia, que el ser humano sólo puede amar a aquel que lo merece, por tener algún tipo de vínculo, descartando la posibilidad de poder amar a un ser extraño. “Si amo a otro, él debe merecerlo de alguna manera”.

Hablamos del dinero, hablamos del amor. Es fácil deducir que sólo resta hacer referencia a la salud.

Pagar con el padecimiento

En la vida no sólo existe la modalidad de pago con dinero, también existe la moneda de pagar con el sufrimiento. Cuando el sujeto paga con los afectos, con padecimientos corporales, con los llamados síntomas contemporáneos, cuya moneda no es ni el peso ni el dólar, sino la moneda del padecimiento.

El cuerpo es sede de afecciones, de síntomas, es por el cuerpo y en él, que el sujeto siente, desea y se expresa. El psicoanálisis coloca la atención no sólo en el dolor y el sufrir del paciente, sino en cómo es relatado dicho sufrimiento en el discurso. La enfermedad viene de la mano de la angustia, del dolor y el sufrimiento.

Cuando el sufrimiento, el dolor o la angustia no encuentran vías de descarga; cuando el ser humano, no sabe qué hacer con dicho padecer, entonces, como dice la expresión popular, el cuerpo pasa factura.

Francoise Dolto, en su libro “La causa de los niños”, se refiere a la salud y la enfermedad y dice: “«Todo el mundo tiene derecho a la salud…», pero esto no significa nada, ya que la salud es el resultado de una manera de estar en el mundo. Se podría decir: «Cada ciudadano tiene derecho a la atención médica», pero no «a la salud», eso no significa nada. Pienso que la gente tiene también derecho a la enfermedad…Tiene derecho a estar enferma. La enfermedad es una expresión. Cuando algo no puede decirse con palabras, con sentimientos, es el cuerpo el que habla”.

Salud, dinero y Amor. Los tres deseos más comunes y repetidos por todos alguna vez. Sólo piense usted, señor o señora, que si aún está esperando alguno de ellos, sepa a bien saber que no es tarea fácil conseguirlos. El ser humano es complejo, los vínculos son complejos y el interrogarse sobre lo que perturba para implicarse y hacer algo con eso, es tarea aún más difícil, y a la que acceden unos pocos.

Levante usted la copa, y si algo le falta aún no desespere, que en poquitos días ya llegan los Reyes Magos.

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