Por Javier Hernández
Hace menos de un año Pablo Krantz visitó por última vez Rosario y lo hizo como parte de los Conciertos para Puertos, Salones y Desiertos junto con un dream team de músicos como Sonia Kovalivker, Mariano Matulich y el crédito local Navío Noche. Ahora el músico vuelve y aprovechará el reencuentro con su público para recorrer todos los discos de su carrera y adelantar nuevos temas del sexto trabajo que verá la luz en pocos meses.
En una velada que en la que lo acompañará Dani Pérez, líder de Sucesores de la Bestia, Krantz se presentará, este viernes, a las 22, en el bar Club de Fun (Sarmiento 384), y el sábado, desde la medianoche, en La Pocilga Records (Sarmiento 1275) de la cercana ciudad de Firmat.
La vida artística de Krantz está influenciada por los desplazamientos. En 2002, dejó Buenos Aires y se estableció en París hasta 2007, donde publicó un disco de canciones, dos novelas y un libro de cuentos. “Francia me cambió completamente”, dice. Y continúa: “Empecé a cantar en francés para que la gente me entienda”.
La música de Krantz se oye como una resignificación del rock. Es este género un punto de partida desde donde se para y donde liga multiplicidad de influencias que no conocen fronteras y que pueden unirlo a categorizaciones muy alejadas y hasta contrapuestas entre sí.
A la hora de componer dice que no le cuesta trabajo encontrar qué decir. “Hay miles de acordes; la cuestión es decidir qué es lo que está bien y qué lo que está mal y, sobre todo, para qué lado quiero ir. En ese momento las primeras influencias que uno tiene grabadas a fuego en su percepción son las que te orientan en el camino”.
“Tengo influencias de las más indelebles que me vienen de las cosas que escuché en mi adolescencia o infancia –continuó– y que me modificaron de una manera en la cual no sé si soy consciente. De mi madre adquirí a músicos como Bob Dylan, Leonard Cohen y Paco Ibáñez. También gente como Lou Reed, y cosas de la canción francesa que empecé a escuchar de chico”, dijo.
Sin llegar a enunciarlo, Krantz parece asignar a la acción compositiva un cierto carácter espontáneo, casi mágico: “Lo importante es absorber y darle tu propia impronta a lo que hacés” dice, pero sobre la personalidad advierte: “Es algo que va más allá de la propia decisión consciente, algo así como una huella dactilar”.
Sobre la forma en cómo influyen los entornos a la hora de componer, el músico volvió a mirar a Francia para encontrar una respuesta. Allí, dice, descubrió que “el rock argentino no tiene sentido fuera del mundo hispano parlante; el rock cantado en alemán no tiene sentido fuera de sus fronteras. El rock es una música universal pero si las personas no entienden la letra es medio absurdo. Al público francés le interesa la personalidad del cantante, su universo pero, por sobre todo, las letras”.
Lo que, según el músico, más le llamó la atención a los franceses de su personalidad fue “la capacidad para combinar la canción y el rock”. Él dice que allí el entorno lo marcó porque “pasé a hacer canciones más susurradas y shows más basados en las letras y en el contacto íntimo con el público. Eso tenía más que ver conmigo en ese particular momento”.
La banda que acompaña a Krantz habitualmente se compone de músicos de vasto recorrido en la escena independiente de Buenos Aires como Federico Ghazarossian (bajo), Pablo Varela (baterista), y Juan Carlos Mariani (guitarrista); no obstante, en esta cuarta visita llegará en formato solista. “Estoy viajando solo porque es la manera más fácil de hacerlo y de llegar a muchos lugares”, dijo el músico y contó los lugares por los que, además de Rosario, pasó durante 2012: “Estuve en Bogotá, Río de Janeiro, Asunción del Paraguay, Montevideo, e hice una intensa gira de diez días por la Patagonia argentina”.
