Son los “chicos del 2000”. Tienen entre 12 y 16 años. Vestidos con sus camisetas verdiblancas y con el Paraná de testigo directo, se preparan, entre risas, para la producción de fotos. Sin darse cuenta, están escribiendo la historia dorada de las inferiores de futsal en Rowing. No piensan en eso. Disfrutan del momento, del club, del juego, y sonríen para la foto, con la naturalidad de un chico, aunque adentro de la cancha este año fueron grandes. De los más chiquitos, la categoría séptima, son pocos para posar, parte del equipo está de viaje de egresados con la escuela y hay otras cosas que disfrutar.
Hubo tres títulos en un 2017 soñado. Las categorías inferiores (4ta, 5ta y 7ma) se consagraron campeonas. Hacía mucho tiempo que no pasaba en la institución de Colombres 1798, y enorgullece a todos. “Más allá de que el objetivo en inferiores no sea salir campeón, a veces los buenos procesos y los buenos trabajos te llevan a eso indefectiblemente”, comenta Flavio Capillo, DT de cuarta y quinta.
¿Cuál es el objetivo? “La idea de las inferiores, de 6ta para abajo, es que mejoren técnica y tácticamente, no nos proponemos salir campeón, pero en este caso se generó”, comentó Diego Novoa, DT de la séptima.
Se apunta a que cada vez más chicos conozcan el deporte y se acerquen a practicarlo. Hoy la “escuelita” de Rowing tiene casi 20 chicos.
Los gritos de los pibes se escuchan de fondo mientras los técnicos narran las aventuras vividas a lo largo de este 2017. Un chico se acerca para devolver la ropa utilizada el fin de semana cuando con la cuarta viajaron a enfrentar a Boca (campeón del torneo Clausura) en Buenos Aires. Con esfuerzo, se logró confeccionar ropa deportiva para que usen los chicos de inferiores y todos colaboran. “La reciben en un bolso, la usan, la lavan y vuelven a dejarla al club para que otro la use”, cuenta Flavio. De eso se trata, de trabajo en equipo para todo, inclusive para la que los chicos luzcan con orgullo los colores de Rowing.
El deporte amateur necesita el apoyo de varios pilares: la familia, el club y los protagonistas. Los chicos están comprometidos con la idea de jugar y aprender. Y las familias están siempre para acompañar, en los viajes, en los partidos, en colaborar con lo que tengan que hacer para ver a sus hijos sonreír. “El fin de semana viajamos a Buenos Aires y los padres se pusieron de acuerdo para ir en autos y se alojaron con nosotros en un club. Y organizaron un asado”, cuenta Capillo. Y sin el apoyo del club tampoco se podrían lograr los objetivos que se conquistaron este año, tanto en Rosarina como en torneos disputados en Italia. “Se necesita de todos, más en un deporte amateur”, continúa el técnico.
Se cerró un gran año. El esfuerzo tuvo sus frutos. No siempre pasa, pero cuando ocurre se disfruta. Los pilares en Rowing parecen estar afirmados. El trabajo incansable de los entrenadores, el sostén familiar, el apoyo del club y la responsabilidad de los chicos hicieron posible una temporada con muchos festejos.
Cae la tarde. La sesión fotográfica terminó hace un rato. En la cancha quedaron algunos pibes divirtiéndose. Algunos preguntan cuándo saldrá la nota, para poder verse y guardar el recuerdo de un año glorioso. Aunque todavía tienen mucha historia para escribir a la vera del río, junto a la familia de Rowing.