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Las marcas del que sueña

Por: Rodrigo Joaquín del Pino

Es necesario que conozcas tu espacio de poder y paz en tu interior. Y sabemos que aquello que lo cubre es un temor por los acontecimientos futuros, aquello que sucederá. Con esta preocupación dejas claro implícitamente que sientes que puedes ser aniquilado o salvado, y que el mundo que miras es real y a la vez peligroso.

A modo de tónico para el alma, que brinde paz en tu sendero, te invito a pensar y sentir al mundo como si fuesen las imágenes de un sueño que estás proyectando desde tu mente. Esto te permitirá soltar la sensación de estar atrapado en una constelación de acontecimientos dirigidos por un universo que no te consulta antes de accionar.

Justamente las ideas que fueron interiorizadas por nuestra mente, cuando nos dormimos a la realidad y soñamos la separación, son: me aparté de Dios; hice algo mal y siento culpa; todos vivimos en cuerpos diferentes; mi hermano puede atacarme; y si doy, pierdo. Estos pensamientos emergen dentro del sueño y lo sostienen. En verdad, al concebirlos, quedamos dormidos. Son la marca del soñador, y es por ello que únicamente al liberarlos despertamos.

Si sientes que alguien es culpable de algo, te estás culpando a ti mismo a escondidas. En la conciencia no hay tal cosa como adentro o afuera, en mí o en otros. Esta visión de dualidad pertenece al sueño de separación que estamos proyectando juntos. Los cuerpos en verdad no pueden desunir la mente que conformamos todos. ¿No sientes extraño, acaso, perder tu paz por un error ajeno?

Piensas que si la culpa no está en otro, está en ti. Si te das cuenta de que estabas culpando a alguien injustamente, y ahora te sientes culpable por hacer eso, perdónate. Culpar o culparse es atacar, y tanto tú como tu hermano son lo mismo. El perdón no ve culpas ni afuera ni adentro, sino inocencia en todo. Esto atrae la abundancia para el diario vivir. Si realmente te perdonas a ti mismo por lo que sea que pienses, no veras definitivamente defectos en los demás, los habrás sanado antes en tu corazón.

Cualquier persona a la que mires o recuerdes con dolor, odio, vergüenza, tristeza, deseo o necesidad, es como una otra mitad que tienes que integrar. La salida de la culpa que buscó el ego había sido convertirnos o jugar el papel de personas “buenas”, en vez de personas completas.

El bueno reprimido no se completó así mismo integrando su sombra (las cualidades rechazadas en él que proyectó afuera). El bueno reprimido acumulará la ira de las injusticias de “otros”, y la usará como defensa para el momento en que decida atacar. El bueno reprimido tendrá que vivir su opuesto que tanto niega. El bueno reprimido se cree con derecho a juzgar. ¿Pero cómo sería realmente bueno si ataca con razones?

Sólo la persona que se completó integrando, abrazando y liberando la negatividad que proyectaba en “otros”, encuentra la paz que le brinda su propia mente sosegada, libre ahora de toda proyección.

Así pues, integra todos los opuestos que te reflejan tus hermanos en vez de proyectar tu culpa, y fabricar así un sueño de dolor para ti. El despertar no es más que la expulsión total de la culpa que generó el sueño. El mundo de dolor que observamos es la respuesta de una pantalla virtual multidimensional para soñadores culposos. Únicamente responde a un sueño de separación representado por cuerpos distanciados unos de otros que buscan objetivos diferentes.

Si hoy comprendes que estás soñando, comenzarás a despertar. Si hoy comprendes que no ves el mundo sino tu mirada, encuentras donde se halla el temor. Si hoy comprendes que eres el soñador, abandonarás tu identificación con el sueño. Si hoy comprendes que todavía miras un mundo de dolor porque en tu mente moran pensamientos no perdonados, te acercas a la libertad real. Si hoy comprendes que lo único que sucedió fue que te quedaste dormido al amor, tu mente girará 360 grados, y comenzarás a reír al recordar lo que pensabas.

Pero si continúas creyendo en la injusticia, el sufrimiento, la desigualdad, la escasez, el abandono, la vejez y la muerte. Haciendo así más real el sueño de separación. ¿Cómo crees que despertarías?

Si decides mirar de otra manera todo, todo empieza a cambiar. Jamás perdiste el poder de crear tu realidad, es más, lo has corroborado. Precisamente porque crees en el mundo que ves, es que lo ves. Creer en ti mismo como amor en acción es la clave para un mundo de amor. Antes del despertar soñaremos juntos el último sueño. Ese sueño ya comenzó en la mente de muchos. Nada podrá detener la fuerza de ese amor que sabe bien que dar es recibir. Dar todo a todos será el lema del nuevo soñador. Y el temor a perder será parte de un sueño imposible.

Hoy, el hijo del amor ya no se niega así mismo, sino que acepta recibir todos sus regalos, pues despertó de su sueño de culpa. Es que hoy, el hijo del amor recordó quién es.

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