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Las mezclas impredecibles de Kevin Johansen

El músico lanzó “Mis Américas. Volumen ½”, su nuevo disco.

La mezcla impredecible entre Palito Ortega, Marcos Mundstock, Pity Álvarez, Ricardo Mollo y Miss Bolivia es la vigorosa impronta musical de Mis Américas. Volumen ½, el nuevo disco de Kevin Johansen en el que recorre las geografías que nutrieron su variopinto repertorio de sonidos.

Sucesor de Bi, aquel disco doble donde el músico oriundo de Alaska fragmentaba las influencias musicales materno-paternales en dos álbumes –uno más bien rockero y otro de sonidos de Latinoamérica– este nuevo material es, según palabras de su creador, producto de una intrepidez que le dieron “los años”.

“Uno va fantaseando con cosas para las canciones, invitados, mezclas, sonidos, combinaciones y con los años te vas animando a más a probar, a preguntar, a intentar cosas que por ahí antes no te hubieras atrevido”, afirmó Johansen sobre el disco grabado en Nueva York, Río y Buenos Aires.

Y en ese derrotero se enlazan las voces e improntas de Miss Bolivia (con su rap en “El Dios de la Marea”), Marcos Mundstock y Palito Ortega (el primero un monólogo inicial para la “Bach-chata” y el segundo los coros de “La infelicidad ja ja ja ja” en el mismo tema); Pity Álvarez (“Folky”), Ricardo Mollo (“Zambaguala del viajero”) además del plantel estable de hijos de Johansen.

“En el disco conviven temas nuevos con canciones viejas que tenía archivadas hacía años. Eso pasa cuando uno en vez de artista de culto fue artista oculto: tenés mucho archivo que todavía no mostraste. Y lo bueno es que las canciones se mezclan bien porque, en el fondo, las temáticas siguen siendo siempre las mismas: la muerte, el sexo, el amor y dos o tres cosas más”, dijo.

La multiplicidad de orígenes de Johansen –nació en Alaska, se crió en Uruguay, vivió en Nueva York, vive en Argentina– debe haberle granjeado la posibilidad de pincelar esas Américas en este álbum. “Mi intención fue apropiarme de las Américas, que no son más que las de uno, las que uno conoce. No es que me fui al Lago Titicaca a sentarme y conectar: fui a las ciudades que conozco. Precisamente que sea un volumen medio significa que este álbum es recién la punta del iceberg, la parte de Mis Américas… que recién conozco”, dijo el músico.

Acerca del seleccionado de músicos tan heterogéneos que lo acompañan, el multiinstrumentista señaló: “Yo soy muy pudoroso con mis ídolos. Cuando escribí la «Bach-chata» pensé en Les Luthiers, primero porque son una influencia ineludible de lo que hago y además porque me pareció que era un tema para que aparecieran y a Mundstock le gustó. En medio de esa canción yo decía «La infelicidad ah ah ah ah» y pensé en Palito, que tenía que avisarle y de paso preguntarle si se animaba a cantar. Después a Pity lo agarré en zona, estaba por Gascón y Corrientes y pensé en su voz aguardentosa para «Folky». Con Mollo tardíamente me animé a pedirle que se sume a «Zambaguala…», con su voz medio folclórica y a Miss Bolivia le pedí que haga un rap para «El dios de la marea».

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