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Las monedas de un peso con error ortográfico encargadas por Menem a Inglaterra cotizan alto

Son de 1995. No advirtieron el cambio de la "g" por la "c" y comenzaron a circular. Frenaron la distribución, pero en 2011, ante la escasez de circulante, liberaron otra partida. Ahora, cuando esa denominación no vale nada, piden entre 15 y 20 mil pesos por una de ellas

Las monedas, hoy, no se consiguen. Es más común el caramelo como vuelto que los metales redondos con respaldo oficial. Algunos, incluso, aseveran que su valor como metal es superior al nominal, en las bajas denominaciones. Pero hay una excepción, como en toda regla. Se trata de las de un peso acuñadas en 1995, y fuera del país, bajo la presidencia de Carlos Menem. Tienen una singularidad que las hace raras: en el reverso, hay una letra equivocada. En vez de tener grabada la leyenda «Provincias del Río de La Plata», se ve «Provingias» en relieve. Poseedores de esas piezas piden hasta 20 mil pesos por internet para desprenderse de ellas.

No son tampoco una figurita difícil. La cantidad encargada hace 26 años a la Casa de la Moneda de Inglaterra fue de 56 millones de unidades. Dieron por sentado que no habría inconvenientes con ese peso argentino fabricado en la ex potencia colonialista con la cual se mantiene la controversia por la soberanía en las Islas Malvinas. Pero no fue así: la sorpresa llegó cuando el el cargamento arribó a la Argentina. Tarde, el error estaba cometido.

Ahora, parece que el furcio anglosajón tiene rédito. En sitios como Numismática ArgCollectibles y en la plataforma eBay hasta se cotizan en dólares las monedas con consonante cambiada: piden desde 50 dólares por un blíster de 10 y entre 6 y 12 dólares por unidad. Hay que ver si alguien está dispuesto a pagar eso, o los 15 mil pesos que otros ofertan también por internet.

Las monedas con la «g» fueron puestas en circulación tras detectarse el error, cuando ya un buen número de ellas habían sido enviadas a los bancos. Se cortó entonces la distribución, pero la necesidad tiene cara de hereje y, en 2011, ante un faltante de circulante metálico, y con el transporte público aún sin los sistemas de cancelación por tarjetas con chip, se liberaron las que estaban retenidas en las bóvedas del Banco Central, con destino de fundición.

Después de varios años, y cuando la depreciación de la moneda nacional le bajó el valor a los redondeles metálicos, algunos imaginaron una forma de recuperarlo gracias a la rareza. las acuñaciones raras, en este caso por errores, se cotizan bien en los mercados numismáticos.

 

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