Desde hace dos años, el 9 de diciembre se celebra el Día de la Mujer Aeronáutica, que fue impulsado en el Congreso de la Nación por la Asociación Mujeres en Aviación Argentina (Amaa). Su objetivo fue el de visibilizar a las aviadoras, que en el país ocupan menos del 2% de los cargos del sector, por debajo de la media mundial. La fecha conmemora el primer Encuentro Nacional de Mujeres en la Aviación, en 2018, y desde esta semana se celebrará con actividades en distintos puntos del país: Rosario será una de las sedes.
Constituida como una asociación civil sin fines de lucro, Amaa surgió en Comodoro Rivadavia (Chubut) con el objetivo promocionar, difundir y fomentar las distintas actividades que ofrece la aeronáutica y el rol de la mujer en la aviación argentina.
El Encuentro Nacional de Mujeres Aviadoras se realizó en dos ocasiones: en 2018 y 2019. Este mes, mientras esperan el próximo Encuentro, que esperan pueda realizarse en 2023, tendrá lugar la celebración del Día de la Mujer Aeronáutica con distintas jornadas de festejos que reunirán a las aviadoras en actividades en diferentes puntos del país. El 7 de diciembre se será en el aeroclub Villa Mercedes, en San Luis, y el 11 en La Plata. También habrá actividades en el Aeroclub General Alvear de Mendoza, en Santa Rosa La Pampa y en Rosario, todas con fecha a confirmar. En los eventos habrá exposiciones, música en vivo, charlas y se mostraran las actividades de la asociación, que incluye una bolsa de trabajo, asesoramiento y capacitaciones.
Los talleres para niños y niñas también forman parte de las actividades que realizan durante el año. Es que una no puede querer ser algo que no sabe que está dentro de las posibilidades. “De chica nunca me habían llamado la atención los aviones. Eso que vivía debajo de una ruta aérea, cerca del aeropuerto y los veía pasar. Cuando a los 16 años me subí a un avión por primera vez pregunté si eso era un trabajo. Le dije a mi mamá que, si lo era, quería hacerlo toda la vida”. La que habla es Agustina Schiel. Ella cuenta su historia, que puede ser la de muchas. Hoy pilotea aviones privados, pero cuando era chica, cuando le preguntaban ¿qué querés ser cuando seas grande?, volar no era una opción.
En los últimos años se fueron sumando algunas mujeres al rubro, pero siguen siendo muy pocas quienes pilotean aviones (de todas las clases). Y, si bien hubo quienes dieron el puntapié inicial hace ya muchos años, las chicas que ostentan los títulos de “las primeras” en pilotear dentro de algunos rubros en Argentina, son contemporáneas. Como Virginia Zarantonello, que con 42 años en la actualidad es la primera aeroaplicadora en el país.
A diferencia de Agustina, Virginia se crío entre aviones, porque ya su papá y su hermano ejercían la profesión. No se acuerda de la primera vez que se subió a un avión, pero sí de la primera vez que su papá le dio el volante. “Siempre quise ser pilota. Tiene algo de conexión muy fuerte con mi papá. Es una pasión que no se puede explicar”, dice a La Cazadora.
La carrera de pilotx es muy larga. Comienza con teoría para obtener la primera licencia, pero no es habilitante para trabajar. La segunda licencia, que es de Piloto Comercial, requiere tener más de 200 horas de vuelo, algunas específicas, y una teoría más extensa. Agustina, cuenta: “No vengo de familiares aeronáutica, así que tuve que hacer toda una investigación para saber cómo tenía que hacer. A los 19 o 20 años arranqué en una escuela que operaba en el aeropuerto de Rosario y ahora están en San Lorenzo. Ahí conseguí mi primera licencia, que es la que habilita a ser piloto, pero no podés trabajar, para hacerlo tenés que tener cierta cantidad de horas de vuelo”, detalla Agustina.
Las horas se suman volando en aviones muy chicos. “Me acuerdo cuando estaba en el Aeropuerto Rosario haciendo mis primeros vuelos iba con el avioncito mini, y adelante tenía un Boeing 737, por ejemplo, es impresionante. Lo bueno es que te saludan con humildad porque arrancaron igual que vos. Ningún piloto o pilota empezó su primera hora de vuelo volando un avión de línea aérea, todos pasamos por lo mismo”, cuenta Agustina quien en paralelo lleva adelante dos carreras universitarias. “Es difícil ser pilota, pero con perseverancia se puede”, asegura.
Las pioneras
Cuando se indaga sobre mujeres en la aviación surgen nombres como el de la rosarina Amalia Celia Figueredo —la primera mujer en pilotar un avión en Sudamérica en 1914—, el de Adrienne Bolland —la aviadora francesa reconocida por ser la primera mujer en sobrevolar la Cordillera de los Andes en 1921—, o el de Carola Lorenzini —que fue la primera mujer en convertirse en instructora de vuelo del Cono Sur, hace casi un siglo—. Nombres aislados que destacaban dentro de un mundo de varones.
Hoy el universo de las aviadoras es más amplio pero, a la vez, sigue siendo limitado. Según datos que la Asociación Internacional de Mujeres Pilotos de Avión publicó en 2020, en todo el mundo sólo el 5,1% de lxs pilotxs es mujer, y solo un 1,42% es capitana. El país con mayor porcentaje de mujeres pilotas es India, donde representan el 12,4%, mientras que Argentina se ubica por debajo de la media mundial, con números que no alcanzan el 2%. Es por eso que, en el país, muchas de “las primeras” en ingresar en ciertos rubros, no superan los 30 años de edad.
“Cuando una dice que es aviadora sigue siendo algo raro”, dice Virginia, a pesar de venir de familia aeronáutica. A Agustina le siguen preguntando ¿por qué no fuiste azafata? “Es que no es lo mismo. Admiro mucho ese trabajo, pero creo que no podría hacerlo, se me caería todo (risas). A mí me gusta otra cosa”, aclaró.
La libertad de volar
“Para mí volar es libertad. Es una sensación que no puedo explicar, pero es un sentirse libre”, describe Virginia. “Cuando estoy en tierra adoro los aviones, es una máquina que me encanta. Pero cuando vuelo la sensación es de libertad”, refuerza.
Virginia empezó a estudiar a los 17 años, junto con la carrera de Ingeniería Agrónoma, pero volar siempre fue su pasión y una conexión muy especial con su papá. Su primer trabajo fue la fotografía aérea: llevaba a fotógrafxs a retratar lugares desde el cielo, algo que en la actualidad se realiza con drones. “Se hace con un vuelo lento. Al mediodía si no se quieren producir sombras, o a la tardecita, cuando se ven las luces de las ciudades prendidas. Fue una hermosa experiencia”, cuenta. Después de años de estudio y de juntar muchas horas de vuelo hoy, con 42 años, es Instructora, lleva adelante hace más de 15 años la escuela de vuelo Delta Zulu en Las Parejas y es aeroaplicadora.
“Siempre hubo alguna mujer sobresaliendo, pero siempre fue un ambiente muy masculino”, dice Virginia, aunque aclara: “Hoy en día ya no es tan raro ver mujeres, es mucho más común”.
Sobre el rubro, explica: “Hay de todo, está el machista que te quiere bajar del avión y los que te alientan a seguir. Cuando yo hice el primer curso, hace bastante ya, éramos muy pocas chicas. Ahora está bueno porque hay más. Pasó poco tiempo y mucho a la vez”, dice, mientras cuenta que en la escuela se ven cada vez más chicas, aunque siguen siendo minoría.
“A lo que llegué es a lo que quería hacer. La instrucción te enseña todo el tiempo y acompañar en los primeros pasos es muy lindo. En las etapas iniciales se va aprendiendo de qué se trata esto, así que es muy linda la experiencia”, asegura.
Si es una carrera, la quiero
Si bien levantaba la mirada cuando pasaba un avión sobre su casa, no le daba máxima importancia. El gusto de Agustina por volar apareció cuando hizo el típico viaje de 15 con su familia. Era la primera vez que volaba y lo que vió la sorprendió. “Si esto es una carrera, es lo que quiero hacer”, le dijo a su mamá.
Más allá de eso, cuando terminó la secundaria en el Superior de Comercio de Rosario, empezó a estudiar Administración de Empresas. En paralelo entró a una escuela de vuelo en el Aeropuerto de Rosario y empezó el largo camino a ser pilota. Hoy, con 25 años, maneja aviones privados, acompaña a instructores de paracaidismo y realiza vuelos bautismo. “Es un ambiente muy masculino, igual hay más mujeres de las que yo pensé. En el curso de piloto éramos más o menos 30, pero mujeres solamente dos. No se conoce mucho la carrera, si no sos de familia aeronáutica no pensás en ser piloto. Y se sigue pensando que es una carrera para hombres”, dice.
“La existencia de las asociaciones de mujeres es muy importante, porque por ahí en los aeroclubes hay una o dos mujeres y te sentís un poco sola. Entonces este conocernos entre nosotras está bueno, conocer chicas que llegaron a líneas aéreas también ayuda porque te cuentan sus experiencias”, dijo la joven pilota, que en los festejos por el Día de la Mujer Aeronáutica va a participar con su empresa de merchandising para pilotos y pilotas.
Fue antes de la pandemia que Agustina estaba viviendo en Buenos Aires, estudiando allá y parando en una pensión. Como el alquiler era de seis meses no podía conseguir un trabajo fijo porque en el verano tenía que volver. “Yo siempre trabajé para pagar mis horas de vuelo. Entonces empecé a pensar qué podía hacer para tener mi plata, pero manejando mis horarios. Empecé con esta página, veía que los lugares que venden estas cosas tienen siempre los mismos modelos, los mismos colores y está todo hecho para hombres. Entonces mi idea fue darle una vuelta de rosca y hacer indumentaria para mujer o más moderna para los y las más jóvenes. También vendo libros de vuelo y otras cosas que usamos pero que no sean el típico verde militar y negro”, contó sobre AeroAlfa.