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Las mujeres ganaron un 30% menos que los hombres en 2017

Los datos refieren al Gran Rosario. Y se basan en la encuesta permanente de hogares del Indec del segundo trimestre del año.

El año pasado las trabajadoras de Rosario cobraron un 30 por ciento menos de salario que los hombres. La cifra superó la media nacional donde la brecha fue de un 20 por ciento a favor de los varones (otro estudio ubica este porcentaje en 27%). Y hay más: del 10 por ciento de la población nacional con menores ingresos, el 67 por ciento son mujeres. A la inversa, del 10 por ciento de mayores ingresos, el 67 por ciento son hombres. La tendencia se refleja en una menor participación femenina en el mercado laboral con una diferencia de 19 puntos para el Gran Rosario. Los datos fueron agrupados por el Observatorio del Centro Cultural Demos, basados en la encuesta permanente de hogares del INDEC para el segundo trimestre de 2017. El informe analizó las brechas de género en el mercado de trabajo para conocer la inserción diferencial de las mujeres. Describió la participación femenina, las tasas de desempleo y de subocupación, la distribución según los puestos y las jerarquías y el nivel de ingresos.

“La construcción de género se ve en la economía. Las diferencias fisiológicas no determinan el tipo de tareas a hacer. No hay nada natural en que las mujeres tengamos responsabilidades de cuidado. Es un elemento condicionante para que las mujeres se sumen al mercado laboral en igualdad de condiciones, en empleos de calidad y en lograr una autonomía económica”, explicó a El Ciudadano, Luisina Logiodice, integrante del observatorio.

La brecha

El informe analizó cómo las diferencias culturales y sociales influyen en la inserción laboral de las mujeres y en la brecha salarial. Los investigadores aclararon que si bien las causas para que las mujeres tengan un salario menor son varias, pueden relacionarse con la división del mercado, con la participación de mujeres en puestos menos calificados, la menor dedicación horaria debido al trabajo doméstico y a la responsabilidad de cuidado no remunerado.

Según los datos, la participación femenina en el mercado laboral del Gran Rosario fue de  un 38.9 por ciento durante los últimos tres meses del año pasado. Los hombres ocuparon el 58.1 por ciento. La subocupación también fue diferencial: un 14.5 por ciento de mujeres trabajan menos de 35 horas semanales, siendo 6 puntos porcentuales más que los hombres.

Una de las causas de esta diferenciación puede ser la cantidad de horas que las mujeres destinan al trabajo no remunerado y de tareas domésticas que no es reconocido por el mercado laboral. “Esta carga horario asumida en mayor medida por las mujeres condiciona la forma que adopta la inserción de las mujeres y varones en el mercado de trabajo”, señalaron los profesionales en el informe.

Desde el Observatorio explicaron que no hay información actualizada sobre el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Los últimos datos son de 2013 y corresponden a un módulo de la encuesta permanente de hogares sobre uso del tiempo. Las cifras indicaron que las mujeres dedican el doble de horas que los hombres al trabajo no remunerado.

“Es necesario generar herramientas para contar con información que den un panorama completo del trabajo no remunerado. Las estructuras estereotipadas de comportamientos generan mayor responsabilidad en las mujeres y limitan la posibilidad de acceso al mercado en igualdad de condiciones con los hombres”, señaló Logiodice.

Roles y jerarquías

El informe de Demos diferenció la inserción femenina en el mercado laboral según dos factores: la calificación del puesto y la rama de actividad. Los datos mostraron que en los niveles superiores de calificación ocupacional (profesionales y técnico) las diferencias entre hombres y mujeres no son muy marcadas. La distancia se da en la base de la pirámide donde las mujeres en ocupaciones sin calificación superan por 20 puntos porcentuales a los hombres.

En cuanto a las diferentes ramas laborales, tres de cada diez mujeres se insertan en el servicio doméstico o la enseñanza. “Culturalmente se nos asignan tareas de cuidado que se trasladan hacia al mercado”, agregó Logiodice.

El informe concluyó que las diferencias en el mercado tienen origen en la división sexual del trabajo. La asignación de tareas específicas es cultural y social. Opera en lo productivo y en lo reproductivo a partir de la distribución desigual de las cargas de cuidados.

En todo el país

Un informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa) sostiene que una de las  principales desigualdades económicas que afecta a las mujeres es la brecha de género en los ingresos. Si se considera la brecha de ingresos de la ocupación principal (vinculada a la actividad laboral), la misma se ubica en el 27% para el segundo trimestre de 2017, de acuerdo con los últimos datos de la EPH – INDEC, según la interpretación del Cepa. Incluso si se considera la brecha de ingresos personales (incluye ocupación principal, secundaria e ingresos como laborales como jubilación o renta) la brecha de género persiste ubicándose en 29%.

Cuando se considera la evolución de la brecha de ingresos por la ocupación principal en el largo plazo, se observa que entre 2004 y 2015 hubo una contundente disminución (11 puntos porcentuales) pasando del 33% al 22%. Este proceso está asociado a la mejora de los indicadores macroeconómicos en general y del mercado de trabajo en particular (salario real, nivel de registración, mayor cobertura de los convenios colectivos de trabajo. etc.). Hacia 2017, vuelve a haber un repunte de la brecha asociado a la incipiente desregulación del mercado de trabajo, ubicándose en 27%. Ahora bien, la permanencia de una brecha que rondó el 20%-24% durante todo el período demuestra la existencia de un núcleo duro de la desigualdad que requiere políticas específicas si se pretende erradicar la inequidad de género en los ingresos.

Uno de los mitos en torno a la brecha de género es que la misma se debe a que las mujeres son peor remuneradas a igual tarea realizada por varones. Sin embargo, esto aunque pueda suceder en la práctica en algunos casos, no explica el fenómeno macro. Entre las principales causas de la desigualdad salarial, se encuentra la inequitativa distribución entre trabajo productivo y reproductivo (las mujeres dedican menos horas al trabajo remunerado porque deben atender al sostenimiento del hogar), lo que se refleja en la tasa de actividad: 69,8% es la tasa masculina y 47,9% la femenina.

Otra de las causas de la desigualdad de género en los ingresos es la mayor inserción de las mujeres en la informalidad laboral: mientras que el 36% de las mujeres trabaja de manera informal, en los varones el porcentaje desciende a 31%. Además, en este universo la brecha en las remuneraciones es más pronunciada: mientras que para el trabajo informal se ubica en 34% en el trabajo registrado lo hace en 21%.

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