Las mujeres del Movimiento Sindical Rosarino (MSR) se juntaron por primera vez hace dos años. Fue en la calle y marchando. Se conocían desde mucho antes pero ese miércoles 3 de junio de 2015 era la primera vez que caminaban como mujeres bajo una misma bandera. Días antes, un hashtag de tres palabras estallaba en las redes sociales y convocaba a movilizarse contra los femicidios. Las sindicalistas no se imaginaban que la consiga atravesaría las fronteras nacionales y que ese #Niunamenos se traduciría a otros idiomas y se volvería una bandera del movimiento de mujeres argentino. Después de esa primera marcha, empezó la mesa femenina del MSR. Desde entonces, todos los lunes delinean estrategias para pensar la igualdad dentro de los gremios y los problemas de las mujeres trabajadoras. La tarea no es fácil. El gremialismo argentino fue y es predominante de varones y cada lugar ganado por las mujeres responde a años de debate y lucha. Para ellas, lo importante es que las conquistas sean a partir del trabajo a la par, “con los compañeros al lado”. Y remarcan que el enemigo en común es el neoliberalismo y el ajuste. En diálogo con El Ciudadano, cuatro representantes de la mesa del MSR contaron cómo se llevan las discusiones de género a los gremios.
Desde 2014 la mayoría de los gremios de la ciudad modificaron sus estatutos y crearon secretarías que incluían la problemática de género. El marco fue el contexto nacional de incremento en las estadísticas anuales de femicidios. Pero los gremios estaban atravesados por al menos una década de discusiones sobre el lugar de las mujeres en las organizaciones sindicales. La mesa del MSR apareció como un espacio de transversalidad de esas conversaciones, con la impronta del movimiento obrero. Hoy, como hace dos años, vuelven a encontrarse en la movilización de Ni Una Menos.
Oficio feminizado
Silvana Cadahia es secretaria de Cultura y Derechos Humanos de Sadop Rosario, que representa a los docentes privados. “Para los gremios la agenda de género tiene dos dimensiones. Una más dura que es la de la lucha que nos lleva a las calles y que comienza con el grito contra los femicidios. Y otra más blanda que tiene que ver con reivindicaciones sistemáticas que venimos haciendo las mujeres”, explicó.
Hoy la comisión directiva de Sadop es mitad de mujeres. Para Cadahia, la institucionalización de las secretarías en los gremios refleja que “los sindicatos, que tienen una organización histórica capitalista y androcéntrica, también van transformándose en su organicidad”. Los cambios se ven en el diálogo con los compañeros. “El nuevo feminismo nos puso a todos en debate, a las mujeres y a los hombres. Los compañeros te preguntan, no saben cómo manejarse, se sienten interpelados. En mi casa mis propios hijos que son hombres me decían feminazi en chiste. Detrás de esa broma, está que no saben dónde pararse. Y empezar a preguntarnos es un cambio”.
Con un 82 por ciento de maestras mujeres, Cadahia piensa a la docencia como un oficio feminizado. “La labor docente es como la de la ama de casa. Es la tarea que nadie quiere realizar, la mal paga y no reconocida. El desafío es transformar eso: pensarnos como trabajadoras de la educación, no como un apóstol o como el profesional que nos vendieron en los noventa. Cuando partimos de que somos trabajadoras, el debate es social y político y es contra el neoliberalismo”, dijo la docente.
Para Cadahia llevar el debate a las aulas es el principal desafío: “Los docentes privados trabajan para estructuras muy tradicionales, donde la cuestión de género genera rechazo porque rompe con valores establecidos. La homosexualidad, por ejemplo, trae mucho estigma y se vive en secreto. Creemos que los debaten se están empezando a dar, pero los cambios culturales se miden en el tiempo”.
Las mujeres en el Estado
Yamile Baclini es secretaria de Desarrollo Humano en el Sindicato de Trabajadores Municipales. En 2014 empezó a trabajar con un grupo de mujeres del gremio en la incorporación de la perspectiva de género. Por primera vez en 70 años, una mujer llegaba a ocupar la secretaría adjunta y para Baclini se trataba de una conquista de años de trabajo gremial femenino hecho en la invisibilidad.
“Durante mucho tiempo a las mujeres en el sindicato las mandaban a hacer los arreglos florales y cosas del estilo. Obviamente, podemos hacer eso pero también podemos hacer todo lo demás. Fuimos logrando una distribución más equitativa y hoy el objetivo es la paridad en la comisión directiva”, contó.
“Pensar en mujeres sindicalistas da cierto temor, como si fuera una tarea exclusiva de los hombres. El sindicalismo es propio de todos los trabajadores. Por eso trabajamoscodo a codo con los varones en la construcción de una sociedad pacifica, igualitaria, de respeto mutuo. Desde el lugar tenemos generar estrategias y derribar mitos”, explicó.
En los bancos
En La Bancaria la Secretaría de Género, Derechos Humanos e Igualdad se creó en 2014. Analía Ratner es su secretaria y trabaja en el Banco Municipal. Según contó, si bien en la actividad bancaria la proporción de hombres y mujeres es pareja, siempre existieron dificultades a la hora de ocupar lugares de jerarquía. “Hay un prejuicio sostenido en que las mujeres no podemos dedicar el mismo tiempo al trabajo que los hombres. Se ve con el tema de la maternidad y la lactancia. Las mujeres demostramos nuestras capacidades todos los días con la doble función que cumplimos no remunerada y no reconocida por la sociedad”, explicó.
Para Ratner la agenda de género fue metiéndose de a poco en la gremial y hoy es una prioridad de las conducciones de muchos gremios de la ciudad. Por eso, la conformación de la mesa del MSR sirve para pensar en los problemas que son comunes a las mujeres trabajadoras.
Cuando ellas son minoría
Gabriela Cericola empezó a formar parte de Luz y Fuerza como la mayoría de los afiliados al gremio, militando. Desde chica, escuchaba las historias de su abuelo sobre la resistencia a la privatización de los noventa y sobre cómo la pelea siempre se había dado en la calle, con el bombo en mano. Hace siete años entró a trabajar en la Empresa Provincial de Energía (EPE). Nunca se imaginó que la militancia la iba a llevar al movimiento de mujeres y tratar las cuestiones de género dentro del gremio.
Con un 85 por ciento de hombres y un 15 de mujeres, Cericola contó que tratan la problemática desde distintos frentes, “siempre junto con los compañeros”. El próximo norte es la modificación del estatuto para crear una secretaría que incluya las cuestiones de género.
“Si bien nuestro sindicato tiene la ley de cupo, es buenísimo que las mujeres estemos representando a los sindicatos en las mesas de discusión como la del MSR. Pero como mujer los debates sobre género te llegan desde otro lado. Te golpean como mamá, como hija, como hermana”, contó.
Cericola explicó que para las mujeres de Luz y Fuerza estar en la mesa de mujeres del MSR es estar con las movilizaciones sociales. “Creemos que todo se puede cambiar desde la militancia y que participar del movimiento de mujeres es un espacio más de transformación oficial”, dijo.
En Luz y Fuerza cada 20 días hacen una mateada de militancia mixta a la que las mujeres llevan las problemáticas de género para ser discutidas. “Logramos mucho apoyo de los compañeros. Al principio, se hizo muy difícil. Todos los cargos jerárquicos son ocupados por hombres, pero de a poco fuimos incluyendo mujeres en las comisiones y muchas empezaron a ser delegadas”, explicó.
Cuando Cericola le contaba a su abuelo sobre los debates de género que estaban llevando las mujeres al sindicato él se enojaba. “Se volvía loco, no podía entender. Decía que teníamos que pensar en el convenio y no fragmentar. Pero le fui explicando que la igualdad no perjudicaba a nadie. Que al contrario, iba a fortalecer al gremio. Con el tiempo creo que entendió, más por mi convicción que por otra cosa”, recordó.