Mercedes D’Alessandro es economista y vive en Nueva York. Junto a otras dos colegas creó Economía Feminista, el blog argentino que mostró las desigualdades entre varones y mujeres en el ámbito económico. También es autora del libro “Economía feminista, cómo construir una sociedad igualitaria (sin perder el glamour)”, de editorial Sudamericana. Este Jueves visitó la redacción de EL Ciudadano y compartió una entrevista en vivo junto al concejal de Frente Progresista, Cívico y Social, Enrique Estévez. La mujer llegó a Rosario para dar dos charlas. La primera fue en Laboratorio de Innovación Ciudadana de Argentina (Labicar) que hasta el 20 de octubre reúne a participantes vinculados con 10 proyectos vinculados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas (ONU). La segunda será este viernes en el ciclo “Economía y política a la reposera” que cambió de lugar debido al pronóstico meteorológico. Disertará en la Sala de las Artes (Suipacha 98 bis) a las 19 junto a la periodista María O’Donnell y el politólogo Mario Riorda. La charla es organizada por el Cemupro.
-El libro “Economía Feminista” pone en evidencia con datos las desigualdades económicas entre varones y mujeres en Argentina. Actualmente, ¿cuáles son los indicadores que dan cuenta de esa brecha?
-Hace poco salieron los últimos informes de ingresos en Argentina, que se publican agregando a las personas desde las que ganan menos a más en diez categorías. Vemos que siete de cada diez personas que están en los grupos que ganan menos son mujeres. Y pasa excactamente lo contrario entre quienes ganan más. Las mujeres son sólo 3 de cada diez. Es decir que los más ricos son varones y las mujeres están en la población más pobre. Lo mismo pasa cuando se mira el desempleo, que es de 9 por ciento pero en mujeres es del 11. Si hilamos más fino vemos que las mujeres menores de 29 están desocupadas en un 20 por ciento. ¿A qué responde? Las mujeres jóvenes tienen un cartel en la frente que dice “voy a ser madre o soy madre”. Es un factor que toman los empleadores para decir que se van a ausentar más en el trabajo, que van a tener licencia por maternidad, no se van a concentrar de la misma manera. Eso las precariza a la hora de conseguir un empleo formal. La precarización en las mujeres es del 38 por ciento, y las mujeres precarizadas ganan un 34 por ciento menos que los varones precarizado. Así hay un montón de cifras discriminadas en varón o mujer (porque no hay otras) y en todas las categorías las mujeres están peor. En Argentina se usa mucho el término “ni ni” que refiere a ni trabaja ni estudia. El 67 por ciento de los “ni ni” son mujeres y son madres. No es que no trabajan, hacen el trabajo no remunerado. Además no pueden estudiar porque son mujeres a las que les cuesta mucho conseguir un empleo formal y seguir con su vida familiar.
-Una de las consignas del feminismo dice “eso que llaman amor es trabajo no pago” ¿A qué refiere?
-La frase “eso que llaman amor es trabajo no pago” está asociada con que todas esas tareas como lavar, planchar, cuidar a los chicos que están consideradas que las mujeres hacen por amor a sus seres queridos. Esas tareas están asociadas a algo femenino como si las mujeres viniéramos con un chip para hacerlo. El 76 por ciento de ese trabajo lo hacen las mujeres. Y si la mujer pone ese trabajo en un segundo plano hay una idea de que estaría siendo menos amorosa. Aparece como egoísta, mandona, seria y que deja de amar. Y eso es una carga a la hora de ganar espacio en ámbitos laborales y de poder. Supongamos que el concejal Estévez va a hacer campaña con una compañera un sábado a la tarde. Seguramente a ella le preguntarán qué hizo con sus hijos y a él no. Si están con el padre le dirán “qué bueno que te ayuda” o que está de niñero.
-¿Qué opinás del proyecto de igualdad salarial que presentó el gobierno de Cambiemos al Congreso? ¿Crees que las políticas de este gobierno desfavorecen a las mujeres?
-El proyecto está siendo muy cuestionado. Una de las cosas que tiene es que la mujer que va y chequea en los recibos de sueldo que gana menos que los varones debería ir a denunciarlo frente a un organismo y esa denuncia no tiene ninguna penalización, con lo cual podrían echarla por ir a denunciar. Ese es uno de los muchos puntos cuestionados por el feminismo y el sindicalismo. En relación a las políticas de este gobierno, Argentina está en una recesión a la que se llegó no por tormentas, sino por políticas mal ejecutadas y objetivos del gobierno que no dieron los frutos que decían. Con tantas brechas de desigualdad que reposan sobre las mujeres de manera asimétrica es difícil pensar que más allá de la situación general de todos los trabajadores y trabajadoras, las mujeres puedan reponerse cuando aumentan los índices de desempleo, precarización y pobreza. Es muy difícil pensar en achicar brechas en este contexto.
-Los indicadores que mencionás dejan afuera a la diversidad sexual. Varias provincias avanzaron en el cupo trans para reducir las desigualdades ¿Por qué está política pública es necesaria?
-En la parte económica tenemos un gran problema porque no se relevan estadísticas con una apertura de género que no sean varón-mujer. Se hicieron ensayos, como el de la Fundación Huésped que tomó una muestra para evaluar después que salió la ley de identidad de género. También se hizo en La Matanza con la activista travesti Diana Sacayán. Y muestran datos escalofriantes. Solo el 1 por ciento accedió a un trabajo formal. Ahí es donde el cupo laboral toma otro sentido. Estamos hablando de una población en la que la mayoría tuvo que ejercer la prostitución o el trabajo sexual, no terminó la primaria, tienen antecedentes penales porque con la discriminación y la marginalidad quedan más expuestas. El cupo laboral trans como otras leyes de reparación histórica busca nivelar. La educación es otro factor. La población trans ha sido expulsada de la educación, la salud los derechos básico y si bien Argentina es pionera en la ley de identidad de género y matrimonio igualitario, todavía culturalmente hay un espacio discriminatorio. Estas resoluciones como el cupo son muy importantes porque hacen al cambio cultural, hay que cambiar la manera en que nos relacionamos.