El partido que se generó alrededor del partido casi superó lo demostrado en el terreno de juego del Gigante de Arroyito en la tarde rosarina. Central y River disputarían un trascendental partido por la lucha del campeonato de la B Nacional, aún más importante luego de la igualdad de Instituto, inmediato perseguidor de la visita, frente a Independiente Rivadavia de Mendoza.
El gran marco que mostró el estadio tuvo un extraordinario recibimiento por parte de ambas parcialidades pero mostró como detalle de color cómo la platea local, en el ingreso de los equipos, arrojó maíz para el cuerpo técnico riverplatense, que se disponía a ubicarse en la previa del encuentro. Matías Almeyda y sus compañeros decidieron ignorar el gesto auriazul.
Asimismo, en el entretiempo se vio la peor cara desde las tribunas: unos 100 simpatizantes de River ubicados en la escasa platea que brindó Central a los visitantes comenzó a arrojar butacas, alcanzando la popular local.
La policía tardó unos minutos en acercarse hasta el lugar y recién ahí dispersaron a los aficionados rojiblancos y en ese momento culminó el problema.
Asimismo, mientras los veintidós jugadores luchaban dentro de la cancha, a un costado de ella se encontraba un referente: Matías Lequi. La lesión en el recto anterior del muslo derecho del defensor lo dejó afuera de la cancha, pero el propio jugador decidió acercarse como pudo al plantel de Central.