La movida nocturna durante los fines de semana en la zona norte de Rosario parece estar lejos de haber encontrado la paz. Un grupo de ciclistas denunció que el pasado viernes vivió una desagradable experiencia circulando por la Costanera al quedar atrapado en medio de picadas ilegales. Según los testimonios de vecinos, estas actividades se observan con regularidad los jueves y viernes cerca de la medianoche, horario en el que resulta “imposible encontrar agentes de Tránsito”, aseguraron.
La denuncia llegó de jóvenes ciclistas que la medianoche del viernes decidieron darle la bienvenida al fin de semana largo en la zona norte de la ciudad, lejos del bullicio del centro. No obstante, una vez cruzado el puente que pasa por sobre el arroyo Ludueña quedaron atrapados en medio de una picada de autos que, a toda velocidad, obligaban a los demás conductores a echarse a un lado. “Corrían de a tres (autos) por vuelta. Esperaban uno al lado del otro por el verde (del semáforo) y arrancaban a toda velocidad. Encima, no nos podíamos correr hacia la callecita del costado (a la derecha de la mano que va hacia el norte) porque estaba lleno de pibes que se sientan ahí a hacer la previa”, relató Julián, quien aseguró que lo más seguro fue continuar a pie.
También comentó que en la zona comprendida entre calle Gurruchaga y la bajada Puccio, denominada “El Serrucho” por el aspecto del área reservada para el estacionamiento de automóviles, se observa una inmensa concentración de jóvenes, muchos de ellos menores de edad, que aparcan sus vehículos y los utilizan como equipos de música. “La cantidad de gente era tremenda. Había autos tuneados (preparados para carrera) y los pibitos, descontrolados”, abundó el ciclista, describiendo un escenario similar al de las películas norteamericanas: un “Rápido y Furioso” de cabotaje.
Las carreras, según denuncias, se extendían hasta la rotonda ubicada donde comienza la zona balnearia pública (sector controlado por videocámaras), la cual tomaban para emprender el camino de regreso, a la espera de la próxima largada.
El relato coincide con lo revelado por otros vecinos, quienes aseguraron que “cuando no hay personal de Tránsito, la zona es un caos”. En este sentido, Lautaro comentó que los fines de semana evita esta arteria ya que son muchos los jóvenes motorizados que circulan. “Se meten de contramano, doblan sin mirar, es cualquier cosa”, explicó.
En tanto, Viviana fue un tanto más crítica hacia las autoridades municipales encargadas de la prevención: “Tránsito no está nunca. Los viernes a la noche escucho casi siempre picadas alrededor de las doce y media de la noche. Las picadas ilegales nunca se fueron de la zona norte”, aseguró, concluyente.
EL PICÓDROMO, UNA DEUDA
El concejal Rodrigo López Molina cuestionó el Ejecutivo local por no reglamentar la ordenanza aprobada hace casi un año y medio para instalar un picódromo en la ciudad. “Al no ser una ordenanza operativa sino programática es necesario definir tres cuestiones: infraestructura, seguridad y autoridad deportiva que regulará la actividad”, contó el edil, al tiempo que barajó, como posible solución, la instrumentación eficiente de mecanismos como las cámaras de seguridad. “El Estado no puede estar en todos lados” aunque “tiene que dar esa impresión” de que sí, indicó.