Las mujeres de El Ciudadano somos luchadoras. Hace veinte años decidimos mantener en forma caprichosa un medio de comunicación a pesar de todo. De patrones que lo quisieron cerrar, de los comentarios agoreros que pronosticaban que no íbamos a durar, del cansancio que amenazaba con hacernos bajar los brazos, pero resistimos. Las mujeres fuimos y somos el alma de una pelea que lleva 20 años. Y en el medio de todo eso amamos, parimos, sufrimos, caímos y nos volvimos a levantar.
Nuestra pelea durante estos veinte años fue por el trabajo y la encaramos muchas mujeres que a lo largo del tiempo buscaron otros horizontes, otras que se fueron incorporando y entre todas fuimos armando una síntesis, llevando siempre la bandera de la lucha. Pero después de cada pelea que nos igualaba a los varones, volvíamos a regañadientes a nuestros lugares donde ya no decidíamos. Después de la pelea, la estructura se armaba y los que mandaban eran los varones. Ellos se ocupaban de decidir, nosotras no. Todo cambió cuando la misma lucha nos transformó en dueños y en socios. Hoy las mujeres manejan la administración, recursos humanos, la redacción y deciden sobre los temas.
Los problemas de género ya no se reducen a una especialista opinando en una nota, sino que nos atraviesan. La sección policiales tiene un sólo varón, en deportes por primera vez hay una mujer, peleamos codo a codo, pero sosteniendo nuestros derechos.
La mayoría de las mujeres crecimos en este proceso. Hay algunas que cuando empezaron no llegaban a los veinte. Y se formaron como mujeres quemando cubiertas, tirando huevos, gritando por un parlante, reclamando un sueldo. Muchas de ellas son jefas de familia, y cuando nos quedamos sin un peso porque no cobramos o comenzamos el arduo camino de la cooperativa, el diario se pobló de niños, ya que no había plata para pagar a alguien que los cuide. Ellos son parte del diario. Somos pocos y todos conocemos a los hijos de los otros. Todos ponemos un poco de onda para que los chicos la pasen bien. Ellos también nos acompañaron en estos veinte años en la pelea y son parte de este proceso.
Hoy la pelea por el diario sigue en la redacción. Allí nos capacitamos varones y mujeres para entender que la palabra atraviesa el género en todos los ámbitos y en la secciones. En la calle también peleamos. La pelea para hacer un mundo más igualitario es cultural y el patriarcado también se derrota con la palabra.
Muchas veces la x para abarcar las distintas sexualidades o el todes que muchas utilizan me hicieron ruido. Pero quizás es la forma de alertar sobre las mujeres que mueren cada 29 horas. Qué mejor manera de empezar a cambiar que destruyendo el lenguaje.
Las mujeres de El Ciudadano damos batalla. En la redacción y en la calle. Porque creemos que el mundo que se viene va a ser mejor cada día de la mano de las mujeres.