Por generación espontánea, el primer repunte ya se percibe: del 8 por ciento que capturó el 14 de agosto en la provincia de Buenos Aires, Hermes Binner aparece en los sondeos con una intención de voto de entre 13 y 14 puntos, una trepada monumental del 80 por ciento que todavía es virtual como toda encuesta.
Responde, en esta instancia, a un fenómeno dual: los derrumbes de Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde, y la irrupción del candidato del FAP como una de las sorpresas de la elección. Se registra, coinciden los consultores, un corrimiento de votantes desde aquellos dos candidatos hacia Binner.
Pero esa volatilidad es una navaja de doble filo. La explosión inicial –pasa de8 a13 o 14 puntos– fue un factor coyuntural y, como tal, su solidez es prácticamente nula. Es decir: podría ocurrir que en octubre se vuelvan a alinear los votantes y Binner quede estancado en los 8 puntos de agosto.
Sin embargo, el FAP diseñó un plan de campaña, ya en marcha, que apunta a retener a esos votantes eventuales y, en lo posible, tratar de crecer un par de puntos con dos objetivos: pelear la senaduría nacional por Buenos Aires, que postula al ex intendente de Bahía Blanca Jaime Linares, y ubicar a Margarita Stolbizer en la pelea por el segundo lugar en la carrera por la gobernación.
Con ese propósito, el binnerismo segmentó tareas –en función de sus referentes de múltiples orígenes– y decidió concentrar el esfuerzo de su campaña en territorios que presume más proclives a recurrir al FAP como opción anti K. Veamos:
n El santafesino fue el primer candidato presidencial que lanzó la campaña para octubre, producto entre otras cuestiones de la desazón que invadió al duhaldismo y al Udeso de Alfonsín y Francisco De Narváez, por los magros resultados en agosto. Mientras Duhalde y el hijo del ex presidente quedaron paralizados, Binner apuró sus movimientos. De hecho, fue quien hace tres semanas pidió que rápidamente le organicen recorridas por el conurbano cuando la mesa del FAP bonaerense estaba todavía en boxes. Velozmente se armó una recorrida por Tigre (en la que Binner rechazó la invitación de Sergio Massa para que pasara a saludarlo por el municipio) y San Fernando, y unos días después, por Vicente López.
n Fue la señal de largada de una táctica puntual: apuntar a los sectores medios, de centros urbanos, en particular con perfiles similares ala Capital Federal.En ese proceso, Binner decidió –al menos por ahora– dejar de lado los territorios de más fuerte impronta peronista como la zona sur del conurbano. En el FAP interpretan que allí donde Duhalde y Alfonsín tuvieron resultados medios, es donde se puede potenciar la figura de Binner. “¿Para qué hacer un esfuerzo por ir a Florencio Varela donde sacamos 2 puntos y por más campaña que hagamos, difícilmente saquemos más?” interrogó, pero con tono de respuesta, un dirigente del FAP.
n La otra parte de la estrategia se vincula con la segmentación, a partir de la diversidad que encierra el FAP. Por eso, se empezó a activar un mecanismo de ofertas puntuales que van desde lo que hace la diputada de Libres del Sur, Victoria Donda, candidata a ser reelegida, en sectores jóvenes (hizo ruido con su slogan “Vamos a portarnos mal”), a la rama gremial y de trabajadores que encarna Víctor De Gennaro, ex jefe dela CTA, el trabajo sobre “radicales desencantados” que lleva adelante el GEN de Stolbizer y, entre otros despliegues sectoriales, la búsqueda de votos peronistas a partir del armado de Aníbal “Toti” Leguizamón, que el martes sentó a la candidata a la gobernación con referentes y dirigentes del peronismo anti K.
Esa táctica en varios frentes, a partir de esas “caras”, está encaminada y tiene como consigna mayor lo que el FAP bonaerense llama “binnerización” de la campaña, un rasgo significativo sobre todo porque hace unos meses era Stolbizer quien traccionaba para Binner y ahora es al revés.
El plan está en marcha. Sólo el tiempo demostrará su eficacia. En ese tránsito, los rivales a los que Binner espera quitarles votos pondrán en marcha sus propias estrategias, orientadas a limar al santafesino, cuyo relato ya se perfila: acusarlo de ser funcional al gobierno, una versión adulcorada, moderada y prolija de kirchnerismo.