Griselda Cardozo
Las chicas buenas van al Cielo. Las malas a todas partes.
Feminista no se nace (Dora Barrancos)
Las Asambleas Feministas preparan artesanalmente las acciones que organizan el próximo Paro Internacional y Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Bisexuales, Travestis, Trans, No Binaries, Afro, Indígenas y Originarias del 8M, las previas y la marcha en sí que éste año será el 9M. Ese Paro, que procura transformarlo todo, el primero general organizado contra las políticas neoliberales del pasado gobierno de Mauricio Macri, el que reinvindica a las 129 obreras textiles asesinadas en Nueva York aquel 8 de marzo de 1908, el que nombra a las diferentes identidades de género, mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries; a las afro, originarias, villeras, trabajadoras sexuales. A trabajadoras que exigen “igual salario por igual tarea” y erosionan a una CGT demasiado “machirula”. El que grita contra los femicidios y reclama por el buen vivir, contra la deuda y la pobreza.
Se amasan, bordan y cuecen discusiones que permiten un despliegue de intervenciones en los barrios, en los tribunales, las calles, las oficinas, las universidades y los sindicatos. Actividades culturales, de diálogo, protesta, denuncia, sostenidas y realizadas con la amorosidad de un movimiento en constante andar. Construyendo una enorme marcha que se tiñe de colores, edades, potencias, músicas, deseos y reclamos. Las trabajadoras sociales estamos allí, hemos sido y somos parte.
Las TS somos un sector profesional ampliamente femenino. Hemos pasado de ser “apóstoles a agentes del cambio”, trabajadoras del Estado sindicalizadas en su mayoría, precarizadas muchas, dedicadas a la docencia y la investigación académica, primeras líneas en los territorios, víctimas de femicidios –Justicia para Daniela Cejas de ciudad de Santa Fe– y al igual que muchas, sobrellevamos dobles jornadas de trabajo doméstico, para reproducir la vida cotidiana. Las asistentas, las chicas buenas del barrio, esas que nos sentimos interpeladas tanto por la Revolución de las Pibas como por la de las Viejas, las que sabemos que los derechos se disputan, se conquistan, con otrxs, junto a otrxs. Aprendimos que “donde hay una necesidad nace un derecho” y testarudamente seguimos bregando porque éste año el aborto, legal, seguro y gratuito sea un derecho para todxs.
El TS como disciplina es profundamente latinoamericano. Nuestras hermanas chilenas, a fuerza de creatividad y denuncia, impusieron el año pasado la intervención colectiva “Un violador en tu camino”, que se replicó internacionalmente.
Cantan, bailan, actúan y gritan en un momento “el Estado opresor es un macho violador”; cómo las TS deconstruimos algunas prácticas que nos ubican reproduciendo micromachismos y mandatos patriarcales que nos victimizan y denigran. Bregamos por un Estado y políticas sociales que nos amparen, cobijen y amplíen derechos para nosotras como trabajadoras y para los sectores populares a quienes asistimos, escuchamos, acompañamos.
El feminismo nos interpela, nos deconstruye, nos inunda, nos cubre de una “mirada sorora y luchadora”, esa que viene de las prácticas ancestrales de la ronda de mujeres y las acciones comunitarias de nuestros pueblos originarios, arraigando en el modo sentipensante de ser y estar; asumiendo el legado de las Madres y Abuelas como constructoras de memoria, verdad y justicia.
Como dice una maravillosa compañera “cada una llega a su tiempo”, estamos llegando, con dudas, discusiones, aciertos, enojos y alegrías, sabiendo que no volveremos a ser las mismas, que nunca volveremos al clóset y que al cielo lo tomaremos por asalto, tal como la larga historia de las mujeres y NuestrAmérica nos enseñan.
Trabajadora social